Desde mediados del siglo XVII el proceso de institucionalización religiosa en la frontera chaqueña acompañó la expansión iniciada desde algunas ciudades de la Gobernación del Tucumán a través de la instalación de asentamientos productivos y defensivos. Ello permite observar que este avance estuvo estrechamente asociado con el recurso a figuras del calendario cristiano, objeto de devoción por parte de los agentes colonizadores. De esta manera, en el caso de Salta, las figuras de la Virgen María y de algunos santos acompañaron las movilizaciones coloniales de hombres y recursos en la ocupación y adquirieron la condición de intercesores especializados en la interacción social entre los pobladores de las ciudades, la frontera y el Chaco.
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