DEBATE
En México la arqueología ha sido siempre punta de lanza en los esfuerzos por construir la identidad de la nación, y estos esfuerzos han impuesto su dinámica. Así, la arqueología mexicana ha estado orientada siempre a aportar datos, monumentos y argumentos que permitan a los diferentes gobiernos estrechar la brecha entre las condiciones de grandeza prehispánica y las del subdesarrollo actuales. Este objetivo no requiere, en absoluto, de que la arqueología se desarrolle como disciplina científica, no requiere que sus practicantes se adentren en las abstracciones de los desarrollos teóricos o en las enfadosas alternativas de las diferentes propuestas metodológicas que, en este siglo, son comunes en otras tradiciones arqueológicas nacionales. Lo que se ha demandado a la arqueología mexicana ha sido la producción de conceptos holísticos útiles como sustrato nacionalista, la producción de historias concretas de sitios y regiones específicos, la producción de cronologías llanas y de interpretaciones épicas.