La palabra racismo ha ido adquiriendo una intención polémica. Ha servido para denunciar el naturalismo antiigualitario de los que creen en la existencia de “razas”. Expresa la reacción democrática de quienes se declaran en contra de exclusiones y privilegios. El término tiene pues un significado crítico del fenómeno que denuncia. La desigualdad “natural” entre grupos humanos no es un hecho real sino una fantasía que instituye y legitima un orden opresivo e injusto. Los que hablan de racismo son los que están en contra de la desigualdad y de la idea de raza, y los que insisten en la pertinencia de la idea de raza son los racistas.
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