En este artículo se destacan las pugnas de la conciencia criolla poblana en torno a santa Rosa de Lima y las vírgenes de Ocotlán y Guadalupe, al tiempo que se subraya el papel hegemónico de la última imagen como instrumento de centralización política y religiosa, que contribuyó a mediatizar el culto a las devociones locales y se erigió en la representación por excelencia de la “nación mexicana”.
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