En este artículo se reflexiona sobre la magia en tanto conjunto de prácticas, modos de conocimiento, ámbitos de interacción, procesos rituales y esferas simbólicas que, pese a su diversidad, suponen una vocación cognitiva y pragmática que acompaña a la cultura misma. A partir de un recorrido de los discursos antropológicos clásicos que enmarcan el estudio de la magia, se muestra cómo este fenómeno, marginal y cotidiano a la vez, participa en la conformación de mundos compartidos.
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