Coloquialmente, el empleo de términos como mente o cultura no conlleva dificultad alguna y, de hecho, se suelen usar numerosos sinónimos para ambos conceptos. La mente, por ejemplo, puede equipararse a pensamiento, inteligencia, conciencia o cognición, entre otros, mientras que cultura usualmente puede referir a una sociedad considerada en su totalidad o a estructuras sociales complejas, grupos o colectividades. Sin embargo, cuando ingresamos en el terreno de las definiciones académicas o disciplinares, los problemas se tornan vastos y complejos.
[Texto completo].:: SÍMBOLOS
Con estas ideas como telón de fondo me propongo interpretar las apariciones milagrosas como procesos de producción de significados, que el colectivo de actores (creyentes, curiosos, detractores, etcétera) va construyendo a partir de múltiples (y muchas veces contradictorios) relatos, vivencias, mensajes, visiones y sueños. La persistencia del milagro aparicionista depende de que el fragmentado espectro de expectativas, convicciones, interpretaciones e intereses de los creyentes se vaya articulando en un discurso al mismo tiempo unificador y multivocal.
[Texto completo]Un fenómeno destacable de la cuestión religiosa en la sociedad mexicana es la movilidad constante de las fronteras entre campo religioso y campo político, que hace notoria la expansión de los actores religiosos dentro del campo político en los últimos veinte años, movilidad ésta en franco proceso de transformación. En la historia de México, las relaciones entre el Estado y la Iglesia católica constituyen una larga serie de conflictos sociales, políticos y militares, que en apariencia terminó con el triunfo militar de los liberales sobre los cristeros en el año de 1929. Una cuestión, pocas veces delimitada, es que el conflicto Estado-Iglesia en el siglo XIX y parte del XX representa la historia de la construcción de un aparato jurídico político propio, nacional y soberano que debía eliminar cualquier poder alternativo para consolidarse como Estado.
[Texto completo]En las sociedades como la nuestra, caracterizada por la heterogeneidad social e histórica, la antropología estaría obligada a descubrir la evolución a través de la historia y la memoria escrita. Símbolos del tiempo de Fernando López Aguilar sigue esta línea innovadora al intentar, si no comprender al menos entretenerse, a lo Peter Winch, con la situación contemporánea de marginalidad de un conjunto de pueblos otomíes, analizando los procesos de integración progresiva en la sociedad global a través de las figuras históricas determinantes del Estado, la Iglesia o el mercado.
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