En muchos estudios sobre el México prehispánico los procesos de cambio son referidos de manera general como formas culturales que se sucedieron invariablemente unas a otras. La aparición y auge de nuevas expresiones culturales (llámense complejos cerámicas, estilos arquitectónicos, surgimiento de nuevos asentamientos y centros de poder, por ejemplo), se interpretan simplemente como resultado de la disolución repentina de antiguos sistemas, que sirven como referencia para establecer periodos, épocas y horizontes o elaborar las cronologías y tipologías que valen lo mismo para sitios que para amplias regiones, como si en la realidad todas las sociedades hubiesen tenido los mismos tiempos y adoptado dinámicas similares. Existen múltiples ejemplos en los que el objetivo del trabajo arqueológico continúa siendo establecer un fechamiento para señalar el abandono de un sitio, o la secuencia tipológica de los materiales recuperados de acuerdo con las fases de una cronología previamente establecida.
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