El jaripeo ranchero en Palmillas, Guerrero: desarrollo diacrónico de una práctica comunitaria y su función dentro del poblado

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Sufragada en gran medida con parte de las remesas enviadas por la comunidad de Palmillas, Guerrero, que radica en Estados Unidos, la fiesta anual en honor a San José —el santo patrono del pueblo— ha sufrido con el paso del tiempo un conjunto de transformaciones que han dado pie a que algunas de sus manifestaciones, originalmente al margen de la fiesta, sean ahora el núcleo central de la misma.

Palmillas tiene una tradición de migración a Estados Unidos que data de la década de 1940. Los primeros emigrantes salieron a través de las denominadas contrataciones, y desde entonces se ha convertido en el principal anhelo y proyecto de vida de la gran mayoría de los habitantes del pueblo, quienes al contar con alrededor de dieciocho años salen de la comunidad para ingresar de manera ilegal a Estados Unidos. Algunos de ellos ni siquiera han tenido que correr el riesgo de cruzar de esa manera la frontera, pues han obtenido la residencia como un beneficio que el gobierno estadounidense extendió en su momento a los familiares de algunos de los llamados braceros.

Las principales ciudades de Estados Unidos a donde llegan los emigrantes de Palmillas y sus alrededores son La Quinta y El Cajón, California; Houston, Texas; Atlanta, Georgia, y Chicago, Illinois. Por otra parte, las principales tareas laborales en que los inmigrantes se incluyen están relacionadas con la jardinería, la construcción y la gastronomía, aunque otros más se alquilan como empleados en tiendas departamentales de autoservicio o como obreros en fábricas de diferentes tipos. En cuanto a las mujeres, gran parte de ellas son contratadas como empleadas domésticas o niñeras.

El fenómeno de la migración se encuentra estrechamente ligado a la fiesta anual de Palmillas, ya que para las celebraciones los inmigrantes con residencia legal en Estados Unidos (esto es, los ciudadanos y residentes) vuelven al poblado, y a su regreso se irán con ellos algunos familiares o amigos, incrementándose así, año con año, el nivel de migración. Como un dato curioso, se ha observado que el mayor número de emigrantes que sale por primera vez hacia Estados Unidos lo hace inmediatamente después de terminar la fiesta.

A este respecto, muchas de las relaciones sociales en la comunidad se dinamizan durante el periodo de la celebración (alrededor de una semana) debido a que buena parte de la comunidad, sobre todo la masculina, se encuentra en Estados Unidos y sólo regresa para estar presente en la fiesta. En torno a ella se llevan a cabo reencuentros familiares, y durante ese periodo se programa un gran número de bodas, bautizos o fiestas de quince años. En contraste, las celebraciones de este tipo resultan ser escasas durante el resto del año. Por otra parte, y sólo para dar cuenta de la propagación de algunos rasgos culturales, durante estas fechas resulta común ver en una fiesta de quince años que el atuendo de los chambelanes corresponde al usado por los pachucos de las décadas de 1930 y 1940 en el West Side de Los Ángeles. De esta manera en el baile salen a relucir zapatos bicolores de charol y sombreros adornados con plumas largas de colores, muy a la usanza de las actuales fiestas de quince años en suburbios mexicanos de San Diego y Los Ángeles.

Como otra peculiaridad, en torno a la fiesta algunos jóvenes solteros regresan a Palmillas con el fin específico de buscar una mujer con quien quedar comprometidos, y en otro momento regresar a casarse. Este tipo de relaciones que giran en torno a la fiesta (entre otras, por supuesto) se ven mayormente acentuadas porque muchos de sus pobladores pudieron obtener, como producto de su trabajo en Estados Unidos, la capacidad económica para afianzarlas de manera reiterada.

Derivado de lo anterior, se puede asegurar que muchos de los procesos sociales que forman parte de la comunidad de Palmillas se desarrollan en torno al fenómeno de migración, y éstos pueden medirse a través de los niveles que algunas de sus manifestaciones han alcanzado. En lo que respecta al jaripeo como parte de la celebración, a partir del fenómeno de migración ha logrado tal alcance que se ha convertido en el eje central de la fiesta anual (y no sólo en Palmillas, sino incluso en otros pueblos que conforman la región), desplazando a las celebraciones religiosas que originalmente eran el foco central de la fiesta y ahora ocupan sólo un día (a saber, el día de la misa en honor a San José) de los seis o siete destinados a la celebración.

El jaripeo

El jaripeo es un tipo de práctica que, en términos muy generales, consiste en montar al toro. Dicha actividad está relacionada conceptualmente con la charrería mexicana y con el rodeo; además de ser compartido por muchas otras comunidades de Guerrero y otros estados de la República, el jaripeo se practica en países como Estados Unidos —al menos en el Sur del país, como una prueba del denominado rodeo—, El Salvador, Guatemala, Colombia y Cuba —en esta última nación incluso se han realizado torneos de carácter internacional.

Estos torneos, generalmente patrocinados por empresas comerciales de cerveza, ropa y accesorios para jinetes, se han celebrado ya en muchas ciudades de México, Estados Unidos y Centroamérica, y han conseguido concentrar a un número importante de jinetes oriundos de los distintos países donde se practica el jaripeo.

Por otra parte, para dar cuenta de la importancia de su propagación basta decir que la práctica ha sido últimamente incorporada —como parte de sus principales celebraciones— en algunos pueblos de Oaxaca, Chiapas, Yucatán y Quintana Roo, donde hasta hace algunos años no se había registrado dicha práctica.

Este mismo fenómeno ha alcanzado a muchas comunidades indígenas mexicanas, pasando a formar parte importante de sus costumbres. En el estado de Oaxaca, por ejemplo, la práctica está ya incluida entre las actividades de las fiestas de Santa Cruz Papalutla y El Espinal. En el primer caso, como parte de la fiesta realizada el tercer domingo del mes de octubre, el jaripeo se encuentra ya inmerso en el complejo sistema de mayordomía. Durante tres días se realiza el jaripeo con la participación de los señores mayordomos y las reinas del jaripeo, quienes se encargan de premiar a los jinetes. De la misma manera, se da la fiesta por concluida al realizar la “octava” del jaripeo, para la que coopera todo el pueblo. Para el caso de El Espinal la fiesta dura tres días y se realiza la tercera semana del mes de noviembre (originalmente se celebraba en el mes de octubre), para festejar a la Virgen del Rosario. La práctica está claramente incluida a partir de que se nombra a la H. Junta de Jaripeo, encargada de recolectar el tequio y construir el ruedo con otate y palma. El jaripeo tiene lugar durante los tres días posteriores a la Calenda, con dos corridas de toros diarias. Durante estos días participan toreros y jinetes, quienes son recompensados con dinero y regalos por parte de los padrinos, la Junta de Jaripeo y algunos espectadores.

Debido a que el jaripeo es compartido por muchas comunidades, y por estar asociado de manera conceptual con otras prácticas, sus elementos pueden ser identificados y definidos en sus propios términos, surgidos éstos de las prácticas vinculadas al jaripeo o creados cuando dicha práctica se integra a un nuevo contexto. Asimismo, los elementos del jaripeo son parte de un fenómeno social y por ello mantienen un valor dinámico y están sujetos a modificaciones significativas, mismas que no están exentas de propagarse entre las comunidades donde se practica.

Para el particular caso de Palmillas, los elementos constituyentes del jaripeo ranchero y sus principales rasgos han experimentado una serie de adecuaciones y modificaciones, derivadas principalmente de algunas disposiciones legales y convenciones mediante las cuales quedan perfectamente delimitados los dos estadios que serán planteados en el trabajo. En este sentido, mientras en el estadio más reciente se aplica una serie de convenciones que regulan la práctica con cierto rigor, con lo que se vislumbraría un carácter oficial, en el estadio más remoto dicha regulación no existe.

Vale la pena señalar que para referirme a ese carácter oficial he tenido en cuenta el hecho de que a partir de la práctica —aunque bajo otra denominación y desde una perspectiva global— se ha instituido una serie de torneos nacionales e internacionales, entre ellos: el “Circuito Cuernos Chuecos”, el “Torneo Expogan”, el “Rodeo Bullmanía” y el “Super Bull Wrangler Cuernos Chuecos”.1 Asimismo, esta práctica puede verse incluida como una suerte dentro de los rodeos abiertos, de carácter internacional y celebrados en McAllen y Robston, Texas; Los Ángeles, California; Las Vegas, Nevada, y en otras ciudades de Canadá, Australia y el Norte de México, organizadas por entidades como la Canadian Professional Rodeo Association, la Australian Professional Rodeo Association y la Federación Mexicana de Rodeos.

Cabe hacer manifiesto que en dichos torneos se aplican reglas, creadas para que las montas se realicen de manera justa tanto para el jinete como para el ganadero dueño de la corrida, y de no ser acatadas generan sanciones diversas, desde restar puntos hasta la descalificación del jinete. Asimismo, dentro del orden jurídico nacional en ciertos estados ya se cuenta con reglamentos para la realización de los jaripeos, como es el caso del municipio de Morelia y su “Reglamento que regirá los jaripeos”.2

Así, cuando señalo que en el jaripeo ranchero de la comunidad de Palmillas se vislumbra un carácter oficial, tomo en consideración algunos hechos en los que han quedado registrados algunos torneos, que si bien no poseen la dimensión de los eventos de carácter internacional, al menos tratan de reproducirlos de manera fiel y sistemática en cuanto a la aplicación de las reglas y la asimilación de su estructura. En este sentido, entre los pueblos que adoptan el jaripeo suele existir una tendencia a reproducir, casi a manera de calco, la estructura empleada en los torneos oficiales.

Asimismo, y en relación con el efecto de propagación que se da entre distintos pueblos, se ha constatado que la difusión alcanzada por el jaripeo dentro de la región es tal, que incluso se han apropiado de ella para incluirlo en las celebraciones religiosas de Coscatlán y Tlamacazapa, dos comunidades nahuas donde hasta hace algunos años no se realizaban jaripeos.

Antes de señalar los elementos significativos que acompañan a su práctica, cabe destacar que el jaripeo ranchero en la comunidad de Palmillas ha corrido la misma suerte que en otros poblados de la región, originándose en estricto sentido como una práctica donde la aplicación de reglas resultaba estar motivada por condiciones ligadas más bien a comunes acuerdos, e instaurándose como una actividad en la que se retoman y aplican rigurosamente algunas reglas creadas para los torneos nacionales e internacionales de rodeo.

Para el presente trabajo he decidido detenerme a observar dos etapas, denominadas primero y segundo estadio. La finalidad de mostrar la estructura del jaripeo en dos momentos distintos pretende evidenciar los elementos constituyentes en ambas etapas, para así dar cuenta del proceso de transformación que ha experimentado esa práctica. Así, mediante esta comparación se podrá dar cuenta de los rasgos constituyentes del jaripeo en cada uno de los estadios, así como del correspondiente sistema de reglas. Los datos presentados fueron obtenidos de manera oral, en forma de testimonios ofrecidos por algunos participantes, así como de algunos registros levantados personalmente en videocinta entre 2000 y 2005 en las fiestas de los poblados de Palmillas y Santa Fe Tepetlapa, en Guerrero. Cabe resaltar que varios de los informantes que aportaron datos han estado en contacto con el jaripeo desde hace aproximadamente cincuenta años (algunos incluso han formado parte del comité organizador de la fiesta de Palmillas).

Primer estadio

En un primer estadio la práctica se realiza en el marco de la fiesta anual del pueblo mediante un sistema de mutua cooperación que ya existía entre varias comunidades de la región, y entre el sistema de cooperación establecido entre los miembros de cada poblado. Las comunidades que forman parte del sistema de mutua cooperación son Santa Fe Tepetlapa, Zacapalco, Palmillas y Buenavista de Cuéllar, la cabecera municipal. De esta manera, con la contribución de cada uno de los pueblos se dispone de cuatro días de celebración. En cada poblado se nombra un comité encargado de seleccionar entre sus ganaderos una docena de ejemplares. Los criterios de selección dependen de la información ofrecida a los ganaderos acerca de los animales que pueden ser jugados. En este punto es conveniente aclarar que a la acción de montar el toro en esta región se le llama jugar el toro. En este sentido, cuando la gente alude a cierto hecho que involucra la monta de toros (esto es, al jaripeo ranchero) se refieren a él como jugar toros. En función de la productividad lingüística derivada de la forma jugar en este contexto, tenemos que los toros son montados o jugados; en otras palabras, cuando se realiza un jaripeo, los toros se juegan. En ese mismo sentido, se dice que el toro juega cuando repara de manera satisfactoria, pero no juega cuando no lo hace.

La selección de toros y novillos para ser jugados durante la fiesta de uno de los poblados que forman parte del sistema de mutua cooperación está centrada en la bravura de los animales. A su vez, ésta puede medirse a diario por los ganaderos y vaqueros al efectuar las diarias tareas relacionadas con su actividad. De esta manera los ganaderos tienen identificados los animales que pueden utilizarse para el jaripeo y contribuyen con ellos, a manera de cooperación, por medio de su préstamo. Así, los ganaderos que posean toros o novillos bravos, dignos de jugar, cumplen con el compromiso de cooperación dentro de su comunidad. Sin embargo, quienes no pueden contribuir de esta manera suelen hacerlo de otras dos formas: i) por medio de una cantidad de dinero destinada a pagar la música de viento que ameniza la monta de los toros durante los cuatro días de celebración, así como para pagar la comida y la bebida para los músicos y los encargados de llevar los toros de cada uno de los pueblos que participa del sistema de mutua cooperación; y ii) por medio de su participación en la preparación de alimentos y ofrecer el espacio para servirlos, o en el alojamiento de los músicos. Cabe decir que quienes no participan de ninguna de estas maneras son mal vistos dentro de la comunidad.

El conjunto de animales a jugar, que contiene tanto novillos como toros, está compuesto por doce ejemplares y se le denomina corrida. Una vez formada la corrida los ejemplares son arreados a pie y a caballo, desde el astillero en las afueras del pueblo hasta el corral ubicado a orillas del mismo; en su caso, también se arrean hasta el pueblo con el que debían contribuir en esa corrida.

Dentro del sistema de la lengua, los topónimos usados por los habitantes como delimitadores espaciales están relacionados con sustantivos generalmente asociados a los nombres de ciertos árboles y a las propiedades físicas de los espacios. En este sentido, la palabra estillero, derivada de la forma astillero, se usa para referirse al terreno donde siembran algunos ejidatarios del pueblo y algunos otros guardan su ganado. El nombre, por supuesto, no le viene a partir de dichas propiedades sino del antiguo uso dado al espacio.

Así, el nombre parece venir de su acepción tradicional, pues en otros tiempos el lugar fue utilizado para la explotación de la leña, que sirvió como combustible durante años a la comunidad.

En caso de que los ganaderos de un pueblo no logren reunir los doce toros para formar una corrida, o que sus animales no cumplan con la bravura característica del toro de juego, los habitantes del pueblo cooperan y contratan una corrida a los ganaderos de la región y así pueden cumplir con el compromiso. Cada pueblo lleva su corrida de toros a Palmillas el día que habían sido programados para su juego. Palmillas, por su parte, retribuye de igual manera a cada uno de los pueblos en sus respectivas fiestas anuales.

El corral, construido con troncos y durmientes de tren, está diseñado especialmente para el jaripeo y cuenta con un corral anexo, más pequeño que el primero, denominado toril. En el toril se concentran los toros que posteriormente, uno a uno, son sacados al corral para ser jugados. Las personas que arrean los animales, y que también toman parte a la hora de la monta como toreadores, montadores o lazadores, son jóvenes de todas las comunidades participantes familiarizados con las tareas diarias de la ganadería.

Por otro lado, la selección de algunos participantes puede quedar definida al reunir los toros que van a ser jugados, pues durante el arreo hacia el corral se dan expresiones como: “¡le voy a montar al canelo!”, “¡le monto al golondrino si tu le montas al prieto!”, mientras diversas montas son definidas durante la celebración misma, entre algunos habitantes de las comunidades de la región. De alguna manera todos los participantes están familiarizados con la práctica del jaripeo, ya que durante sus diarias tareas en la ganadería suelen montar en el astillero algunos novillos bajo su cuidado. Además, fuera del marco de la fiesta los jóvenes y niños del pueblo organizan eventos similares con novillos de todas las edades, a los que denominan becerreadas.

Ya en el toril, los animales son arreados uno por uno hacia el corral. Ahí los ejemplares son toreados hasta que algunos lazadores lanzan los lazos entre las patas y cuernos del toro para derribarlo e inmovilizarlo. Una vez tendido e inmovilizado por medio de cuerdas que ejercen tensión en la cabeza y las patas, se les ata un lazo, denominado pretal, alrededor del lomo y las costillas. Luego debe atarse un segundo lazo alrededor del abdomen, junto con una campana colocada justo en el bajo vientre, a la altura de los testículos. De esta manera, al sentir el verijero3 —como se le denomina a este lazo con la campana incluida— el toro repara en mayor medida.

Mientras el toro es arreglado para la monta, el jinete se ajusta las espuelas —normalmente son las mismas que se usan para montar y domar caballos—, y una vez preparado se dirige al centro del ruedo, donde el toro yace tendido y asegurado. El montador se coloca junto al toro y pasa una pierna por encima del lomo, sujetando el pretal. En ese momento se sueltan los amarres que sujetan las patas y cabeza del animal, que se incorpora con una serie de reparos. Sin embargo, en ocasiones los toros resultan mansos y no hacen el más mínimo esfuerzo por liberarse del jinete. En ambos casos algunos participantes situados dentro del corral se encargan de torear al animal con las manos, capotes y sombreros, para obligarlo a correr y aumentar el grado de dificultad de la monta. Mientras se realiza cada una de las montas los músicos de la región amenizan el evento al ritmo de piezas como “El capiro”, “El moro de Cumpas” o “El novillo despuntado”.

Una vez definida la quedada o el porrazo4 del jinete, llegan los lazadores para asegurar al toro y llevarlo de regreso al toril. En ese momento se inician los preparativos para la siguiente monta, y así es como se van jugando, día con día, los toros presentados por cada uno de los pueblos que formar parte del sistema de mutua cooperación. El pueblo que logra acumular el mayor número de toros bravos, esto es, el que logra una mayor cantidad de porrazos efectuados, es reconocido como el ganador en el marco de la fiesta y obtiene con ello cierto prestigio entre los pueblos participantes.

A este respecto quisiera abrir un paréntesis y llamar la atención sobre un fenómeno derivado de estas redes de cooperación mutua y directamente relacionado con la idea de prestigio. Hablar de esta noción a su vez asociada con la identidad colectiva de cada pueblo, resulta de capital importancia para mostrar cómo se establecen los mecanismos de reconocimiento entre algunas comunidades de Buenavista de Cuéllar, municipio del que son parte Palmillas y los pueblos que conforman el sistema de mutua cooperación.

Como ya se había planteado, aunque no de manera extensa y puntual, existen dos sistemas de cooperación en la región: i) el establecido entre los miembros que son parte de una comunidad; y ii) el establecido entre las comunidades participantes en el sistema de cooperación mutua. Mediante la aplicación plena de dichos sistemas se garantiza la realización satisfactoria de cada una de las fiestas de la región, ya que sin los recursos derivados de esos mecanismos las celebraciones no podrían efectuarse de igual manera.

Asimismo, y como en cierto sentido ya se ha dicho, entre los pueblos de la región se ha desatado una especie de rivalidad a través de la cual se mide y reconoce la supremacía del pueblo que lleva a cabo la celebración de sus fiestas de mejor manera. Por tanto, los recursos empleados mediante cada sistema de cooperación se han visto incrementados con el constante afán de superar a Palmillas, la comunidad que mantiene vigente el reconocimiento regional desde hace varios años.

Segundo estadio

Actualmente en Palmillas se aprecia una estructura muy similar a la recién descrita; sin embargo, cada uno de los elementos constitutivos de la práctica del jaripeo se han visto modificados en mayor o menor medida. Vale la pena, antes de definir su estructura actual —y con el fin de contextualizar el fenómeno—, centrarse en algunos hechos que se presentan en torno a la práctica. En primera instancia, la celebración de la fiesta comienza en la iglesia, alrededor del mediodía del 19 de marzo, con una misa celebrada en honor a San José, santo patrono del pueblo. Esta misa es aprovechada por algunos habitantes del pueblo —pero sobre todo por residentes en Estados Unidos, quienes acostumbran visitar la comunidad en esta fecha— para celebrar un considerable número de bautizos.

Durante la tarde y noche, los habitantes de Palmillas y de los pueblos vecinos se concentran alrededor del atrio de la iglesia para continuar con la celebración. Del atrio profusamente adornado se lanzan innumerables juegos pirotécnicos, y también ahí se lleva a cabo la tradicional danza de los chinelos acompañada con la música de viento, que ameniza durante una semana gran parte de las actividades (generalmente las comidas ofrecidas a los invitados). Concluida la danza, los niños y jóvenes del pueblo corren por los alrededores de la iglesia, mientras evitan ser alcanzados por los toritos, que son quemados en ese momento.

Durante ese primer día, a orillas del pueblo se realizan además las carreras de caballos previamente acordadas. En este sentido, unos días antes de la celebración de la fiesta los dueños de caballos en la región hacen una serie de apuestas que quedan comprometidas para el primer día de los festejos, cuando también se realizan, aunque de manera clandestina, las peleas de gallos.

Asimismo, ese día se instalan algunos juegos mecánicos, todo tipo de comerciantes y las personas que trabajarán en la carpa, levantada cerca del corral de toros de manera improvisada, con lonas y sábanas que funcionan como el techo y las paredes. Dentro de la carpa se instalan sillas, mesas, una sinfonola y una pequeña barra para las bebidas. La carpa cuenta además con divisiones internas hechas con cobijas, las cuales funcionan como habitaciones o cubículos donde duermen y prestan sus servicios las prostitutas que trabajan ahí.

El día posterior a la misa llegan los jinetes contratados para realizar las montas. La palomilla, como también se denomina al conjunto de ellos, está compuesta por alrededor de diez jinetes contratados por el jefe de palomilla, quien a su vez fue requerido por el Comité Organizador de la Fiesta. El jefe de la palomilla cobra de acuerdo con la corrida que va a ser jugada. Por tanto, la cantidad cobrada para cada día de jaripeo depende en gran medida de la calidad de juego de los toros que van a ser montados. Cabe decir que cuando los recursos son suficientes se ha llegado a contratar hasta dos palomillas. Generalmente el jefe de palomilla es un jinete con prestigio en la región (ganador de algunos torneos) y funciona como contratista y promotor de jóvenes montadores, que se acercan a él tratando de obtener la oportunidad de trascender en el ámbito del jaripeo.

Por otra parte, los distintos jinetes cobran de acuerdo con la calidad de su monta. De esta manera, aunque cada uno de ellos tiene asegurada una cierta cantidad por realizar cada una de las montas, el total puede verse incrementado si logra quedarle al toro; esto es, si logra mantenerse y dominar los reparos. Del mismo modo, si no lleva a cabo de manera satisfactoria sus montas, un jinete puede ser suspendido, negándole las montas posteriores. Es muy común en ese ambiente que ciertos montadores, por hacer quedar bien a determinados ganaderos, se caigan del toro de manera deliberada. En muchos casos se ha sabido que algunos de esos jinetes han recibido dinero por parte de los ganaderos para dejarse caer de sus toros. La principal finalidad de ello consiste en lograr que el ganadero obtenga el primer lugar del jaripeo, dándole a su corrida un reconocido prestigio dentro de la región. En lo que se refiere a las corridas, muchas han cobrado fama local, aun cuando las más reconocidas provienen de Juliantla e Iguala, Guerrero, esta última considerada incluso la capital del jaripeo.

En cuanto a los sistemas de cooperación, es necesario señalar que el Comité Organizador de la Fiesta se encarga de recolectar previamente la cooperación que cada uno de los habitantes del pueblo aporta de manera obligatoria. La colecta se realiza también en ciudades de Estados Unidos, por medio de varias personas que residen allá y fueron comisionadas para la tarea. El dinero que recauda el Comité Organizador es empleado para el pago de los jinetes, la música, los juegos pirotécnicos y una corrida de toros. La corrida es contratada con base en el presupuesto disponible para ella (suele destinarse para ello la mayor parte de lo recaudado); sin embargo, se valen de todos los medios para llevar la mejor corrida a la fiesta, ya que a partir de ese momento entra en juego el prestigio del pueblo. Por su parte, cada uno de los pueblos que coopera con su corrida de toros, trata —bajo la misma premisa— de llevar a Palmillas la mejor corrida. Cabe señalar que durante el jaripeo se dan a conocer públicamente los nombres de las personas que cooperaron y el monto de su aportación, y se pone particular énfasis en los nombres de quienes no lo hicieron. De esta manera se reconocen ciertos estatus familiares dentro del poblado.

Otra forma de cooperar con la fiesta consiste en dar de comer a los músicos, a los jinetes y a las personas de otros pueblos que cooperaron con sus respectivas corridas. Algunos habitantes suelen llevar flores a la iglesia durante la semana que dura la fiesta, o bien hospedan y dan de comer por siete días a los habitantes de San Miguel Topilejo, quienes llegan a Palmillas como huéspedes de honor.

A este respecto, se cuenta que un grupo de jóvenes de Palmillas salió a trabajar, en la década de 1960, por una temporada a cierta zona cercana a la ciudad de México. Ahí conocieron a otros jóvenes de Topilejo, con quienes formaron fuertes vínculos de amistad. Por medio de estos lazos se reestructuró el sistema de cooperación mutua, ya que desde hace cuarenta años ambos pueblos participan de sus respectivas fiestas al colaborar con una corrida de toros. Es por tal razón que durante los días de fiesta llegan a Palmillas alrededor de un centenar de habitantes de Topilejo, quienes son atendidos de manera especial. Entre otras consideraciones, se les hospeda y se les da de comer, y pueden entrar gratis al baile de apertura y al balneario comunitario (Palmillas cuenta con un balneario de aguas termales administrado por los ejidatarios del pueblo).

Días antes de la celebración ya se sabe cuántas corridas van a ser jugadas, cada una con nueve animales. A partir de ello se elaboran algunos volantes para difundir por la región la fecha de las corridas y las palomillas que efectuarán las montas.

Los pueblos que participan y colaboran con sus respectivas corridas son Zacapalco, Santa Fe Tepetalpa, Buenavista de Cuéllar y La Venta de la Negra, estado de Guerrero. Por lo que toca al Distrito Federal, se cuenta con una corrida por parte de San Miguel Topilejo, aunque por parte de dicha comunidad se han llegado a enviar hasta dos corridas. Al sumar a éstas la correspondiente a Palmillas, se cuenta entonces con un total de seis corridas. Sin embargo dicho número puede variar, ya que algunos pueblos no siempre cuentan con recursos suficientes para llevar su corrida. De la misma manera, el número de corridas se ve reducido cuando la fiesta se traslapa con la Semana Santa, ya que por motivos religiosos ese tipo de actividades se suspenden durante jueves y viernes santo. Los motivos de esta restricción podrían estar ligados al hecho de que en Buenavista de Cuéllar, la cabecera municipal, se lleva a cabo de manera espectacular la celebración del vía crucis.

El juego de cada una de las corridas empieza alrededor de las siete de la tarde. A esa hora los toros que serán jugados posteriormente se encuentran en el toril, atados por los cuernos. En las gradas del corral, desde una hora antes empiezan a concentrarse el público de Palmillas y de los pueblos vecinos. Los espectadores oriundos del pueblo que contribuyó con la corrida a jugarse durante ese día tienen derecho de subir a las gradas sin pagar el costo del boleto. Horas antes, tanto a ellos como a los músicos, jinetes y encargados de llevar la corrida de ese día se les ofreció una comida en su honor; además, durante la celebración también se les ofrece sin límite todo tipo de bebidas. La banda de música empieza a tocar las primeras piezas alrededor de las seis de la tarde, justo cuando la gente comienza a llegar al corral de toros. Desde esa hora la carpa empieza también a brindar sus servicios.

El animador, contratado ex profeso para amenizar la celebración, inicia su labor al anunciar el nombre de la banda de música que tocará durante el jaripeo, el nombre del pueblo que presenta la corrida, el nombre del propietario de la corrida de toros a jugar, y a los integrantes de la palomilla a la que habrá de enfrentarse. También presenta los antecedentes de cada uno de los jinetes y del jefe de la palomilla. De la misma manera, menciona el nombre de cada uno de los ejemplares que van a ser jugados y el nombre del montador asignado a cada uno de ellos por parte del jefe de la palomilla. Uno a uno, después de ser nombrados, los jinetes pasan al centro del ruedo, y junto con el ganadero y el payaso son invitados —al igual que el público— a quitarse los sombreros para escuchar la “Oración del jinete”: “Señor te invitamos a que compartas de este sano jaripeo. Nosotros no te pedimos favores solamente te pedimos valor cuando mostramos nuestra destreza en el lomo de un toro, para que cuando llegue nuestra última monta seamos llamados a tu lado, donde las praderas son verdes y el agua limpia como el cristal y nos digas: —Pasa hijo, tu boleto de entrada ya ha sido pagado—. Amén”.

Dicha la oración, entran el grupo de caporales que acompaña a la palomilla y el grupo de caporales que acompaña al ganadero. El trabajo de los primeros consiste en asegurar al toro cuando el jinete ha realizado una monta satisfactoria, para que pueda bajar del animal de manera segura. Estos caporales se encargan también de atar los arreos, conjunto de amarres puestos al toro para ser montado, y que consisten en el verijero, las corneras y el pretal. Los caporales que acompañan a la palomilla cumplen la función de asegurar o distraer al animal para auxiliar al jinete cuando éste cae o es tirado por el toro. El segundo grupo de caporales se encarga de sacar al toro por los cuernos y llevarlo del toril al cajón, donde le son puestos los amarres. Asimismo, se encargan de cuidar que los primeros caporales pongan de manera correcta los arreos al toro, pues se han dado casos en que los caporales de la palomilla ajustan los amarres con demasiada fuerza y ello impide que los toros puedan reparar con holgura al momento de ser montados.

Ya que el toro está dentro del cajón, la palomilla y sus caporales se encargan de ponerle los arreos, lo cual incluye el tipo de pretal usado de acuerdo con el tipo de monta. En el jaripeo ranchero existen dos tipos de monta: pretal o lazo ranchero, y a pretal de grapa o norteña. La monta a lazo o ranchera se realiza con un pretal que corre alrededor del lomo del toro. En este tipo de monta, el jinete debe cumplir el requisito de insertar las espigas a los costados del ejemplar. El segundo tipo de monta se efectúa con el pretal de grapa, que también corre alrededor del lomo del toro, pero en este caso el pretal consta de dos aros, de los que se sostiene el jinete. Para este tipo de monta el jinete debe poner las espigas en el cuello del animal. Se denomina espiga al tipo de espuela empleado para montar toros, cuyo nombre le viene como un tipo de asociación semántica, derivada de la forma que tiene la espuela. Cabe aclarar que ambos tipos de monta se distribuyen durante la celebración en proporciones más o menos iguales, aunque existe una clara tendencia a considerar la monta norteña más espectacular que la primera y con mayor grado de dificultad. También cabe destacar que mientras el tipo de monta ranchero está relacionado directamente con una de las pruebas efectuadas dentro de la charrería, la norteña está más bien relacionada con la forma de montar potros salvajes en los rodeos estadounidenses.

Una vez que el jinete logra quedarle al toro, los caporales de la palomilla lanzan los cabezales, lazos a los cuernos que inmovilizan al toro, para dar al jinete oportunidad de retirar las espigas del animal y bajar de él. En caso contrario, si el toro logra derribar al jinete, con lo que se contaría un porrazo, los caporales deben quitar del peligro al jinete llamando la atención del toro. Esta misma labor es realizada por el payaso, sólo que de una manera chusca. Una vez jugada la corrida se cuentan el número de quedadas y de porrazos, cuantificación que servirá para decidir cuál de todas las corridas se llevará el primer lugar al término de la fiesta.

El pueblo que haya dispuesto la corrida que pudo obtener el mayor número de porrazos es considerado ganador. Por su parte, la ganadería considerada ganadora adquiere el reconocimiento dentro de la región, elevando así su rango de cotización. De esta manera, pueblo y corrida consiguen prestigio dentro de la zona. En este sentido, cada uno de los pueblos se ve comprometido entonces a llevar una corrida que iguale o mejore a la recién brindada, y con ello los lazos de compromisos se mantienen sólidos.

Conclusiones

Por medio del presente estudio, enfocado en la descripción de los elementos del jaripeo ranchero en el poblado de Palmillas, en dos estadios distintos, se ha manifestado el grado de transformación que han experimentado algunos de sus componentes. De la misma manera, y pese a que el grado de transformación es evidente, se ha logrado identificar que la estructura, en cierto sentido, se mantiene casi intacta, pues los sistemas de cooperación siguen vigentes y funcionan como los mecanismos principales que le dan forma. No obstante, la principal diferencia que surge mediante la comparación de ambos estadios se relaciona con el grado de participación que los pobladores mantienen con el fenómeno. Mientras en un primer estadio la participación de los habitantes se da de manera activa, ya sea como jinetes, lazadores, etcétera, en un segundo estadio dicha participación se reduce a la de espectadores del fenómeno. Asimismo, como ha podido apreciarse, los elementos determinantes para mantener con tal vitalidad esta tradición, aunque dándole un nuevo sentido, se derivan: i) del juego de rivalidades desatado entre los distintos pueblos (por medio de la necesidad de obtener prestigio dentro de la región); y ii) de la identificación de los habitantes con sus respectivos lugares de origen, lo cual aunado al fenómeno de la migración, y a su consecuente beneficio económico, ha fortalecido los sistemas de cooperación interno y externo. Como resultado de lo anterior, el jaripeo ranchero, seleccionado como la celebración que sobresale en la fiesta —por medio del cual se determinan el grado de prestigio dentro de la región—, se ha consolidado como un vehículo para determinar los valores de identidad de los pueblos que forman parte del sistema de mutua cooperación.

Por otra parte, a través de la comparación se ha logrado identificar el grado de propagación alcanzado por el fenómeno dentro de la región, así como el grado de asimilación de algunos rasgos venidos de otras regiones, y que han dado al jaripeo una nueva forma, enriqueciendo su práctica con la inserción de un nuevo tipo de monta —la norteña—, la participación del payaso de rodeo y la aplicación de un nuevo sistema de reglas.

Bibliografía

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Reglamento que regirá los jaripeos, www.ordenjuridico.gob.mx [consultado el 15 de mayo de 2006].

“Tradiciones, usos y costumbres”, en www.elespinal.gob.mx [consultado el 10 de mayo de 2005].

Valencia, Ramiro, “El rodeo en México”, en México Desconocido, núm. 316, junio, 2003.

Sobre el autor
Carlos A. Salgado Romero
Dirección de Lingüística, INAH.
Quiero expresar mi más sincero agradecimiento a Miguel Morales Salgado, Miguel Morales Velasco y Efrén Morales Salgado por los datos ofrecidos durante la elaboración de este trabajo.


Citas

  1. Boletín Wrangler, año 2, núm. 4, mayo 2004, p. 2. En línea: www.wrangler-mexico.com.mx/boletin-wrangler4.pdf. []
  2. Orden Jurídico Nacional, Subsecretaría de Asuntos Jurídicos y Derechos Humanos. www.ordenjuridico.gob.mx []
  3. De verija, bajo vientre, pelvis (en algunas comunidades rurales esta palabra está asociada también al órgano sexual femenino. En el Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española verija es la “región de las partes pudendas”). []
  4. Se denomina quedada al hecho de que el jinete logre permanecer en el lomo del toro un determinado tiempo (generalmente un par de series de reparos, cada serie de ocho a diez reparos) y porrazo al hecho de ser derribado rápidamente. []

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