Hugo Chávez: populismo de nuevo tipo

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Una vuelta al populismo ‘clásico’: el caso de Hugo Chávez Frías”, de Jorge Lazo Cividanes, es un texto cuyo análisis ha significado la redacción de muchas páginas en los diversos estudios realizados desde la década de los años sesenta en América Latina.

El autor establece una correspondencia entre el concepto de populismo y sus rasgos histórico-tipológicos con las características que presenta el discurso del presidente Hugo Chávez, mostrando así su carácter ideológico. Sin embargo, cabe hacer algunas observaciones que, desde luego, no aluden a la coherencia del trabajo sino a la posición teórico-analítica del autor. Me refiero a la definición de ideología a que recurre, apoyándose en K. Manheim y Van Dijk. En este caso, me parece que la definición de ideología involucra sólo a una representación sobre el mundo, resultando precaria para el análisis político y a nivel teórico con respecto de otras teorías que han partido de la necesidad de entender la ideología como un fenómeno referido de manera más explícita y condicionado cognoscitivamente en el marco de la estructura de las clases sociales y sus intereses.

La ideología simboliza un modo particular de representación que se organiza discursivamente y justifica los distintos intereses y posicionamientos políticos. En ese marco, me parece que hace falta todavía aclarar en qué contexto de clase social e ideológico en el plano mundial se inscribe una ideología “populista” como la de Chávez, puesto que las condiciones histórico-sociales en las que el populismo clásico surgió, -correspondientes a las políticas desarrollistas y al ascenso de las burguesías “nacionales”-, han desaparecido, mientras en la actual etapa de globalización y hegemonía de las transnacionales, son otras las determinantes.

Entonces, si no queremos ver el populismo de Chávez como una mera supervivencia de esa forma de pensamiento, sino como un fenómeno que responde a condiciones histórico-sociales específicas, debería explicarse su circunstancia en función de las mismas condiciones que lo hacen posible, más allá del voluntarismo o capricho personal de un líder y acaso no bastaría referirse para ello a un determinado “populismo clásico”, sino a un populismo de nuevo tipo, combinado con elementos ideológicos de origen diverso.

Tratándose de un “populismo defensivo” -como sugiere al final el autor-, sería interesante aclarar la relación que guarda con la manera en cómo amplios sectores sociales enfrentan la presión de la globalización, las políticas neoliberales y las pretensiones de la hegemonía estadounidense.

También sería importante saber cómo se explica el autor la persistencia de este tipo de discurso -tan fuera de lugar- en la etapa actual de globalización. Me parece que ésta es una cuestión crucial que debió abordar el artículo. Hace falta, primero, no sólo buscar las reminiscencias de un modelo discursivo en la retórica del presente, sino los motivos de su aparente actualidad y, segundo, no instalarse únicamente en el análisis del discurso que considera al populismo de Chávez como la reacción póstuma de un agónico estilo político, anacrónico y pasado de moda, que es en lo que tanto insisten los voceros de los medios de comunicación.

En teoría política el discurso representa sólo una parte del análisis del fenómeno en cuestión, a lo que se podrían añadir las diversas expresiones y el estilo de liderazgo que se van manifestando en dicho fenómeno. A ese respecto, me parece que no se debe perder de vista el contexto y la estructura socio-política de la sociedad, así como el papel de los agentes -ideológicos asimismo- de dominación a escala mundial.

¿Por qué el “populismo clásico” aparece como la forma mediante la cual se está resistiendo a la globalización hegemónica? Y ¿cuáles son sus límites inherentes? Sería una de las cuestiones que, en mi opinión, quedan pendientes en el artículo para entender un fenómeno como el de Chávez y la actualidad que adquiere este tipo de nacionalismo (como bien ha señalado el autor).

Puede ser que nos hallemos ante una forma de resistencia, de raíz profunda, ante las fuertes presiones de las tendencias y tentativas desestabilizadoras de Estados Unidos, las cuales se combinan con las propias contradicciones internas del país y la constitución de alianzas entre los sectores de oposición, principalmente entre los sectores medios, parte del ejército y la Iglesia. La política estadounidense opera así, apoyándose en los movimientos opositores, superando de esta manera las formas meramente “golpistas” de décadas anteriores en América Latina.

En efecto, el interés de Estados Unidos para disponer ventajosamente de los importantes recursos energéticos del petróleo; su injerencia en el control estratégico del territorio venezolano y el acotamiento del gobierno de Venezuela ante la regionalización punitiva que representa el Plan Colombia, así como el proyecto de dominio sobre América Latina a partir del establecimiento del ALCA -obstaculizado por una alternativa de integración regional y de mercado basada en un ideal bolivariano-, constituyen por lo menos tres elementos que dan pie a este “populismo” para bloquear las pretensiones estadounidenses, y prefigura irónicamente la posibilidad de una alternativa frente al discurso igualmente ideológico sobre la “democracia” de los derechos humanos.

Pese a la hipótesis del autor, de que hay una dinámica de relaciones y conflictos en el medio sociopolítico en el que aparece el discurso estudiado que lo articula y le da un sentido y una lógica, no aparece en el artículo la pertinencia histórica o la explicación sobre la eficacia (relativa) del discurso populista, a pesar de que menciona las líneas del panorama global que señala Mesnner (1999).

Como hemos dicho, se alude a los elementos ideológicos (populistas) del discurso de Chávez, pero no se identifican los sectores sociales a los que correspondería esa ideología en su dinámica social. Es de suponerse que en Venezuela la retórica populista se sitúa en un nuevo contexto y acaso, como una cierta remitificación de los valores nacionalistas y bolivarianos.

El problema que esta carencia conlleva, es que el concepto de ideología y de populismo aquí considerados podrían quedar reducidos a un caprichoso recurso político de tipo instrumental por parte de Chávez. Es decir, habría una explicación pendiente acerca del carácter social y el estado de ánimo en el que se retroalimenta.

Un acercamiento a esta explicación la da certeramente el autor, cuando aclara la relación existente entre los fundamentos ideológicos del discurso político de Chávez “y la crisis que generan en la sociedad venezolana los procesos de modernización y globalización”, por lo cual lo define como defensivo y conservador.

Sin embargo, ésta sería una paradoja, pues la oposición al dominio del capitalismo y su hegemonía estadounidense, resulta una forma de resistencia social conservadora. Ello, empero, me sugiere que es conservadora si sólo se concibe como un “estilo de discurso ideológico” y no están presentes otros elementos, componentes sociales y contextuales de los que ha podido adquirir una particular actualización y resemantización.

Asimismo, habría que considerar el discurso populista de Chávez en el nuevo contexto de interrelación con otros elementos: por ejemplo, el ineludible contenido de la nueva Constitución y el elemento pluriétnico y multicultural que incorpora. Ciertamente Contradictorios, puesto que algunos, como ciertas medidas económicas sumamente discutibles establecidas por el gobierno de Chávez, no escapan al paradigma de los programas neoliberales.

También existen nuevos actores sociales en el escenario político y una situación de crisis, incluso de las instituciones sociales. Se pretenden además “terceras vías”, donde la lucha entre lo global y lo tradicional adquiere matices más perentorios que en las décadas pasadas.

Si al régimen de Chávez sólo se le considera a la luz del “populismo clásico”, se estará limitando la amplitud y complejidad del fenómeno que representa y los elementos ideológicos diversos (no sólo populistas) que puede incluir para considerarlo apenas como la puesta en escena de un lenguaje nacionalista anticuado, limitado a la persona, dejando en cambio en la sombra otros aspectos originales y elementos que permitirían entender la relación con los sectores sociales a los que representa.

Hace falta una caracterización que no reduzca el fenómeno Chávez a una simple repetición de otros populismos, pues no podríamos entender entonces su persistencia o bien, su originalidad, aunque posiblemente apenas sobreviva al dudoso y catastrófico restablecimiento de su gobierno después del frustrado golpe del pasado mes de abril de 2002.

Cabe preguntarse por último si las nuevas condiciones de establecimiento de un “nuevo orden mundial” -basado en las medidas antiterroristas hoy elevadas a rango de política internacional, así como la competencia entre los bloques mundiales y las contradicciones resultantes de las migraciones y las situaciones de conflicto multicultural- ocasionarán el surgimiento de movimientos neopopulistas de nuevo tipo (de izquierda o de derecha, como ha sido el caso en Europa).

Esta aportación contribuirá a estimular el debate sobre la situación por la que transita hoy América Latina y Venezuela, siendo particularmente pertinente, dado el momento político que vive la nación venezolana.

Sobre el autor
Jesús Antonio Machuca R.
Dirección de Etnología y Antropología Social, INAH.

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