¿A dónde iremos
donde la muerte coexiste?
Mas, ¿por esto viviré llorando?
Que tu corazón se enderece:
aquí nadie vivirá para siempre
Aun los príncipes a morir vinieron,
hay incineramiento de gente.
Que tu corazón se enderece:
aquí nadie vivirá para siempre.
Nesahualcóyotl1
El objetivo de este artículo es el análisis e interpretación de la ofrenda 1 del templo de Ehécatl-Quetzalcóatl, ubicado en el recinto ceremonial de lo que fuera la antigua ciudad de Texcoco en el Posclásico tardío. Este depósito ofrendario alude alegóricamente al mito de la creación humana en que participa activamente dicha deidad. La ofrenda, cuyo rasgo fundamental es su carácter consagratorio, se analiza desde una perspectiva integral en la que se aplican metodologías y planteamientos teóricos multidisciplinarios: de la antropología física para evaluar el estado de los restos óseos humanos; la etnohistoria permite acercarnos con mayor autenticidad a la interpretación de los mitos encontrados en textos y documentos, mientras la arqueología hace posible el análisis contextual de los materiales donde se realizó el evento.
A raíz de las tareas de salvamento arqueológico en el centro de la ciudad de Texcoco se exploró una ofrenda cuyas características permiten analizar la deidad Ehécatl-Quetzalcóatl, la forma y ubicación de su templo, los modos de representación y festividades dedicadas a ella y otros elementos necesarios para contextualizar la relación entre el dios y los hombres.
A Ehécatl-Quetzalcóatl se le atribuye la creación de los seres humanos en la era actual, misma que se menciona en el Códice Chimalpopoca. Además, en otros textos se menciona que “es una entidad multiforme y proteica. Acumula los atributos del dios creador y del héroe cultural a quien se deben los bienes de la civilización. Comparte las potencias creativas y ordenadoras del dios del viento y las cualidades transformadoras de la estrella vespertina. Asume las innumerables representaciones de la serpiente emplumada. Es el arquetipo del sacerdote ejemplar y su nombre designa a los más altos dignatarios que desempeñan este oficio”.2
Atributos de Ehécatl-Quetzalcóatl
El panteón de los pueblos nahuas del Posclásico tardío que ocuparon la cuenca de México estuvo poblado por una gran cantidad de dioses, entre éstos destacaban Tlaloc, Tezcatlipoca y Ehécatl-Quetzalcóatl, y cada uno de ellos tenía un significado particular. Ehécatl-Quetzalcóatl es una deidad cuyo origen se remonta a las sociedades del Clásico; posteriormente se le relaciona con el desarrollo cultural de Tula (900-1200 d.C.), donde aparece caracterizado como benefactor, como guerrero capaz de enfrentarse a las fuerzas de la noche, y convertido en símbolo de superioridad tolteca al empuñar su lanzadardos. Más tarde, con la llegada de los chichimecas y la caída de Tula, varias entidades de la cuenca de México, entre ellas Texcoco, adoptan el culto a esta divinidad en un afán por apropiarse de una herencia histórica y cultural que les permitiera legitimizar, controlar y dominar políticamente a otros pueblos.
Ehécatl-Quetzalcóatl fue uno de los dioses más importantes para los pueblos del panteón mesoamericano; no sólo pudo trascender, sino que conserva e incrementa sus representaciones y significados a pesar de las turbulencias políticas. Florescano señala que “los poderes de Ehécatl residen en su capacidad de mover los vientos por los distintos rumbos y niveles del cosmos. Es la fuerza que transporta el aire, el soplo que empuja las nubes y precipita la lluvia en la tierra”.3 Como dios creador y benefactor del hombre, a él se encomendaban los comerciantes, los artistas y muchos enfermos. Le dedicaban ofrendas, autosacrificios y víctimas de su agrado, e incluso los tlaloques arraigaban su linaje en Ehécatl-Quetzalcóatl. Así, podemos concluir que en él encontramos un verdadero aliento de vida.
En el calendario anual en que se inserta la fiesta de este dios se observa el renacimiento de los brotes de plantas, convirtiéndose entonces en un halo de vida para las sociedades agrícolas.4 En este sentido Ehécatl-Quetzalcóatl era el proveedor; más aún, era una deidad civilizadora arraigada entre los pochtecas cuando éstos se constituyeron en avanzada militar y de contacto, cuyas redes permitían el flujo de información importante hacia sus centros políticos.
El templo
Las sociedades humanas conciben y construyen espacios sagrados. El paradigma arquitectónico de tales manifestaciones son los templos, lugares santificados donde se recrea de manera alegórica el cosmos o una parte de él, y del que hipotéticamente emana la energía que hace posible la comunicación entre los dioses y la comunidad humana.
De acuerdo con las fuentes históricas, los templos dedicados a Ehécatl-Quetzalcóatl tenían una planta circular, lo que los distinguía de cualquier otro. Tal disposición con ausencia de ángulos se consideraba favorable para el paso libre del viento. En torno a estos recintos había una serie de braseros que permanecían encendidos día y noche. Templos con tales características había en Cholula, Tlaxcala y Huejotzingo, donde Ehécatl-Quetzalcóatl era el dios principal. Las plataformas o pirámides tenían sesenta escalones, con un patio en la parte superior finamente encalado y una habitación redonda. El acceso al templo era bajo y para entrar había que inclinarse. Su techo semejaba una copa redonda de paja (xacalli).5
Templos dedicados a Ehécatl-Quetzalcóatl, notables por su majestuosidad, los hubo en ciudades como Tenochtitlan, que lo tenía frente a su templo principal; el de Tlatelolco estaba localizado al sureste del edificio principal, mientras en Texcoco estaba emplazado al noreste del Templo Mayor. La ubicación precisa podía variar de un lugar a otro; sin embargo, su importancia radicaba en el sentido de su presencia y evocación del poder de la fertilidad, esencial para una sociedad agrícola.
Su imagen
No es claro en qué momento las representaciones de Quetzalcóatl adquieren caracteres antropomorfos; sin embargo, quizá pudo haber ocurrido hacia el final del desarrollo tolteca en el periodo Epiclásico, cuando se adscriben al dios cualidades civilizadoras y tutelares, lapso también en el que deidad y mito llegan a personificarse, alejándose de sus antiguas representaciones serpentinas.
Para el Posclásico tardío la deidad ha adoptado nuevos caracteres y su representación, de acuerdo con fray Diego Durán, tenía cuerpo humano, mientras el rostro estaba cubierto por una máscara en forma de pájaro, con pico de color rojo dentado, la lengua colgaba y exhibía una gran cresta que empezaba en el pico y terminaba en la cabeza; esta imagen estaba hecha de madera:
El ornato deste ydolo era que en la caueca tenia una mitra de papel puntiaguda pintada de negro y blanco y colorado. Desta mitra colgauan atrás vnas tiras largas pintadas con unos rapacejos al cavo que se tenian á las espaldas. Tenia en las orejas unos carcillos de oro a la mesma hechura de unas orejas. Tenia al cuello un joyel de oro grande a la hechura de una ala de maripossa colgado de una cinta de cuero colorado. Tenia una manta toda de pluma muy labrada de negro y colorado y blanco á la mesma hechura quel joyel como una ala de maripossa. Tenia un suntosso braguero con las mesmas colores y hechura que le daua debajo de las rodillas. En las piernas tenia unas calçetas de oro y en los pies unas sandalias calcadas. Tenia en la mano derecha una segura hechura de hoz la qual era de palo pintada de negro blanco y colorado y junto a la empuñadura tenia una borla de cuero blanco y negra todas de aues marinas conbiene assauer de garcas y cuerbos marinos con cantidad de rapaçejos de las mesmas plumas muy espessas (fig. 1).6
Este cúmulo de nuevos elementos iconográficos en la representación de Ehécatl-Quetzalcóatl se fusiona en dos deidades:
por un lado Quetzalcóatl como dios sabio, y por otro Ehécatl como dios del viento. La integración de ambas da paso a una deidad única,7 donde la fuerza vital es a un tiempo impulso civilizador y fuente de fertilidad. Algunos de los elementos iconográficos a los que hemos hecho referencia han sido observados en diversas representaciones realizadas en lapidaria y cerámica recuperadas durante las excavaciones de la temporada 2003-2004, en el predio Juárez-Artega de Texcoco, donde se excavó el Templo de Ehécatl-Quetzalcóatl.
La festividad
La fiesta de este dios era celebrada el 3 de febrero. Para tal efecto era comprado un esclavo que no tuviera defecto físico alguno. Durante cuarenta días previos a la fecha lo paseaban por la ciudad vestido con los atuendos del dios, acompañado por una guardia. Por las noches se le encerraba para evitar su fuga. Por la mañana se le servían los mejores platillos, y una vez terminados le obsequiaban collares de flores que colocaban en su cuello, antes de bailar y cantar. La gente que lo escuchaba y veía, mujeres y niños, a su paso le ofrendaban muchas cosas. Cuando faltaban nueve días para la fiesta era visitado por dos viejos, quienes le informaban que pronto se llevaría acabo el neyolmaxiltihztly (apercibimiento), lo que en ocasiones deprimía a estos individuos, y para evitar malos augurios y calamidades le daban una bebida llamada ytzpacalat. A la medianoche del 3 de febrero era sacrificado y su corazón ofrecido a la luna, su cuerpo arrojado por las gradas donde lo esperaban los mercaderes para llevarlo y cocinarlo en la casa del principal comerciante. Recordemos que “…los aztecas seguían un procedimiento muy ritualizado, cargado de simbolismo, en el sacrificio de sus víctimas y la distribución de su carne […] celebraban los ritos sacrificiales en un escenario de plazas y templos, ante multitudes de espectadores que se reunían a diario para contemplarlos”: 8
Al banquete solene de este esclauo se juntauan los mercaderes todos que tratauan en todo genero de mercaderia especialmente en conprar y bender esclabos ofreciendo cada año este esclavo para semejanza deste dios suyo comprándole de comunidad en el tianguiz de Azcapotzalco on en el de ytzucan que era el tianguiz diputado para los esclavos y en ningun otro se podian bender y açiase aquella ceremonia de laballos y purificallos los sacerdotes a caussa de que eran comprados y con aquellos quedauan limpios de aquella macula del cautiberio.9
El papel que desempeñaban los pochtecas en esta celebración da cuenta de su importancia. Los comerciantes eran una clase de embajadores ante los pueblos y ejercían, como se ha dicho, una doble función: eran agentes civilizadores, que mientras se ocupaban de proveer materias primas exóticas fungían como avanzada militar.
Las fiestas dedicadas a su dios eran pues una manifestación del poder de los pochtecas y una demostración del imperio de la Triple Alianza, que a través de ellos ampliaba sus redes tributarias y de dominio. Las características y atributos de Ehécatl-Quetzalcóatl permitían que fuera visto como dios creador del cosmos, del calendario y de los seres humanos, por lo que se constituyó en un dios principal.
El mito de la creación y el Códice Chimalpopoca
Las excavaciones arqueológicas han permitido correlacionar los hallazgos con las descripciones etnohistoricas, y en este sentido podemos mencionar, por ejemplo, el caso del monolito de la Coyolxauhqui localizado en Templo Mayor de Tenochtitlan. Donde el mito se materializa de acuerdo con la leyenda, Coyolxauhqui incita a sus hermanos (surianos) a castigar a su madre Coatlicue, quien había quedado encinta después de haber recogido un plumaje del suelo. Al dirigirse, tanto los 400 surianos como Coyolxauhqui, a la cumbre del cerro del Coatepec donde habitaba Coatlicue, nace Huitzilopochtli vestido con sus atavíos para la guerra y enfrenta a sus adversarios cortando la cabeza a su hermana Coyolxauhqui, quien quedó abandonada en la ladera del cerro, el cuerpo rodó hasta abajo haciéndose pedazos y sus miembros cercenados se esparcieron. En este sentido el Templo Mayor alude al cerro del Coatepec, y el monolito representa la decapitación y desmembramiento del cuerpo de Coyolxauhqui. Finalmente, es la materialización del mito de la muerte de Coyolxauhqui y el nacimiento de Huitzilopochtli, la imposición del sol sobre la luna.10
En la “Leyenda de los Soles” se muestra la cosmovisión sobre la creación de los seres humanos. Para los pueblos que habitaron la cuenca de México existe un relato sobre la creación y se encuentra en el Códice Chimalpopoca. En este documento se menciona que los dioses acordaron inventar a los hombres, y para ello envían como su representante a Quetzalcóatl, quien sale en busca de los huesos de la antigua humanidad resguardados en el inframundo por Mictlantecuhtli.
Cuando los dioses envían a Quetzacóatl al Mictlán, comienza a gestarse una reciprocidad entre dioses y hombres, esperando los primeros que les rindan veneración y los alimenten con sangre de individuos jóvenes, para que les permitan recuperar su fuerza y evitar el envejecimiento y la decadencia. Cuando Quetzalcóatl se encuentra con Mictlantecuhtli, dios del inframundo, le dice: “He venido por los huesos preciosos que tú guardas. Y dijo aquél: ¿Qué harás tú, Quetzalcóatl? Otra vez dijo éste: Tratarán los dioses de hacer con ellos quien habite sobre la tierra. De nuevo dijo Mictlantecuhtli: Sea en buena hora”. 11
En estos momentos Mictlantecuhtli pide a su visitante que tome su caracol, lo toque y dé cuatro vueltas por su trono para que le pueda dar lo que andaba buscando; pero ello no era posible, ya que el caracol no tenía agujeros. Entonces llamó a sus gusanos para que los hicieran y pudiera tocarlo. De esta forma Quetzalcóatl consigue los huesos del hombre y de la mujer, haciendo con ellos un atado. Mictlantecuhtli demanda que los huesos fueran regresados, y al sentirse engañado por Quetzalcóatl manda hacer un hoyo en el camino de retorno donde aquél cae, muere, renace y vuelve a realizar su atado que lleva a Tamoanchan, donde entrega los huesos a la diosa Quilachtli: “ésta es Cihuacóhuatl, que a continuación los echó en un lebrillo precioso. Sobre él se sangró Quetzalcóhuatl su miembro: y en seguida hicieron penitencia todos los dioses […] Apanteuctli, Huictlolinqui, Tepanquizqui, Tlallamánac, Tzontémoc, y el sexto de ellos Quetzalcóhuatl. Luego dijeron: ‘han nacido los vasallos de los dioses'”. 12
De esta manera, los sacrificios humanos eran un acto de reciprocidad de los hombres para con sus creadores, un acto a través del cual alimentaban y mantenían el círculo vital del cosmos, garantizando así la subsistencia de la especie humana.
La ciudad prehispánica de Texcoco
Las fuentes históricas dan cuenta de la importancia geopolítica que tuvo la ciudad de Texcoco en la época prehispánica, su centro fue un espacio sagrado que fungió de modelo para otras ciudades posclásicas de la cuenca de México. Su recinto ceremonial estaba integrado por un conjunto arquitectónico compuesto por un templo principal y otros situados a su alrededor, como el templo dedicado a Ehécatl-Quetzalcóatl donde se recuperó la ofrenda 1. Por otra parte, gracias a las descripciones de autores de los siglos XVI y XVII —entre ellos Pomar, Alva Ixtlilxóchitl, Torquemada y Vetancurt—, conocemos las características y liderazgo de Texcoco durante todo el Posclásico. Hay autores que incluso reportan a esa ciudad como la segunda más importante de ese periodo después de conformada la Triple Alianza, pues “competía en grandeza y majestuosidad con la ciudad de México Tenochtitlan. Las descripciones hablan de que la ciudad de Texcoco era una bella urbe, con grandes y suntuosos templos, muy gentiles casas y aposentos de los señores, mezquitas y oratorios muy bien labrados y grandes mercados”.13
El papel que la historiografía ha dado a Texcoco como ciudad secundaria es inexacto. Fue fundada hacia 1250, mucho antes que Tenochtitlan (1325) y Tlatelolco (1337), por lo que su diseño y traza sirvieron de modelo para éstas.
Desafortunadamente, el sistema centralista bajo el que se ha desarrollado la nación mexicana favorece una investigación arqueológica e historiográfica que privilegia a la ciudad tenochca, en detrimento del papel y valor histórico de Texcoco. De manera que el interés en torno a la historia antigua de la ciudad ha quedado en segundo plano, lo que de manera puntual se expresa en los escasos trabajos de exploración arqueológica ahí realizados, gravitando casi exclusivamente en torno a tareas de salvamento. Es en tal contexto que rescates arqueológicos como el aquí presentado adquieren especial relevancia, ya que permiten liberar restos arquitectónicos de una pequeña parte del recinto ceremonial de Texcoco.14
Durante los trabajos arqueológicos fue excavado parcialmente un patio hundido en el que se descubrieron dos templos. Al sur, uno aparentemente dedicado tanto a Tezcatlipoca como a Ehécatl; al norte, la plataforma o basamento de planta circular del templo de Ehécatl-Quetzalcóatl.15 Si bien una parte del área excavada ya había sido objeto de remociones y saqueo, los trabajos de rescate permitieron la localización y excavación controlada de algunas ofrendas, y entre ellas destaca la que a continuación nos ocupa, de cuyo análisis derivamos una propuesta de interpretación.
Descripción y análisis de la Ofrenda 1
La Ofrenda 1 fue ubicada en el Pozo 2 y excavada bajo el piso del patio hundido, seis metros al sur del talud perimetral del basamento semicircular del Templo de Ehécatl-Quetzalcóatl. La ofrenda fue depositada debajo del piso del patio, cuyo nivel corresponde al desplante del basamento redondo, por lo cual puede inferirse que evidencian eventos sincrónicos (fig. 2).
Debido a un conjunto de factores contaminantes, derivados en su mayor parte del hecho de que el área de excavación fue antes una gasolinera, no se han realizado dataciones por radio carbono, y los estimados cronográficos realizados en 2003 descansan en correlatos cerámicos, para establecer el periodo Posclásico tardío como fecha en que fue depositada la ofrenda.16
El análisis de los huesos largos y cráneos humanos evidenció que se trataba de un total de diecisiete individuos, cifra determinada por el número mínimo de elementos óseos (mandíbulas), cuyas edades a la muerte son: uno de 15 a 18 años (5.88%), dos entre 20
y 25 (11.76%), siete entre 25 y 30 (41.17%) y siete (41.17%) en los que no fue posible determinar la edad.
El análisis morfoscópico mostró que 8.33% son femeninos, 41.66% son masculinos y para el 50% restante no se dispuso de los elementos necesarios para determinar el sexo. El sexo fue determinado con base en las características morfológicas de cráneo (apófisis mastoides, arcos supraorbitales y cresta del occipital). La estatura promedio de los individuos que conforman la ofrenda se encontraba entre 1.57 metros para las mujeres y 1.59 para los hombres. Dichas medidas se obtuvieron a partir de los huesos largos completos, y se determinaron para hombres y mujeres porque no estaban separados unos de otros (osario).
El análisis morfoscópico de los restos óseos para evaluar el estado de salud de estos individuos reveló huellas de criba orbitaria17 en siete de los doce cráneos evaluados (58.33%), mientras la hiperostosis porótica18 estuvo presente en todos los casos. Este análisis también reveló que dos mandíbulas tienen evidencia de hipoplasia del esmalte en incisivos (11.76%). Asimismo, pudo observarse que 52.66% de la muestra presenta periostitis, mas no se descarta que este valor pudiera incrementarse porque los restos óseos presentan deterioro, por lo que sólo fueron considerados aquellos en que se pudo determinarse dicho factor.
La hiperostosis porótica y la criba orbitaria se han considerado indicadores de anemia por deficiencia de hierro; sin embargo, en asociación con la periostitis puede indicar problemas nutricionales, debido a una absorción deficiente de nutrientes provocada por problemas gastrointestinales. En cuanto a salud bucal, tenemos que trece individuos (76.47%) tienen caries y sarro o cálculos dentales. El primer padecimiento está asociado al consumo de carbohidratos, el segundo con ingesta de proteínas y una mala higiene bucal.
Con base a la tabla propuesta por Brothwell,19 los individuos de esta muestra presentan un desgaste de la forma (4) en las cúspides del primer y segundo molar de la mandíbula, que van hacia la parte mesial en ambos lados en un promedio de 23.52%. En relación con el total de estos individuos, catorce (82.35%) presentan dicho desgaste —consideradas las 17 mandíbulas-. Éste puede ser producto del consumo de alimentos duros o con partículas abrasivas, o bien por emplear los dientes como herramientas. Además, no se descarta un patrón de desgaste en función de la edad de los individuos, pues entre más avanzada sea la edad el desgaste es mayor.
En cuanto a evidencias de prácticas culturales presentes en este material, tenemos una mandíbula que presenta limado dental en el canino izquierdo, de tipo C5 de acuerdo con la clasificación de Javier Romero (fig. 3).20 Otra práctica es la trepanación presente en el cráneo de dos individuos (16.66 %); la técnica utilizada es la de taladro en los parietales izquierdos, en ambos casos con un diámetro de 1.3 centímetros.
Las marcas de desarticulación encontradas en las diáfisis de los huesos largos insinúan la idea de que la intención era desmembrar
el cuerpo y colocar los restos óseos en la ofrenda; sin embargo, ello no implica un desollamiento o el consumo de carne, debido a que sólo una muestra muy pequeña presenta este tipo de marcas (cuatro huesos).
La forma braquicraneal de los restos óseos recuperados en esta ofrenda es característica de varias poblaciones de la cuenca de México, y la presencia de un individuos con osamenta de forma dolicocraneal da pie para pensar en individuos originarios de otras áreas geográficas.
La ofrenda fue depositada en una fosa de forma elíptica y cóncava, donde en una primera acción deposicional fueron acomodados los huesos humanos largos de miembros superiores e inferiores, quedando la parte proximal al Este y la distal al Oeste; todos fueron dispuestos de forma horizontal. Aun cuando no se encontró evidencia de que estuvieran atados, no se descarta esa posibilidad, pues la simple posición que tenían permite suponer que se trata de un atado de huesos. Recordemos que en su regreso del inframundo Quetzalcóatl hace un atado para llevarse los huesos.
Al centro de ese conjunto de restos óseos fueron dispuestos un machacador de barro y una figurilla sedente de Ehécalt-Quetzalcóatl acomodada sobre la espalda. Encima de ese primer nivel de depósito fueron colocados los iliacos, algunas mandíbulas, vértebras y fragmentos de cráneo. En un tercer nivel, encima de éstos se colocaron once cráneos dispuestos en forma de espiral, y alrededor de ellos colocaron varios iliacos y mandíbulas cubiertos con tierra.
Interpretación de la Ofrenda 1
Sabemos que Ehécatl-Quetzalcóatl era concebido como un dios benefactor porque con su aliento barría los cielos, lo cual propiciaba la entrada de nubes de lluvia que regaban los campos que los seres humanos habrían de sembrar para la subsistencia. Sin embargo su importancia era mayor, pues Quetzalcóatl se convierte en el dios creador de la humanidad y con ello eleva su rango sobre los demás. De acuerdo con el mito de la creación, los dioses piden a Quetzalcóatl que viaje al inframundo y busque los huesos de la antigua humanidad, que Mictlantecuhtli preciadamente resguarda.
En la Ofrenda 1 observamos una disposición de cráneos en espiral, elemento típico de Ehécatl por tratarse de una representación del viento, que es capaz de llevar las nubes y la lluvia para sustento de los hombres. Se trata de once cráneos que asemejan una espiral; el primero está invertido y el foramen magno (agujero occipital) representaría la entrada al inframundo; el onceavo cráneo está colocado con la parate frontal hacia el suelo, lo cual se interpreta como la llegada ante Mictlantecuhtli el señor del inframundo (figs. 4 y 5).
Ahora bien, según la “Leyenda de los soles” Quetzalcóatl solicita los huesos de la antigua humanidad que celosamente resguarda Mictlantecuhtli; éstos le son entregados y, a su regreso del inframundo, con la ayuda de su gemelo precioso Xólotl logra vencer diversas pruebas que le esperan hasta volver de nuevo a la superficie del mundo.21 Pero anteriormente Mictlantecuhtli había ordenado a sus aliados que hicieran un agujero en el que debía caer Quetzalcóatl, lo cual provoca que el atado se rompa y los huesos se revuelvan unos con otros. En la excavación, al ser retirados los cráneos pudo observarse una cama de huesos largos (fémures, tibias, radios, cubitos, húmeros) que pudieron ser dispuestos como un atado.
En ese mismo contexto, la forma cóncava de la fosa se interpreta como análoga al agujero mandado hacer por Mictlantecuhtli,
donde cae Quetzalcóatl y se esparcen los restos óseos. En los huesos largos ahí recuperados no se encontraron vestigios de que se hayan expuesto al fuego, y sólo en cuatro se encontraron evidencias de corte, lo cual sugiere que dichos restos originalmente eran parte de diversos entierros primarios, luego exhumados para depositarse como se muestra en la fig. 6.
Recordemos que al centro del atado de huesos del primer nivel yacía en posición dorsal una imagen sedente de Quetzalcóatl, lo cual podría representar la parte del mito alusiva al momento en que el dios resucita para recoger los huesos del hombre y la mujer que yacían esparcidos, hacer un nuevo atado para después llevarlos a Tamoanchan, donde el género humano habría de ser creado nuevamente (figs. 7 y 8). Al llegar a su destino entrega los huesos a la diosa Cihuacóhuatl-Quilachtli, quien muele los restos y los echa en una vasija preciosa. En la ofrenda fue encontrado un objeto similar a un tejolote o mano de mortero, el cual puede interpretarse como el objeto usado por la diosa para moler los huesos y sobre los cuales Quetzalcóatl vertió su sangre, acción acompañada por la penitencia divina de todos los dioses. Se dice entonces que fue así como nacieron los hombres, pues los dioses habían hecho el sacrificio de dar su sangre (figs. 9 y 10).22
Varios autores, entre ellos Edward Seler, Alfonso Caso y Miguel León Portilla, consideran el sacrificio humano, y en especial la ofrenda de corazón y sangre, como la necesidad exigida por los dioses para su propio sostenimiento. El corazón y la sangre representan la energía vital y, por tanto, su ingestión por parte de una deidad significa el mantenimiento y aumento energético y vital de los dioses en general.23
Conclusiones
De acuerdo con lo expuesto, la ofrenda 1 tuvo como propósito la recreación alegórica de un mito que conocemos y se describe en el Códice Chimalpopoca, y por estar relacionado con la creación de los seres humanos permite entender la dependencia entre hombres y dioses.
El análisis de los restos óseos humanos indica que la ofrenda está integrada por osamentas de diecisiete individuos adultos, tanto hombres como mujeres, cuyas edades fluctúan entre 15 y 35 años. Al estudiar dichos restos se encontraron huellas de lesiones asociadas con hiperostosis porótica, criba orbitaria, hipoplasia del esmalte y periostitis, osteopatologías indicativas de que estos individuos presentaban problemas de salud comunes a los reportados para la mayoría de poblaciones prehispánicas del mismo periodo cultural.
Los datos arqueológicos recuperados evidencian que el área intervenida era parte de la arquitectura monumental religiosa, un espacio ritual de lo que antiguamente fuera la ciudad prehispánica de Texcoco.
Finalmente, se destaca la importancia que tuvo Ehécatl-Quetzalcóatl en la sociedad texcocana, en especial en la elite que adopta a este dios para remitir su herencia histórica y cultural, que les permite legitimar su poder. Además de ser considerado una fuerza creadora de vida, es un agente civilizador cuya presencia data del periodo Clásico y se diversifica durante el Posclásico tardío.
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Sobre el autor
David López Monroy
Museo Nacional de Agricultura
Universidad Autónoma Chapingo/
Rescate Arqueológico Juárez-Arteaga, INAH.
ajolote29@yahoo.com.mx.
Citas
- José Luis Martínez, Nezahualcóyotl, 1972, p. 82. [↩]
- Enrique Florescano, “El simbolismo de Quetzalcóatl”, en Artes de México, núm. 32, 2002, p. 25. [↩]
- Enrique Florescano, Quetzalcóatl y los mitos fundadores de Mesoamérica, 2004, p. 244. [↩]
- En la actualidad las comunidades campesinas que rodean la ciudad de Texcoco comienzan a preparar sus tierras de cultivo de temporal en los meses de febrero-marzo (barbecho y abono), de tal forma que el 15 de mayo, día de la celebración de San Isidro, las plantas han brotado. La fiesta de este dios que se celebraba en febrero tiene relación con el ciclo agrícola, pues en tal fecha se realizaba la petición para que barriera las nubes que traían el líquido vital. [↩]
- Edmundo O’Gorman (ed.), El libro perdido. Ensayo de reconstrucción de la obra histórica extraviada de fray Toribio, 1989; fray Toribio de Benavente (Motolinía), Historia de los indios de la Nueva España, 2003. [↩]
- Fray Diego Durán, Historia de las Indias de Nueva España e islas de tierra firme, 2002, pp. 71-72. [↩]
- Enrique Florescano, op. cit., 2004, p. 244. [↩]
- Marvin Harris, Bueno para comer. Enigmas de alimentación y cultura, 1991, p. 298. [↩]
- Fray Diego Durán, op. cit., p. 73. [↩]
- César Macazaga Ordoño, Mitología de Coyolxauqui, 1981. [↩]
- Primo Feliciano Velásquez (trad.), Códice Chimalpopoca. Anales de Cuauhtitlán y leyenda de los Soles, 1945, p. 121. [↩]
- Idem. [↩]
- Gustavo Coronel Sánchez, “El Templo Mayor de la ciudad prehispánica de Texcoco, una propuesta de ubicación”, en Texcoco Cultural, vol. 1, núm. 1, 2003, p. 10-15. [↩]
- Las temporadas de excavación del rescate arqueológico Juárez-Arteaga se realizaron en 2003-2004, en ellas colaboraron los arqueólogos María Teresa García García como directora del proyecto, Gustavo Coronel Sánchez y Yalo Madrigal Cossío, además de los antropólogos físicos Beatriz Ramírez Meza y el autor. [↩]
- Ma. Teresa García García, et al., “Informe técnico del salvamento arqueológico tienda Coppel Texcoco (Juárez Sur-Arteaga)”, 2004 (mecanoescrito). [↩]
- Ma. Teresa García García, et al., “Informe técnico del rescate arqueológico tienda Coppel Texcoco (Juárez Sur-Arteaga)”, 2003, mecanoescrito. [↩]
- Criba orbitaria: ‘se observa en los techos de las órbitas; esta enfermedad se asocia con la anemia y tenemos varios tipos: talasemia (anemia eritoblástica), anemia ferrum (deficiencia de hierro); la superficie lisa y suave se engrosa y se vuelve porosa con pequeños orificios. Según Goodman y Martín (1984, 1985) son indicadores de estrés nutricional, en asociación sinérgica con los procesos infecciosos y un desbalance en la dieta’; véase Zaid Lagunas Rodríguez y Patricia Olga Hernández Espinosa, Manual de osteología, 2000, p. 88. [↩]
- La hiperostosis pórotica “se observa en frontal, parietales y occipital, se adquiere por la presencia de padecimientos infecciosos prolongados en una población”; idem. [↩]
- Don Brothwell, Desenterrando huesos. La excavación, tratamiento y estudio de restos del esqueleto humano, 1987, p. 108. [↩]
- Javier Romero Molina, “La mutilación dentaria”, en J. Romer (ed.), Antropología Física. Época prehispánica, 1974, pp. 179-194. [↩]
- Primo Feliciano Velásquez (trad.), op. cit., 1945. [↩]
- Ibidem. [↩]
- José Alcina Franch, Los aztecas, 1989, p. 150. [↩]