Ay Nicaragua, Nicaragüita,
la flor más linda de mi querer…
(Carlos Mejía Godoy
y los de Palacagüina)
En el año 2006 el Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN) regresa vía electoral a la presidencia de Nicaragua, 16 años después de haber perdido las elecciones y a 27 de haber llegado al gobierno tras una revolución popular que fue seguida a través de los medios de comunicación en todo el mundo. En una época, como la actual, donde se valora tanto el futuro y las “potencialidades”,1 bien vale la pena girar la mirada hacia las “experiencias” del pasado y ver las enseñanzas que nos pudieran mostrar.
Aquí nos proponemos hacer un breve recuento histórico de algunas partes de la Revolución Popular Sandinista, el tiempo de la guerra revolucionaria, así como el periodo en el gobierno y su vuelta al poder político en época reciente. Advertir que esto es una ventana que mira algunos hechos, procesos, relaciones y sujetos, que intenta describir, explicar y comprender sin juzgar.2 Así pues, la única pretensión es un rescate de la memoria histórica para las nuevas generaciones en su “uso ejemplar”3 y entre los retos educativos de la “modernidad líquida”.4
Un poco de contexto e historia
Nuestra Revolución triunfará porque es la causa de la justicia, porque es la causa del amor (Leonel Rugama)
Nicaragua es un país situado en la cintura de América, con un territorio de algo más de 120 mil km2 y una población de alrededor de cinco millones de habitantes, de la cual más de la mitad vive en ciudades y la otra en el área rural. El analfabetismo antes de la revolución era superior a 50 por ciento, y una mitad del país estaba incomunicada con la otra. Este apartado lo dividiremos en tres sectores: la situación económica que va de 1950 a 1970, el espacio sociopolítico y la dictadura de Somoza, con objeto de que no sea una mera narración histórica, sino una suerte de revisión y análisis temático de cada área social concreta.
El modelo capitalista de “desarrollo” somocista: agro exportador y dependiente
En el siglo XIX Nicaragua se inserta en el mercado internacional por su producción y exportación de café. Se configura un país dependiente, periférico y con una economía de enclave agroexportador. El café, algodón, azúcar, plátano, tabaco, la carne —y el oro también, en algún momento— son las exportaciones por antonomasia. La crisis azucarera en el tercer decenio del siglo XX agudiza la dependencia, y durante la Segunda Guerra Mundial, con el cierre de los mercados europeos, se convierte definitivamente en satélite de la economía estadounidense. Esta fuerte unión con Estados Unidos de indudable raigambre económica, también tiene que ver con la tradicional clase dominante y su íntima relación con dicho país, y no menos importante es la especial ubicación geopolítica y las posibilidades de comunicación interoceánica con las que cuenta Nicaragua, al grado de que en diferentes épocas se barajó la posibilidad de construir un canal interoceánico en el río San Juan, al sur del país.
Los años cincuenta representan una expansión de la exportación algodonera. En los sesenta se integra el Mercado Común Centroamericano, y la “Alianza para el progreso” promueve la creación de industrias de “toque final” o ensamblaje —llamadas irónicamente de “sustitución de importaciones”—. Todo ello para evitar un contagio de la Revolución cubana (1959). Pero se trató de fábricas de segunda mano, obsoletas con dependencia de materias primas y semielaboradas, máquinas y repuestos. La dependencia externa se incrementaba, además era el país centroamericano menos industrializado —de ahí que era el menos pensado para una revolución según expertos, como y tampoco Rusia parecía estar en la mira de Marx en su momento—, por lo que la competencia era difícil y se dedicaba, por ejemplo, a exportar algodón e importaba hilo y telas de este producto.
Para tener un panorama más claro, diremos que había un sector primario compuesto por medianos y grandes productores exportadores tecnificados; los productores de granos básicos y alimentos son pequeños y medianos agricultores en condiciones atrasadas; y los campesinos pobres o casi sin tierra, o en tierras improductivas para cultivos de autoconsumo. El sector secundario lo forma la industria y la construcción, débil y dependiente, como se dijo. Y el terciario comercio y servicios, el más amplio, concentrado en la capital, Managua, representaba un gran “sector informal” y trabajadores por cuenta propia. Como ejemplo “58% de los propietarios tienen el 34% de las tierras, mientras 0.6% tienen el 31% y el 50% de la población ingresan anualmente 90$, mientras el 5% ingresa 1.800$”.5
La clase dominante estaba formada por tres grupos, las familias en torno al Banco Americano, los Montealegre; la aglutinada en el Banco Nicaragüense, los Pellas; y el tercero era el llamado de “los dados cargados”, compuesto por la familia Somoza, de menor tamaño pero con el aparato del Estado a su servicio. Se trata de grupos monopólicos internos ligados al mercado mundial. Su poder económico venía de la actividad financiera y comercial, tenían el absoluto control de las agro exportaciones, compraban por adelantado las cosechas a bajo costo y las vendían en el mercado internacional en dólares; también son ellos los que importan insumos para la producción agraria. Este poder está sustentado por la Guardia Nacional, nombre que recibiera el ejército en el país.
En los años setenta aumentan las exportaciones y se diversifican, hay cierto auge económico, que viene a ser truncado con el terremoto en 1972. Se dijo que la destrucción tuvo un costo de 800 millones de dólares, y que sumado al saqueo, el fraude y la corrupción dejó al país más empobrecido. Pero el endeudamiento y la ayuda internacional le dan un respiro. En 1974 tiene lugar cierto auge de nuevo, pero en 1977 la crisis por la irracionalidad económica, el estancamiento del Mercado Común Centroamericano, y la guerra de liberación —sobre la cual nos centraremos más adelante—, hacen que Nicaragua sea un caos, entre la miseria y la movilización popular contra el régimen. Ese mismo año se calculaba que la fortuna de los Somoza sumaba cuatro mil millones de dólares.
Ya en 1979 la deuda alcanzaba mil 645 millones de dólares y era de los países más endeudados del mundo. Eso sí, la huida de capitales y el robo de reservas monetarias hizo que el nuevo gobierno sandinista encontrara tres millones de dólares en las arcas del estado, cantidad que equivalía a las importaciones de un sólo día. El país estaba deshecho económicamente: deuda externa, inflación, desempleo, siembra paralizada por la guerra, fábricas y barrios destruidos por los bombardeos y empresas descapitalizadas.6 Por supuesto, además estaban los muertos, calculados entre 35 y 60 mil.
Estado, clases sociales, bloques políticos, partidos y movimientos
En 1823 el Partido Liberal asume un gobierno de tendencia liberal, contra el modelo oligárquico existente hasta la fecha, y logra mantener hasta 1934 cierta ideología progresista. Recordemos que en 1910 es desplazado del poder por la intervención de Estados Unidos, que apoya al Partido Conservador hasta 1929. Con el asesinato de Augusto C. Sandino — “general de hombres libres” que lideraba al “pequeño ejército loco” frente a la ocupación de la década de 1930 bajo el grito “Patria y libertad”, que vence a los marines y pierde ante los pactos de paz que iniciaran la dictadura somocista—, el Partido Liberal, encabezado por Somoza, pasa a ser somocista, sufriendo varias escisiones en varios momentos. También surgieron otras tantas agrupaciones políticas de centro Partido Liberal Independiente, Partido Popular Social Cristiano. Y otras fuerzas se reagruparon bajo la tendencia de la izquierda: Partido Socialista de Nicaragua, Partido Comunista de Nicaragua, Movimiento de Acción Popular y el Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN) que se funda en 1961, inspirado en el sandinismo, la teoría antiimperialista, la democracia, y propugna la alianza de clases, cuya estrategia es la lucha y se proclama vanguardia del pueblo, según sus propios documentos —y como veremos más adelante.7
En cuanto al movimiento obrero, surgen algunas asociaciones en los años veinte, con el primer acercamiento —en 1917— a la Revolución de Octubre en Rusia. Sin embargo, mientras toda Centroamérica se estremecía en huelgas, en Nicaragua no pasaba nada. La lucha de Sandino en los años treinta permeó a los trabajadores urbanos de la Unión Patriótica Nicaragüense, y junto a los estudiantes se unió a ésta. En 1931 se funda el Partido del Trabajo de Nicaragua, pero tras la muerte de Sandino la organización se escinde entre la tendencia prosomocista y la independiente. En 1939 se liquida la organización antes de que cayera en manos de Somoza. Y si bien hubo varias organizaciones obreras de carácter efímero, éstas nunca fueron muy importantes políticamente hablando, como tampoco eran numerosos los obreros.
Los partidos tradicionales eran el Partido Liberal y Partido Conservador, si bien entre 1944 y 1979 otras fuerzas políticas intentan —con más o menos énfasis— ser alternativa sin conseguirlo: Partido Socialista de Nicaragua, Partido Comunista de Nicaragua, Movimiento de Acción Popular. Por su parte, el Partido Conservador vive durante años sustentando fraudes electorales a favor del Partido Liberal y haciendo pactos y negociaciones con éste, jugando a un bipartidismo aparente que legitima el régimen dictatorial.
La dictadura somocista pudo mantenerse 45 años en el poder con el beneplácito de Estados Unidos. La Guardia Nacional era su ejército y el Partido Liberal su órgano político, además de las posesiones económicas y el control ejercido sobre el sistema productivo. Se consideraba que “el retardo en las relaciones capitalistas de producción y la subordinación al orden imperial han impedido al estado y régimen somocista la implantación de una democracia burguesa”.8 De hecho, diversos autores hablan de un estado oligárquico por centrarse su economía en la agro exportación de un lado, y de otro por su carácter de subsistencia.
Según análisis ligados a fuentes sandinistas, las clases sociales eran la burguesía financiera, comercial e industrial, ligadas a Estados Unidos; una burguesía local dependiente, agroindustrial, comercial y financiera, y la burguesía local mediana. También una clase rentista de terratenientes y urbana, así como especuladores del estado —alta burguesía civil y militar—. Las clases medias estaban compuestas por una pequeña burguesía rural y urbana; y por sectores intermedios de asalariados improductivos, estudiantes, etcétera. Y el proletariado agroindustrial, el proletariado urbano industrial y los pequeños campesinos proletarizados.9
Eso sí, había crisis entre los grupos burgueses —por así llamarlos— por competencia económica, en especial la deshonestidad ejercida por la familia Somoza y sus allegados, que si bien no afectaba mucho a la gran burguesía, sí a la mediana y local, que se encontraba en desventaja. Eran unos sectores sociales que se habían consolidado en los años cincuenta y sesenta con la producción agroexportadora e industrial, y que controlaban el comercio de productos en lo interno —comprando a precios bajos la cosecha y vendiendo a elevados en época de escasez—. Desde 1972 este segmento parecía afectado, y en reacción contra Somoza crea diversas organizaciones separándose de los partidos tradicionales, Partido Liberal y Partido Conservador; de hecho hace varios intentos de hegemonizar a otros grupos de la población en contra del dictador, pero no del sistema, esto es, preconiza un recambio —el “somocismo sin somoza” fue denominado—. Sus reivindicaciones giran en torno a las libertades políticas formales y los derechos humanos, y por ello sufren represión política.
Por su parte, el sector rentista ligado a los partidos tradicionales también se ve perjudicado, y el terremoto agudiza la conciencia y movilización del mismo, creando a su vez organizaciones políticas y sindicales que con el tiempo vertebrarán a la Revolución Popular Sandinista y su lucha contra la dictadura, desde una postura que propugnaba una transformación del sistema social más profunda y radical.
Las clases medias en la crisis se unen al movimiento social creado, se trata de capas o grupos intermedios de asalariados, tenderos, burócratas, profesionales, estudiantes. Estos últimos, el movimiento estudiantil destaca por su lucha y por ser cuna de la mayor parte de la militancia sandinista, así como de otras organizaciones de izquierda y de los combatientes de la Revolución.
En la década de 1970 se produce un agotamiento de la dictadura por la aguda crisis económica. Los sectores burgueses de oposición buscan una salida sin cambios, mientras los trabajadores del campo, la ciudad, estudiantes y otros grupos quieren derrocar a la dictadura y al sistema que la sustenta. Se trata de una crisis prerevolucionaria que coincide con la crisis interburguesa. Hay entonces tres bloques claramente diferenciados: el somocista con sus aliados internos, el apoyo de Estados Unidos y sectores oligárquicos, con el Partido Liberal y la Guardia Nacional de su lado; el bloque reformista, que era un sector burgués ligado también al gobierno de Washington, la jerarquía católica y los grupos en torno al Frente de Acción Opositora; el tercero era el Frente Popular Nicaragüense, hegemonizado por el Movimiento del Pueblo Unido, organización de masas bajo la dirigencia del FSLN. Con el tiempo, grupos de los dos últimos bloques se unen en la Alianza Patriótica y en la Junta de Gobierno de Reconstrucción Nacional en 1979.10
La dinastía Somoza y el Estado represor
Yo estoy sufriendo
yo tengo el dolor de toda mi patria,
y en mis venas anda un héroe buscando libertad.
Las flores de mis días siempre estarán marchitas
si la sangre del tirano está en sus venas.
Yo estoy buscando el pez de la libertad
en la muerte del tirano.
(Rigoberto López Pérez)
Mañana, hijo mío, todo será distinto,
se marchará la angustia por la puerta del fondo,
que ha de cerrar, por siempre, las manos de los hombres nuevos…
(Edwin Castro, carta a su hijo desde prisión)
Tras el cerco y aniquilamiento del Ejército Defensor de la Soberanía Nacional, Anastasio Somoza García, fiel a Estados Unidos, asume el poder. En 1935 controla una sublevación militar, un año después da un golpe de estado al presidente Sacasa y se legitima a través de unas “elecciones” bajo su organización y supervisión. Es presidente del gobierno, jefe de la Guardia Nacional, todo lo controla, y aplica el terrorismo institucional con violencia y torturas, características de toda su saga.
Entre 1936 y 1956 hay una dura opresión. En 1944 se reprimen las luchas obreras. En las elecciones de 1947 Argüello, del mismo Partido Liberal que Somoza, es desbancado por éste en un golpe de estado; en 1950, con el pacto Somoza-Chamorro o “Pacto de los Generales”, el Partido Conservador lo respalda. Y así se construye a su alrededor un “mito de indestructibilidad y poder”. Se consolida la dictadura vinculada estrechamente al gobierno estadounidense. Conocida es la conversación entre el secretario de Estado, Cordell Hullo: “¡Este Somoza es un perfecto hijo de puta! —Por supuesto, respondió el presidente Roosevelt sin abandonar su famosa sonrisa, pero es nuestro hijo de puta”.11
En las décadas de 1940 y 1950 tienen lugar luchas dispersas desorganizadas y conspiraciones fracasadas contra el dictador, de militares o veteranos sandinistas, incluso con apoyo del gobierno costarricense. En 1954 hay crisis del pacto Somoza-Chamorro por competencias, y en 1958 también se desatan movilizaciones obreras.
Anastasio Somoza Debayle, Tachito —famoso por sus violaciones, torturas y sadismo—, sucedió a su padre como jefe de la Guardia Nacional. Este ejército de unos 12 mil miembros, conocido por su crueldad y fidelidad al dictador, contaba además con otros cinco mil efectivos en cuerpos especiales como el Batallón Somoza y la Escuela de Entrenamiento Básico de Infantería —creada en los años setenta como cuerpo de elite para la represión. Ya en 1975 Tacho III, Anastasio Somoza Portocarrero, es el director de la Escuela de Entrenamiento, nacido en Estados Unidos y con doble nacionalidad, tuvo el control del abastecimiento durante el gran sismo de 1972, por lo cual se le llamaba “Capitán Terremoto”.
La Escuela de Entrenamiento forma parte del Comando Defensivo Estratégico Centroamericano, llegaron a mandar tropas e intervenir en Costa Rica, contra el régimen de Arbenz en Guatemala, en la invasión de Playa Girón en Cuba, en el derrocamiento de Arnulfo Arias en Panamá, y con bombardeos en El Salvador, además del ofrecimiento para Vietnam.
Pero volvamos con el dictador, porque el 21 de septiembre de 1956, en una fiesta para celebrar su presidencia, Anastasio Somoza García es ejecutado por Rigoberto López Pérez —poeta y tipógrafo—, acribillado en el momento, mientras sus dos compañeros fueron encarcelados y torturados durante cuatro años hasta su muerte. Mario Benedetti destaca el ánimo de seguir con la acción, aun a sabiendas que se jugaba la vida, pues los planes iniciales no se pudieron llevar a cabo. Esta acción se reconoce como “el principio del fin” de la dictadura, si bien todavía habrían de pasar varios años. López Pérez escribió: “[…] tratar de lograr que Nicaragua vuelva a ser […] una patria libre […] ser yo el que inicie el principio del fin de esta tiranía” (carta a su madre, Rigoberto López Pérez). El 28 de septiembre asume como presidente Luis Somoza, y el otro hijo, Anastasio Somoza Debayle, pasa a ser jefe de la Guardia Nacional. El presidente Eisenhower declara que “la nación y yo personalmente, lamentamos la muerte del presidente Somoza, ocurrida como resultado del cobarde ataque de un asesino. El presidente Somoza mantuvo constantemente en público y en privado su amistad con los Estados Unidos, amistad que persistió hasta el momento de su muerte”.12
El relato de la Revolución Popular Sandinista
Fue una tarea de todos.
Los que se fueron sin besar a su mamá
para que no supiera que se iban.
El que besó por última vez a su novia.
Y la que dejó los brazos de él para abrazar un Fal.
El que besó a su abuelita que hacía las veces de madre
y dijo que ya volvía, cogió la gorra, y no volvió.
Los que estuvieron años en la montaña. Años
de clandestinidad, en ciudades más peligrosas que la montaña…
Los que hicieron las tareas importantes,
y los que hicieron las menos importantes:
Esto fue una tarea de todos.
La verdad es que todos fuimos adoquines en la gran barricada.
Fue una tarea de todos. Fue el pueblo unido.
Y lo hicimos (Ernesto Cardenal, Antología, 1983).
El presente punto está marcado, como su título indica, por el relato o narración histórica de los hechos más sobresalientes acaecidos en el país en dicho periodo histórico.
Y ese mismo año de 1956 aparece la primera célula del PSN, con personas que se declaran marxistas, en la Universidad Nacional Autónoma de Nicaragua donde se estudia a Sandino, dirigida por Carlos Fonseca Amador, y también está Tomás Borge, entre otros. En 1959 tiene lugar la represión de manifestaciones estudiantiles por reivindicaciones gremiales, que culmina con una masacre el 23 de julio.
En 1957 fracasa una nueva conspiración de la fuerza aérea contra Somoza; en tanto, el poema ganador de un concurso en honor del dictador muerto se publica en los diarios y las iniciales de cada verso, leídas de arriba abajo, dicen: Rigoberto López Pérez. Ese mismo año hay elecciones y Luis Somoza es elegido presidente.
La Revolución cubana triunfa en 1959, y para el continente latinoamericano es ejemplo en ese entonces de una novedosa experiencia y la posibilidad de hacer una revolución en el “patio trasero” de Estados Unidos. Ya en Nicaragua se dio una acción guerrillera en 1958, y entre ese año y 1963 se contabilizan unos 11 intentos, uno de los cuales es obra de los sandinistas. En realidad hay más de veinte levantamientos armados contra el somocismo en las décadas de 1950 y 1960 —algunos de veteranos sandinistas—, todos desbaratados y brutalmente reprimidos. En este tiempo se fundan la Juventud Patriótica Nicaragüense, el Frente Unido Nicaragüense y la Juventud Revolucionaria Nicaragüense.
En 1961 nace el FSLN. Estimulado por la Revolución cubana, por los diversos intentos de organización política y militar fracasados, por las necesidades organizativas de la movilización urbana, las luchas laborales, sindicales y estudiantiles de la unan; en medio de una época de conspiraciones internas en la Guardia Nacional y de reclamos del incumplimiento del Código de Trabajo y la extensión de la Seguridad Social, entre otras cosas. Se recupera la figura de Sandino y la consigna antiimperialista, además de la lucha contra la dictadura. Así, el 23 de julio Carlos Fonseca, Silvio Mayorga y Tomás Borge, junto al veterano Santos López, fundan13 lo que se llamaría dos años después —por indicación del primero— FSLN.14
Carlos Fonseca inicia su actividad política en 1953, a los 17 años; viaja por Europa y la Unión Soviética; se vincula a diversas organizaciones y participa en intentos guerrilleros, escribe varias obras, va a prisión, es exiliado. En 1969, como secretario general saca a la luz un programa de reivindicaciones populares, e impone la tesis de la lucha armada como única vía posible, lucha guerrillera e insurreccional de masas. En 1976 cae en combate en Zínica. “El comandante de la cárcel de Tipitapa llega hasta nuestra pequeña celda, jubiloso, con Novedades en la mano, a darnos la noticia: ‘Murió Carlos Fonseca’, no dice. Nosotros respondimos, después de callar unos segundos: ‘Se equivoca, coronel. Carlos Fonseca es de los muertos que nunca mueren’. El coronel nos dice: ‘Definitivamente, ustedes son invencibles'”.15
En 1962 se organiza la primera escuela militar del FSLN. Al año siguiente, y a través de fraude electoral, llega a la presidencia René Shick. En los años siguientes se trabaja con diversos grupos y organizaciones, con campesinos y obreros sindicalizados; tienen lugar sabotajes y “recuperaciones” económicas, robos a entidades bancarias o casas comerciales en Managua, hasta se toma la radio, y se organiza una base guerrillera en el centro del país.
En 1967 Anastasio Somoza Debayle ya es presidente, además de ser jefe de la Guardia Nacional; se trata de una reedición modernizada y aparentemente más poderosa de la dinastía. Pacta con el Partido Conservador y se crea un triunvirato por necesidad de cambios constitucionales. Las manifestaciones pacíficas son masacradas y los intentos de ejecutar a Somoza fracasan. El movimiento guerrillero sufre derrotas militares —es el año en que el Che Guevara muere en Bolivia—; sin embargo, se da un auge en la autoridad política y moral del FSLN. La noticia del movimiento masacrado de Pancasán recorre todo el país y se queda en la memoria de muchas personas. 16 Y mientras el dictador considera el triunfo militar como victoria total y ofrece tropas para Vietnam a Estados Unidos, se inicia la etapa de “acumulación de fuerzas en silencio” y fortalecimiento organizativo por parte del FSLN, y también la represión se recrudece.
Entre 1967 y 1974 hay un trabajo largo y silencioso, con movilizaciones y acciones opositoras, incorporación de profesionales a la oposición, trabajo político- organizativo, orientación de luchas obreras y campesinas, crece la influencia del FSLN en todos los sectores, en especial entre estudiantes y cristianos.
En 1968 proliferan los movimientos huelguísticos y la toma de tierras en el campo; en la unan, el Frente de Estudiantes Revolucionarios encabeza las luchas, y los movimientos de la Universidad Centroamericana son sofocados. Son los años en que se promueve la consigna: “Patria libre o morir”. Por esta época el FSLN se define como organización de cuadros, no de masas, y como organización político-militar; también pugna por incorporar al pueblo a la lucha armada y prepararlo para una posible insurrección final, combinando también las formas de guerra popular prolongada y trabajo de masas. Prosiguen los robos a bancos, y en 1969 es desviado un vuelo de Lanica, cuyos pasajeros son canjeados por sandinistas encarcelados. En la Navidad de 1971, 1972 y 1973 grupos cristianos hacen huelga de hambre en la Catedral de Managua con objeto de liberar a militantes sandinistas, lo cual se logra.
Y en eso llega el terremoto del 23 de diciembre de 1972, que asola y destruye la capital. La catástrofe colabora a poner al descubierto el carácter impopular del régimen somocista, toda vez que agudiza tensiones entre los grupos burgueses, y crea más miseria en los sectores mayoritarios y menos favorecidos de la población. La ayuda exterior es requisada y usada en beneficio de los Somoza. La Guardia Nacional saquea e incendia los edificios que quedaron en pie, la ciudad arde durante varios días. La especulación de tierras urbanas y la corrupción se incrementa. El dictador negocia con el plasma sanguíneo enviado como ayuda humanitaria y lo vende en Estados Unidos. Se calculan 10 mil muertos y 55 mil viviendas destruidas. El centro de Managua nunca se reconstruye. La ropa de ayuda es vendida en boutiques de la amante del dictador, mientras las tiendas de campaña son utilizadas por los veraneantes en Costa Rica.
En esa fecha se implanta la guerrilla en la zona norte y resiste al cerco militar con la base de apoyo campesina, redescubriéndose la fuerza de este sector y superado el peligro foquista pasajero se forja el núcleo del Ejército de Liberación, ayudado por el campesinado pobre. La montaña es considerada maestra,17 “algo más que una inmensa estepa verde”,18 escuela para jóvenes, estudiantes, burgueses, donde surgen los cuadros hechos “hombres nuevos”, según se decía en esa época.
Es el tiempo en que se cerca y bombardea la casa de Julio Buitrago, quien sale gritando y cae bajo el fuego, la escena se transmite por televisión para amenazar a la gente; sin embargo, el resultado es el contrario: la población forja la leyenda de la invencibilidad del FSLN, pues con hombres como ése, se afirmaba, la revolución estaba asegurada.
Y así llegó el 28 de diciembre de 1974, donde “se rompe el silencio” con el asalto a la casa del ex ministro somocista Chema Castillo —durante una fiesta en honor al embajador estadounidense— por parte del comando Juan José Quesada. La toma de rehenes y la aceptación de las exigencias —liberar a presos políticos, dinero, difusión de proclamas en los medios, alza de salarios a la Guardia Nacional, cese de medidas represivas— fue inédito. El autobús que lleva a rehenes y guerrilleros al aeropuerto forma una caravana espontánea de vehículos como escolta popular, miles de personas salen a las calles a vitorear a Sandino y al FSLN. El golpe impacta al pueblo y también tiene resonancia internacional. El 30 de diciembre, el avión con el comando y 18 sandinistas liberados llega a La Habana.19
Este sonado revés para el régimen incrementa las medidas represivas: estado de sitio, ley marcial, leyes de excepción, tribunales militares, terror sobre los medios de comunicación. Y la reacción acentúa la crisis interburguesa, pues la camarilla somocista utiliza las medidas de forma unilateral para monopolizar operaciones especulativas y negocios, como siempre. Además de la represión al movimiento revolucionario y a la población en general. Pero ésta legitima la lucha armada. Sectores burgueses piden ya claramente la salida del dictador. La Guardia Nacional, en un cerco táctico, arrasa la zona guerrillera, desaparecen pueblos y se crean campos de concentración.
Entre 1974 y 1977 hay una fase ascendente de movilizaciones y de auge revolucionario. Por una parte la vanguardia revolucionaria es duramente golpeada, cayendo algunos cuadros —como Fonseca—. Por otra parte, en las ciudades se multiplican las huelgas, y a escala nacional e internacional se suman fuerzas y sectores a favor de un cambio político en Nicaragua, o claramente en apoyo de la Revolución y el FSLN.
Mientras, Estados Unidos presiona a Somoza para una “apertura” democrática y que otros grupos accedan al poder; se crea el “Grupo de los 27” —sectores democráticos opositores—, con un manifiesto que pone en tela de juicio el proceso electoral de 1974, en el que Anastasio Somoza ganó las elecciones, y la jerarquía católica elabora una Carta Pastoral que apoya el manifiesto.
Desde este año la vanguardia revolucionaria acumula fuerzas, evita combatir y echa raíces en las organizaciones de masas intermedias y en la lucha por la liberación de prisioneros. La guerrilla resiste esquivando el combate, estrategia que cambiará pasando a la ofensiva cuando tenga más fuerza humana y material. Hay, eso sí, algunas acciones exitosas en la montaña, movilizaciones, tomas y luchas estudiantiles en las calles.
Se considera que en 1975 se da una fase ascendente y acelerada de la revolución y la guerra se extiende al pueblo. Proceso que culminará en 1977 con las marchas campesinas de la Asociación de Trabajadores del Campo (ATC), entre otras cosas. Pero ese año también aparece marcado por la división del FSLN, tras 14 años de unidad. Se escinde la tendencia proletaria y un año después la insurreccional o “tercerista” —por ser la tercera—. Se tachó de “foquista” la primera —de la guerra popular prolongada—, de “sectaria” a la segunda y de “socialdemócrata” a la tercera. Esta última es la más numerosa, se guía por golpes de mano, se adelanta a sectores burgueses en su protagonismo opositor al régimen y se gana el respeto de la gente. Desde su ruptura intentan reintegrarse, toda vez que no dejan de criticarse mutuamente los errores, pero sin la saña entre ellos que mostraron otros grupos de izquierda en el continente. Será en 1979, cuatro meses antes del triunfo, que se unen nuevamente. En todo caso su trabajo y aportaciones siempre fueron complementarias.20
En 1977 acontece la ofensiva de octubre, o los primeros intentos frustrados de insurrección. Se trató de una ofensiva político-militar con asalto a cuarteles, aunque no se lograron los objetivos. Fue un periodo de maduración política, de ampliación de alianzas internas y externas, y de demostrar que la Guardia Nacional no es invencible. Entre 1977 y 1978 Nicaragua se agita con luchas antisomocistas y realineamiento de fuerzas políticas. Por ejemplo, en el Instituto Nicaragüense de Desarrollo surge un grupo de jóvenes en oposición a la burguesía y que quiere encabezar el Diálogo Nacional a través del “Grupo de los Doce”, profesionales reconocidos fruto de la diplomacia sandinista.
El 10 de enero de 1978 es asesinado Pedro Joaquín Chamorro —cuya muerte es considerada también como la defunción de la oposición burguesa—. Era el jefe de la oposición de algunos sectores de la burguesía y director del diario La Prensa. Se dijo que la causa de su muerte se debió a que pensaba publicar un artículo — “Operación vampiro”— sobre la venta en Estados Unidos del plasma enviado por la ayuda internacional tras el terremoto de 1972; otro rumor sobre su asesinato es el de que Chamorro hubiera podido ser el sustituto de Somoza en el gobierno. La burguesía convoca a paro nacional de un mes, con los trabajadores en su casa —era una huelga para atacar a Somoza, no para favorecer la movilización popular—. Se acentúa de nuevo la crisis interburguesa.
Este asesinato es considerado un error de la dictadura, el inicio definitivo de su derrocamiento, ya que la población se radicaliza y en ese momento ya nadie está seguro. La gente sale a la calle y el FSLN tiene que correr para encabezarla, se toman calles, se ocupan campamentos antiguerrilleros, se realizan acciones político-militares. Las movilizaciones iniciadas después del homicidio fueron algo imprevisto tanto para Somoza como para el FSLN, que no previó la reacción popular, y de hecho se incorpora activamente en el último día de la primera semana de la huelga de la burguesía.
En febrero de ese mismo año se insurrecciona espontáneamente Masaya —lo cual se toma como ensayo o entrenamiento para la insurrección final—. El 21 de febrero en la iglesia de Monimbó, barrio indígena, se conmemoró el 44 aniversario del asesinato de Sandino, y la intervención de la Guardia Nacional es rechazada por un levantamiento popular. El 23 amanece con el barrio sitiado, el pueblo se organiza con barricadas y armas caseras, en un alarde de imaginación popular. La insurrección es brutalmente masacrada por la Escuela de Entrenamiento y caen varios militantes enviados por el FSLN a conducir la resistencia.21
Tras la ofensiva de octubre de 1977 y las jornadas de los primeros meses de 1978, el FSLN acelera su crecimiento, con apoyo de la solidaridad internacional y el reconocimiento de algunos gobiernos progresistas del mundo. De marzo a septiembre las columnas y frentes guerrilleros se configuran como una fuerza sólida y móvil de choque. Hay huelgas, manifestaciones y protestas en las ciudades. Surge el Movimiento Democrático Nicaragüense, que se une al Instituto Nicaragüense de Desarrollo y exige el Diálogo Nacional.
En marzo es asesinado el general Reynaldo Pérez Vega, jefe del estado mayor de la Guardia Nacional —ya antes fueron ejecutados otros guardias—. En abril y mayo hay huelgas de hambre de madres y manifestaciones pacíficas. Los estudiantes de secundaria en paro ocupan planteles e iglesias. Se constituye el Frente Amplio Opositor, con apoyo de los terceristas y bajo el liderazgo del Movimiento Democrático Nicaragüense y la participación de diversas fuerzas políticas. En junio “Los Doce” anuncian su regreso al país desde Costa Rica y la gente los recibe con euforia. Mientras el Frente Amplio lanza un programa mínimo —confiscación de bienes a Somoza y desaparición de la Guardia Nacional— pugnando por la hegemonía de la lucha. El Movimiento del Pueblo Unido (MPU), compuesto por la mayoría de las organizaciones políticas, sindicales y obreras que estuvieran bajo el Partido Socialista Nicaragüense, pasa a ser dirigido por el FSLN. Los cuadros terceristas abandonan el Frente Norte y son enviados a las ciudades a dirigir los movimientos. El MPU, en paralelo a “Los Doce,” se lanza a movilizar a la gente y golpear a la dirección burguesa del movimiento. Junio y julio son meses de huelgas reprimidas por la Guardia Nacional. Agosto trae una nueva iniciativa burguesa de Diálogo Nacional, puesto que Estados Unidos busca el “somocismo sin Somoza”, mientras la Iglesia pide superar la violencia. Las tendencias del Frente inician su camino hacia la unidad. Y hay sectores pequeño-burgueses ya claramente radicalizados.
Haciendo un paréntesis, cabe señalar cómo las organizaciones de masas sandinistas jugaron un importante papel, tales como la Asociación de Trabajadores del Campo, los Comités de Defensa Civil —luego Comités de Defensa Sandinista— y la Asociación de Mujeres ante la Problemática Nacional. La juventud y los estudiantes, como ya ha quedado claro, son la fuerza principal de la Revolución.
El 22 de agosto se inicia la operación “muerte al somocismo” y el comando Rigoberto López Pérez asalta el Palacio Nacional en Managua, sede del Poder Legislativo —también conocido popularmente como “operación chanchera”, en clara alusión a quienes ahí laboraban—. El secuestro más importante de la historia del país —planeado desde los años setenta— sacó a la gente a las calles, y agrandó el prestigio y admiración hacia el FSLN. Se consiguió la liberación de 59 reos políticos, una amnistía general, dinero y la divulgación de un manifiesto. Al salir triunfantes del Palacio Nacional, como gesto simbólico los guerrilleros se llevan la bandera nicaragüense, y aseguran no devolverla hasta que reine la justicia en el país. La gente, y la juventud especialmente, se lanza a las calles siguiendo la llamada insurreccional del FSLN, pero la Guardia Nacional reprime de forma indiscriminada con bombardeos, asesinatos, encarcelamientos. Las ciudades donde ya hubo luchas en 1977 también se sublevan.
El 20 de agosto hay un levantamiento espontáneo en Matagalpa que adquiere caracteres de insurrección, reprimido por la Escuela de Entrenamiento. El 9 de septiembre, tras el impacto de la toma de Palacio, la ciudad se insurrecciona y se mantiene durante tres días en resistencia, pero sin contar con el apoyo del FSLN la Guardia Nacional logra sofocar el levantamiento.
El 28 de septiembre inicia una insurrección nacional en la que participa todo el FSLN y no sólo los terceristas; la consigna lanzada entre la población la saca de sus casas y la resistencia dura diez días, sin lograrse la toma de cuarteles. La Guardia bombardea indiscriminadamente. La retirada a la montaña permitió la sobrevivencia de los militantes. Si bien militarmente fue una derrota, el FSLN volvió a crecer e hizo un ensayo general para el siguiente año. En la montaña la guerra ya es abierta, hay columnas guerrilleras que la Guardia Nacional no se atreve a enfrentar.
Ante este panorama, tanto el gobierno de Estados Unidos como la burguesía hacen maniobras para una salida mediatizada. La burguesía convoca a otro paro que coincide con la insurrección espontánea en Matagalpa y que se extiende a todo el país, pero esta vez la iniciativa la lleva el Movimiento del Pueblo Unido. Ante la negativa de Somoza de dejar el poder, el gobierno estadounidense se encuentra en un callejón sin salida, “Los Doce” abandonan el Frente Amplio Opositor para restarle legitimidad, lo mismo que los terceristas. Éste negocia con el régimen y acepta al Partido Liberal y a la Guardia Nacional. Somoza propone una consulta electoral para ver la popularidad de la oposición, y si ésta tiene suficientemente fuerza para compartir el poder con él. El Movimiento del Pueblo Unido y “Los Doce” crean el Frente Patriótico Nacional, que agrupa a organizaciones de izquierda que reconocen al FSLN como vanguardia hegemónica de la revolución; dicha organización también tiene sectores burgueses opositores, pero está dirigida por el Movimiento del Pueblo, maneja amplias redes de apoyo y organiza la ofensiva final.
Las condiciones parecen dadas, la crisis económica se agudiza, la crisis política interburguesa está en su apogeo, la ilegitimidad del régimen es un hecho, y hay un pleno desarrollo de las fuerzas revolucionarias. En diciembre de 1978 se unifican las tres tendencias y en marzo del siguiente año firman, “desde algún lugar de Nicaragua”, el documento de unidad. En esta reunión surge la Dirección Nacional conjunta del FSLN con tres miembros de cada tendencia, nueve comandantes revolucionarios —Borge dice que fue la insurrección de septiembre la que los unió al mezclarse la sangre de las tres.22
Se lanza una combinación de ofensiva militar por parte del FSLN con un llamado a la insurrección de masas en todo el país, además de una huelga en la cual participan amplios sectores, y se cuenta con el apoyo y solidaridad internacional —la llamada “la ternura de los pueblos” o “la retaguardia estratégica de la revolución”—. Aparece el Programa Mínimo del FSLN, con 25 puntos. Y así llega la insurrección final en 1979. Los precedentes están en la ofensiva de octubre, la rebeldía monimboseña y la toma del Palacio, además del levantamiento de Matagalpa y la insurrección de septiembre de 1978. El 4 de junio de 1979 se da consigna nacional de una huelga general que abre las puertas de la insurrección popular, cuyo centro quirúrgico son las ciudades y Managua como lugar clave; los Comités de Defensa Civil organizan los barrios, y los Comités de Defensa de los Trabajadores las fábricas. Dicha ciudad se levanta el 8, el 9 y 10 las calles están llenas de barricadas, se combatía cuadra por cuadra, y hubo días —como el 12— que la capital estaba en manos sandinistas; los adoquines de las fábricas de Somoza se utilizaban como barricadas o eran lanzados contra el ejército. El 26 se ordena el repliegue táctico desde los barrios orientales a Masaya, que ya se encuentra liberada —seis mil personas, 26 km en 33 horas—, ante el bombardeo y pretendiendo rescatar la fuerza móvil para abrir un nuevo frente, ya que el Frente Sur luchaba contra la Escuela de Entrenamiento. En el occidente se libera León. Las columnas avanzan sobre la capital —el ejército de liberación se calculó en cinco mil efectivos, más los miles de jóvenes que se juntaban, la Guardia tenía cerca de 15 mil elementos, debido al reclutamiento obligatorio.23
En tanto, el periodista estadounidense Bill Stewart muere a manos de la Guardia Nacional y las cámaras reproducen por todo el mundo este acto; la noticia tuvo más tinta y espacio que todos los muertos de la revolución —un testimonio es la cinta Bajo el fuego—,24 lo cual provocó un clamor internacional favorable a la Revolución Popular Sandinista.
Todos los frentes avanzan: el norte, sur, occidental, nororiental, oriental, central y el de Nueva Guinea. Emite Radio Sandino. Hay huelga general en el país. La Organización de Estados Americanos se declara contraria a Somoza, y el búnker en el que éste se refugia es el símbolo de su aislamiento. La Dirección Nacional decide introducir a la Junta de Gobierno de Reconstrucción Nacional de Costa Rica a León, constituida por Violeta Chamorro (viuda de Pedro Joaquín), Sergio Ramírez (Grupo de “Los Doce”), Alfonso Robledo (industrial del Movimiento Democrático Nicaragüense), Daniel Ortega (FSLN) y Moisés Hassan (Movimiento del Pueblo Unido).25
Entre los últimos coletazos del régimen está la huída de Somoza de la capital, el 17 de julio, Francisco Urcuyo se queda al frente para transferir el poder a la Junta de Gobierno de Reconstrucción y preservar la Guardia Nacional hasta una supuesta elección en 1981, pero también acaba yéndose. El FSLN lanza una nueva ofensiva contra el búnker, hay una sublevación masiva y la Guardia se desmorona, se rinde incondicionalmente o huye.26 Se dice que muchos fueron los guardias que tuvieron oportunidad de huir, pero los sandinistas decían que “nuestra política en relación con los soldados enemigos será la de ser implacables en el combate y generosos en la victoria”.27
Se considera que las condiciones objetivas —la crisis económica interna y mundial, la crisis social y política exacerbada con la competencia interburguesa, la falta de legitimidad del régimen— para una revolución se dieron; así como las subjetivas: el nivel de conciencia y organización de las masas, la fuerza de la dirección, y eso a pesar de la oposición reformista, la vía armada y el sentimiento antisomocista y antiimperialista. Y si bien se pensaba y decía que las masas eran el apoyo de la vanguardia —bajo un concepto leninista del partido como vanguardia y organización dirigente de la revolución, considerada marxista revolucionaria—, en realidad, y sobre los hechos históricos relatados con anterioridad, fue la guerrilla quien apoyó al pueblo en varias ocasiones.
La lucha antisomocista (1934-1979) y la lucha sandinista (1961- 1979) se conjugaron. La influencia de la Revolución cubana y su apoyo, así como el de otros países, y la solidaridad internacional fue notable. La incorporación de la población a la lucha bajo el llamado organizado, o de manera espontánea, fue un hecho. La combinación de huelga general e insurrección popular logró sincronizarse. La vanguardia político-militar y las organizaciones de masas se compenetraron. La imaginación de la gente y el sentimiento de injusticia y de pérdida de dignidad28 fueron varias de las cuestiones barajadas para explicar el triunfo de esta evolución Popular Sandinista que sorprendió al mundo, tanto quizás como la derrota lectoral del FSLN una década después, como veremos en su momento.
Sobre las fuerzas sociales de la revolución hay que decir que se compuso de elementos de la pequeña burguesía —que se proletarizó en un par de generaciones por las condiciones de crisis económica—, desempleados, obreros, campesinos sin tierra, “gentes de oficio”, proletariado —obreros urbanos y jornaleros—, intelectuales y muchos jóvenes. Se dice, como dato curioso, que la mitad de sus participantes fueron hijos ilegítimos. 29
El 18 de julio estaba todo a punto para asaltar la capital, que se tomó en 36 horas. Al día siguiente las columnas de combatientes sandinistas entran a la ciudad; el triunfo llegó, las telefonistas decían: “Aquí Nicaragua libre, diga”. El 20 la multitud se concentra en la Plaza de la Revolución y se instala un nuevo gobierno para la reconstrucción nacional.
El balance de la revolución dejó 50 mil muertos, 100 mil heridos y 45 mil huérfanos, uno de los lemas del momento fue “Morir por la causa sandinista es vivir en el corazón del pueblo”.30 “Al fin Nicaragua era libre. Por esos muchachos. Por esos niños. Por esas mujeres. Por esas cruces. Por los que no tuvieron tierra que los cubriera. Por Sandino. Por Carlos Fonseca […] Por todos los 50 mil compatriotas vencedores de la muerte y para los que Nicaragua eternamente gritará: ¡Presente!”.31
El gobierno sandinista 1979-1990
Si todo es corazón y rienda suelta
y en las caras hay luz de mediodía,
si en una selva de armas juegan niños
y cada calle la ganó la vida…
Ya ves, viajero, está su puerta abierta,
todo el país es una inmensa casa.
no, no te equivocaste de aeropuerto:
entrá nomás, estás en Nicaragua.
(Managua, febrero 1980, Julio Cortázar)
Tras el triunfo, Daniel Ortega dijo: “La revolución la estamos empezando a hacer ahora”. Iniciaremos con un recuento de los logros en las diferentes áreas sociales y políticas, que los hubo especialmente en los primeros años, sin desconocer los errores; esto es, intentando hacer el recorrido a un balance que desea ser explicativo y comprensivo de la situación, sin juzgar, como dijimos en un inicio. La política se centró en la recuperación económica y en la reconstrucción en general, con la mejora de los aspectos sociales —enseñanza, sanidad, vivienda, urbanismo, reforma agraria, básicamente—. Y llegó la agresión y la defensa. Y proseguiremos con las vicisitudes de la guerra de agresión, la burocratización de la revolución y la victoria electoral de la oposición. Hasta el regreso en nuestros días, vía electoral, del FSLN.
Siempre se habló de una revolución política y social, según la “lógica de las mayorías”, esto es, guiada por la “hegemonía popular”, si bien fue siempre la dirección del FSLN quien tomaba en última instancia las decisiones, pero sobre esto ahondaremos más adelante.
Características de la Revolución Popular Sandinista
Las cuestiones de clase nacional, desarrollo y democracia fueron los ejes de la Revolución. Una combinación entre revolución social y nacional, antiimperialista y con justicia social. Como dijera Sandino, “democracia efectiva y justicia social”. Destacar el papel de la juventud. La mezcolanza y convivencia entre nacionalismo, marxismo y cristianismo. Y la realidad que se impuso a los sueños; no todo se transformó rápidamente como por arte de magia, ni el cambio de lo que sí se hizo fue permanente. Las dificultades y contradicciones afloraron en todos los espacios, procesos y relaciones. Un amplio apoyo internacional y la solidaridad. Nicaragua fue por algunos años símbolo de dignidad y justicia. Porque como dice Carlos Vilas que dice Barrington Moore, la revolución se enciende cuando la gente siente que pierde la dignidad. Y quizás se apaga, añadiríamos, cuando la gente siente que la revolución pierde a su vez su dignidad.
Ante la agresión, Daniel Ortega dijo en el discurso de aniversario pronunciado en 1985: “Querer apagar la luz de la revolución popular sandinista es estar tan loco como pensar que pueden apagar la luz del sol”. Pero lo que hizo la contra nicaragüense y la política intervencionista de Estados Unidos se complementó con el factor subjetivo: deshonestidad y cansancio, claro está con la suma y bajo el influjo de los factores anteriores. Y es que ni la honestidad, la justicia o el humanitarismo es patrimonio de una tendencia o ideología, como tampoco lo es la corrupción. Pero veamos los avances o retrocesos, procesos sociales y hechos históricos.
Reconstrucción y logros sociales, educación, salud y cultura
Se inicia la reconstrucción material, económica y política. La Junta de Gobierno de Reconstrucción Nacional fue la encargada de esta enorme labor, en su seno había —como se ha visto— representantes de todos los grupos con excepción de los somocistas, ya que se precisaba la alianza de la burguesía como sector financiero, empresarial y productivo en general, y de sus alianzas con el exterior en materia de créditos y relaciones internacionales. Años después, dos de sus miembros, Robledo y Chamorro, se pasarían a la contrarrevolución y a la oposición interna, respectivamente.
Iniciaremos con la educación, y como escribió Carlos Fonseca y recordó Tomás Borge: “[…] enséñales a leer”.32 En 1980 se llevó a cabo la Cruzada Nacional de Alfabetización (CNA), en la cual miles de jóvenes —el Ejército Popular de Alfabetización contó con 180 mil brigadistas voluntarios— partieron a la montaña y a las zonas más recónditas del país para enseñar a leer y escribir, toda vez que colaboraban en tareas campesinas o con el Estado, la cosa era llevar el espíritu revolucionario a todos los rincones, y conocer también la realidad en la que mucha gente vivía. En 1979 la mitad de la población era analfabeta y la cifra se redujo a 13 por ciento.33 Se dice que 400 mil personas se beneficiaron de esta labor. La ONU señaló a Nicaragua como país modelo en educación.
Grosso modo se puede decir que aumentó la cifra de estudiantes en todos los grados y niveles educativos. Una educación masiva y gratuita. Se construyeron y repararon institutos y escuelas. Creció el número de maestros y maestras. Se potenció la educación agropecuaria e industrial, una enseñanza que vinculaba trabajo y estudio, con Jornadas de Ciencia y Producción. Para contribuir a la transformación de la educación tuvo lugar una consulta masiva en el país, donde 50 mil personas participaron, con objeto de formular fines, objetivos y principios básicos o centrales de lo que se dio en llamar la Nueva Educación.34 Muchos estudiantes viajaron al extranjero, en concreto a los países socialistas del momento, para mejorar su nivel y especializarse.35
Por otra parte, se creó el Sistema Único de Salud, donde se igualaban los derechos de quienes estaban afididos a la seguridad social y los que no. Se construyeron hospitales y centros de salud, así como campañas de limpieza, vacunación y educación en higiene. Hubo Jornadas Populares de Salud formadas por brigadistas voluntarios. El Instituto Nacional de Seguridad Social y Bienestar creó Centros de Desarrollo Infantil, Servicios Infantiles Rurales y Comedores Infantiles como programas de apoyo a la niñez. Las epidemias y enfermedades endémicas se controlaron.36 La Organización Mundial de la Salud y la UNICEF nombraron a Nicaragua país modelo en atención a la salud.
También se reconstruyen infraestructuras y se construyen nuevas. En cuanto a vivienda, se titularon terrenos irregulares en ciudades, hubo autoconstrucción de casas dignas, construcción y reconstrucción de viviendas. El Ministerio de Vivienda y Asentamientos Humanos trabajó en la Reforma Urbana, consistente en redistribución de tierras urbanas, mejora de barrios, entrega de terrenos y reurbanización mediante el Plan de Barrios de Urbanización Progresiva. Se refuerzan los Comités de Defensa Sandinista como organizaciones barriales.
Respecto a la cultura, “Fusil artístico de la revolución”, se propició una cultura nacional y revolucionaria, con énfasis en el rescate de la cultura popular, la cultura de masas y también la creación individual, sin olvidar la cultura universal. Muchos intelectuales, escritores y artistas fueron parte activa de la revolución. La Asociación Sandinista de Trabajadores de la Cultura, el Ministerio de Cultura y los Centros de Cultura Popular eran las organizaciones que fomentaban y desarrollaban el arte y la cultura mediante la activa participación del pueblo.37.
No menos importante fue todo el proceso de concienciación en torno a la problemática de la Costa Atlántica —zona este del país con población de otras etnias y características peculiares— y el trabajo en pos de la autonomía.38
Además de los logros,39 y en paralelo a éstos, es necesario destacar los tres principios básicos de la revolución: economía mixta, pluralismo político y no alineamiento.
Economía mixta
La economía mixta fue pilar desde el inicio, primero por conveniencia y luego por necesidad, pues hubo quien pensó que la alianza con sectores de la burguesía era temporal hasta poder lograr una economía totalmente planificada. Una economía mixta planificada, un sistema económico que pretendía acabar con los desequilibrios y romper con la dependencia, buscando también cubrir las necesidades básicas de la población.40
En 1979 la deuda externa representaba 77 por ciento del PIB, la inflación llegaba a 70 por ciento y el PIB por habitante era de 27 por ciento ¿o de 27 dólares? Se nacionalizaron los bienes somocistas y de sus allegados —no tantos como se pensó, ya que sólo 15 por ciento de la tierra estaba en sus manos—, y se crean empresas de servicios. Crecen los sindicatos. Se realizó una reforma agraria, pero no resultó tan bien como se creía. También se nacionalizó la banca, las minas, el comercio exterior y el acopio de productos de la agroexportación. En 1980 el PIB creció 10 por ciento, y 5 por ciento un año después.41 La fuga de divisas se calculaba en 480 millones de dólares y las pérdidas por la depresión en actividades agrícolas sumaba mil 200 millones de dólares. 42 Hubo recuperación en los niveles de la producción agrícola. El eslogan por esos días era “divisas y alimentos”.
En cuanto a la estructura de la propiedad, la economía mixta representaba la participación individual —bajo el lema “que la burguesía sólo produzca”— y colectiva. Había propiedad del Estado, propiedad privada y pequeños propietarios y cooperativistas.
En 1981 llega Ronald Reagan al gobierno de Estados Unidos, y los daños de la guerra de agresión hacia Nicaragua —que en 1984 sumaban mil millones de dólares en instalaciones— dan un duro golpe a la economía, que —todo hay que decirlo— desde 1982 ya presenta serios problemas. En 1985-1986 se aplica un paquete de “medidas esbalizadoras” —tipo planes de ajuste—, y la economía da un giro. Se liberan los precios, se suprimen subvenciones, se reabre el mercado libre de divisas, se reducen gastos presupuestarios, se elevan impuestos y la política de créditos es menos generosa, hay ajuste en el cambio de la moneda, se incentiva la producción privada, se elevan los salarios, se suministran bienes a bajo costo a los trabajadores, se congelan las plantillas estatales.43
Sin embargo, y pese a todo, con la guerra de agresión y el bloqueo económico la economía es un caos,44 y la sobrevivencia cotidiana una aventura para la gente. El crecimiento del sector informal, el pluriempleo y el desempleo fueron problemas que crecieron durante la segunda mitad de los años ochenta.45 Los salarios mínimos y las tiendas vacías de productos fueron signos de la época.
El campo y la reforma agraria
Algo de la economía que conviene destacar es la reforma agraria y todos los cambios aplicados al campo y a la agricultura en sus diferentes etapas. Entre 1979 y 1981 está la fase empresarial estatal, cuando se crean el Área Propiedad del Pueblo con los bienes somocistas nacionalizados, así como la propiedad ociosa, con esto se pensaba crear la base hegemónica de la economía como sector estatal. En 1982 hay un periodo cooperativista, con titulación de tierras a precaristas y reparto de propiedades al campesinado pobre. En 1984-1985 tienen lugar expropiaciones y titulaciones para campesinos.
Es un periodo de formación de miles de cooperativas por todo el país, la titulación de las tierras ocupadas, reparto de otras, creación de sindicatos y empresas estatales en las tierras confiscadas, expropiación de latifundios —muchos de ellos descapitalizados—, capacitación en producción, tecnificación y comercialización, crédito y subsidios de granos básicos.
Hubo grandes propiedades no expropiadas, y la mayoría de la industria y los servicios se quedaron en manos privadas. Tradicionalmente había mucho pequeño y mediano campesino que logró mantenerse. Lo cierto es que en el Área de Propiedad del Pueblo pronto se vieron graves problemas, en especial la baja producción y productividad, con lo que era mejor no seguir expropiando y aliarse con sectores medios o grandes finqueros que sí producían.46 A esto se sumó la guerra de baja intensidad de la contrarrevolución y el bloqueo económico.
Guerra de baja intensidad, bloqueo económico, agresión y contrarrevolución
Ya en 1980 los ex guardias somocistas empiezan a organizarse desde Honduras, con apoyo de Estados Unidos, y realizan ataques a los puestos fronterizos. En 1981, con la llegada de Reagan a la presidencia, se inicia una campaña de bloqueo económico —suspensión de préstamos, bloqueo a las exportaciones e importaciones tan necesarias para el país, veto a los créditos de organismos internacionales, etcétera—, así como la aprobación de recursos estadounidenses, por parte del Consejo de Seguridad y el Congreso, destinados al apoyo directo de la contrarrevolución armada, con asesoría de la CIA y la creación de campos de entrenamiento en territorio estadounidense.
La guerra de baja intensidad perseguía el debilitamiento de la revolución, mediante el desgaste de la base material y social vía el deterioro económico y político. Se trata de una guerra contrarrevolucionaria con acciones militares para realizar un sabotaje económico y sembrar el terror y la inseguridad entre la población.47 El objetivo era cercar y desestabilizar, crear una profunda crisis con la desestabilización económica y, en consecuencia, el descontento social masivo. Atraer sectores por convencimiento o incluso por miedo. No había muchas acciones de enfrentamiento directo, nunca tuvieron capacidad de mover grandes contingentes ni de liberar territorio. Los campamentos estaban en Honduras y Costa Rica —en algún tiempo también hubo en el interior, en montañas y lugares selváticos—, se movían en zonas fronterizas con incursiones de grupos reducidos y acciones puntuales, funcionando como fuerzas de choque.
Se decía “el gobierno norteamericano pone los dólares, Nicaragua los muertos”. El impacto en la economía, las prioridades, la conducción del país y entre la población fue muy grande. Los problemas políticos y económicos, además de militares, fueron importantes. En 1985 se contabilizaron en total 31 mil víctimas, 17 mil de la contra y 14 mil sandinistas. Muertos, heridos, mutilados de guerra, secuestrados, desplazados, huérfanos y violaciones. Además del impacto en la educación, la salud y los logros sociales en general. En la economía hubo consecuencias con daños físicos, pérdidas en la producción, reducción de exportación e incremento de importación, para reponer bienes y equipos.48
La continua amenaza del gobierno de Washington oscilaba entre una posible invasión directa de marines, el bloqueo económico, y la ayuda económica y militar a la contrarrevolución, así como ataques quirúrgicos a objetivos económicos. Crisis económica, descontento social, cansancio, jóvenes luchando y muriendo en el ejército, este fue el panorama en Nicaragua durante el decenio de los ochenta. La llamada década perdida para América Latina fue de resistencia y agotamiento para Nicaragua.
Política de defensa
Desde el inicio se potenció la profesionalización del Ejército Popular Sandinista y se crearon milicias populares con entrenamiento militar. El lema de la defensa era: “Nicaragua victoriosa ni se vende ni se rinde”, el de las fuerzas armadas: “Patria libre o morir”. Sandino había dicho en su momento: “la soberanía de un pueblo no se discute, se defiende con las armas en la mano”. El ejército estaba compuesto por unos 50 mil efectivos — “Ejército y masas un solo pueblo”—, mientras la Policía Sandinista disponía de casi 14 mil elementos en 1983. Y las milicias se establecían en centros de trabajo u organizaciones básicamente sandinistas.
En 1983, debido a la guerra de agresión, se creó el Servicio Militar Patriótico para los jóvenes de entre 17 y 22 años, bajo el llamado de que “habían de cumplir con la patria”. Dos años después se crea el Servicio Militar de Reserva, con la llegada de los dos primeros años del Servicio Militar para la defensa de las ciudades. Así, la defensa pasó a ser la prioridad para todo el gobierno y el país. Esto fue una dura realidad para los jóvenes y sus familias.
Pluralismo político y Estado sandinista
En el plano político se propone libertad de partidos políticos, de expresión, reunión, manifestación, y un sistema electoral pluralista.49 Todo ello —con sus problemas e intransigencias autoritarias en algunos casos— se llevó a cabo incluso a costa de exponer la revolución y sus logros, tanto que se permitía operar al brazo político de la contrarrevolución y se aceptaron los resultados contrarios en el proceso electoral de 1990.
Al Programa Histórico del FSLN (1969) y al Programa Mínimo del FSLN (1978) se vino a sumar el Programa de la Junta de Gobierno de Reconstrucción Nacional (1979) —que en principio gobernaba el país—, con sus proyectos de reconstrucción, además de la “unidad nacional” y el “pluralismo político”. El Consejo de Estado era un órgano colegiado de amplia representación de partidos políticos, organizaciones de masas, representantes de la iglesia, organismos empresariales privados, centrales sindicales, personas previamente elegidas en asambleas y con votaciones. Las fuerzas armadas. La Asamblea Nacional —parlamento con legislaturas cada seis años— con su Junta Directiva y comisiones, y en la que únicamente participan partidos políticos. Por supuesto, además de los partidos tradicionales y de los nuevos creados tras la revolución, están los organismos de masas, sindicales y gremiales, y organizaciones sociales pluriclasistas como la Asociación de Mujeres Luisa Amanda Espinosa, “Mujer que no se organiza, mujer que no se libera”, la Juventud Sandinista, “Dirección Nacional nos hemos tomado el cielo por asalto”, o los Comités de Defensa Sandinista, “Las manos, ojos y oídos de la revolución”.50 Pero se consideraba que quien tenía el poder era la Dirección Nacional del FSLN: los nueve comandantes, como ya se dijo.
Antes de lo previsto, en 1984 se convocó a elecciones —hubo críticas de por qué no haberlo hecho tras el triunfo, donde la victoria hubiera sido abrumadora— en las que participaron siete partidos, pero las fuerzas más representativas de la derecha antisandinista se abstuvieron, con el propósito de deslegitimar la elección. En medio de graves problemas económicos y con la contrarrevolución armada influenciando algunas zonas del país, el FSLN obtuvo 67 por ciento de los votos, sufragó 82 por ciento de la población. Tras las elecciones el FSLN asume el poder abierta y directamente. En 1987 se aprueba una nueva Constitución basada en ocho principios fundamentales: democracia, pluralismo político, economía mixta, no alineamiento, anti-imperialismo, latinoamericanismo, anti-intervencionismo, defensa de la patria.51
Política exterior
El no alineamiento fue bandera de la política exterior, con el lema: “La paciencia de la hormiga y la rebeldía de la abeja”. Los esfuerzos por la paz fueron innumerables, si bien —como decía Ortega—: “Queremos la paz, pero no a costa de la libertad” y “Nicaragua ofrece el olivo de la paz”. Hubo conversaciones bilaterales propiciadas por el gobierno de México, cumbres centroamericanas, y se decidió llevar el caso del bloqueo y la agresión ante el Tribunal Internacional de La Haya. Pero todo quedó en gestos simbólicos, no hubo respuesta significativa por parte de la comunidad internacional ni cambios en la dirección norteamericana de la contrarrevolución.
El FSLN en el poder, las elecciones de 1990 y 2006
Muchas y variadas son las explicaciones en torno a la derrota electoral de 1990 en cuanto a la presidencia del país. Seleccionamos una por considerarla coherente, integral y específica a la vez, y por ello la desarrollamos en estas páginas. “En todas las revoluciones hay una aleación inseparable de necesidad histórica y de ‘milagro’, pero cuando se estudia la revolución nicaragüense ese último componente parece ocupar casi toda la mezcla”.52 El factor subjetivo fue un ingrediente indispensable para el triunfo armado, así como “la degradación del factor subjetivo, más que por los ataques de sus enemigos”, lo fue para su derrota electoral, según sostienen algunas posturas.53
Ya en sus inicios, la Asamblea Sandinista, órgano de carácter deliberatorio sin capacidad de decisión y formado por miembros designados por la Dirección Nacional del FSLN, optó por fortalecer al ejército en la clara conciencia de una posible intervención —directa o indirecta— de Estados Unidos y los sectores somocistas derrotados, y aparcó la construcción del aparato del Estado — inexistente prácticamente— y del partido —ya que el FSLN no lo era.54
El FSLN se desarrolló en la lucha armada, con fuerte predominio centralizado y militar —se suele decir que murieron los mejores cuadros—. Mantuvo su organización vertical y estructura autoritaria tras la victoria: la Dirección Nacional lo decidía todo, a pesar de las críticas internas. Se burocratizó el partido y el Estado, y surgió una casta con privilegios materiales y sociales. Se coartó la libertad por la utilización del poder del Estado. Se aburguesó la clase dirigente y sus allegados, que llevaban una doble vida.55
Pero también jugaron un importante papel otros elementos clave: la crisis económica, la agresión militar, el desgaste social. Los militantes y simpatizantes sandinistas iniciaron un camino sin retorno de cansancio, tensión, penurias personales y familiares, decayeron ánimos y dedicación, esperanza y trabajo. Aunque hoy vemos como algo casi heroico y lejano la disposición a darlo todo por una idea y por la causa de la revolución, sí tuvo lugar en su momento: la sensibilidad, la decisión, el voluntarismo, la capacidad de sacrificio, pero sobre todo ese entusiasmo colectivo contagioso, constante y profundo que se vivía de manera cotidiana. Pero eso tiene también su límite, y con el tiempo y el estancamiento de la situación llegó el agotamiento y el hartazgo.56
Por supuesto, la existencia del Sistema Militar Patriótico desde 1985, así como la tensión y muertes que conllevó, el efecto de la guerra de baja intensidad —el ejército consumía la mitad del presupuesto del país—, la “cartilla de racionamiento” entre la población, la inseguridad cotidiana provocada por minas explosivas, asesinatos y secuestros. La situación socio-económica empeoraba y no se veía el final de la crisis, la sobrevivencia ya no era aventura y consumía energía y ánimos de la gente, creció el desempleo y el sector informal,57 la salud y la educación pública empeoraron. El estado de ánimo se desplomó, así como la dedicación y el espíritu de lucha y sacrificio, el cansancio llegó para quedarse. Y mientras la situación de la mayoría de la gente era peor, cierta minoría privilegiada, en el Estado y el partido —burocracia o burgueses y nuevos ricos ligados al poder político— vivía muy bien.
Se adelantó la convocatoria electoral, que finalmente tuvo lugar en 1990, pensando en realizarla antes que la situación fuera peor y tuvieran que implantarse nuevas medidas seguramente impopulares para la sobrevivencia del régimen. En esta ocasión se presentó toda la oposición política, la contrarrevolución había aprendido que no era posible vencer militarmente, así que se aprestó a cuestionar la revolución desde el frente interno y electoral. Se organizó la Unión Nacional Opositora (uno) con todo el apoyo de Estados Unidos. Violeta Chamorro, una viuda que parecía madre y vestida siempre de blanco, fue la candidata —todo un símbolo para el país—, y a ella se sumó todo un grupo de partidos, desde los antiguos liberales y conservadores, pasando por demócrata cristianos, socialistas y comunistas.
Por parte del FSLN todos los esfuerzos posibles se hicieron, hasta con una campaña organizada al puro estilo del marketing político estadounidense, Daniel Ortega siempre vestido de civil y con discurso más o menos moderado, muy democrático, con todo el apoyo de las organizaciones de masas detrás y el eslogan “Seguimos de frente con el frente”. En el mitin final, medio millón de personas, la mitad de las que tenían derecho al voto. Se dice que Ortega no anunció la supresión del Servicio Militar que tenía previsto ante tal muestra de fuerza y apoyo. Todas las encuestas, excepto una, daban el triunfo al FSLN, mas nadie reparó entonces en el alto porcentaje de los que no tenían opción o en la fuerza del voto secreto en su momento.
La uno obtuvo 54.74 por ciento y el FSLN 40.83 por ciento.58 El día siguiente, como narra extraordinariamente Adolfo Rodríguez,59 Managua amaneció con un profundo silencio, tristeza y desconcierto se respiraba en el ambiente, el viento cortaba cual cuchillo la respiración y la gente apenas se miraba a los ojos. Aunque parezca poco objetiva esta descripción, así fue para muchas personas, quizás la mayoría, impactada, sumida en la desolación, incluso entre quienes votaron por la UNO.
Por supuesto, la Unión Nacional Opositora celebró, pero no fue un triunfo multitudinario o equivalente a los sufragios emitidos a su favor. La explicación hoy es relativamente fácil, pero en su momento la conmoción y el desgarro impedían hacerla. El voto por la uno tuvo lugar en acuartelamientos militares, barrios populares, zonas donde no se sospechaba. La gente estaba cansada, harta ante la muerte de padres, esposos, hijos; frente a la sobrevivencia cotidiana; y tal vez desengañada de algunos aspectos de la revolución, como las desigualdades y el autoritarismo que se respiraba en algunos espacios.
Eso sí, la situación era inusitada, una derrota en las urnas pero no en cuanto al poder real —ejército, policía, milicianos, organizaciones de masas, sindicatos… el pueblo sandinista armado—. Se optó por respetar la elección y entregar el poder. Y ahí empezó el nuevo “principio del fin”, en este caso de la Revolución tal como se conociera hasta la fecha, pues aunque el FSLN regresó al gobierno por medio de las urnas en 2006, se puede decir que ya no es lo mismo o no es el mismo.
Y si bien se estuvo a la altura democrática de asumir el voto adverso, la entrega del poder se dio en medio de resistencias y conflictos. Tuvo lugar la famosa “piñata”, en la cual reinó el “sálvese quien pueda”, y algunos dirigentes sandinistas se apresuraron a apropiarse de la mayor cantidad de recursos económicos y materiales posibles. Casas, autos, empresas, barcos, aviones, helicópteros, fondos económicos… Las excusas fueron varias: para que no se los apropiara la uno o porque se lo habían ganado con grandes sacrificios. Todo producto seguramente de la burocratización, aburguesamiento, autoritarismo y privilegios de varios sandinistas, como dicen algunos. En todo caso, este proceso de corrupción fue, como se dijo, la derrota real de la revolución tanto o más que la de las urnas, la desilusión de muchas personas, el agotamiento de otras, la vuelta de hoja a un proyecto y su historia.60
A partir de ese momento se fue desmembrando el FSLN, en especial su dirigencia, sus discusiones y enfrentamientos fueron muy duros. Hubo sectores que realizaron acuerdos con Violeta Chamorro, luego con Arnoldo Alemán y Enrique Bolaños, que la sucedieron como presidentes del país. Otros fundaron ONGS o partidos opositores sin mucha divergencia política e ideológica, pero sí con una ética diferente, todos en general sin mucho éxito, más allá de constituirse en voces y conciencias críticas —excepto Herty Lewites que falleció en la campaña—. Surgió también lo que se ha llamado la “burguesía sandinista”, producto de “la piñata” o por tener posesiones con anterioridad, demostrando incluso éxito empresarial además de cierta cohesión interna.
Un sector de la población, sobre todo de militancia popular, se mantuvo fiel al FSLN, porque en el nuevo FSLN hay de todo: sandinistas honestos y trabajadores, burócratas autoritarios, nuevos ricos. Y Daniel Ortega compitió en todas las elecciones como su candidato presidencial: obtuvo 41 por ciento de los votos en 1990, 38 por ciento en 1996, 41 por ciento en 2001, y en noviembre de 2006 ganó las elecciones con 38 por ciento de los sufragios emitidos. Se debe señalar que fue el porcentaje más bajo, pero en esta ocasión la derecha se presentó dividida y esto fue fundamental para su triunfo.
También —como dicen— ganó “tras 16 años de gobernar ‘desde abajo’. Aunque en 1990 perdió el gobierno, Ortega nunca perdió el poder […] hasta llegar a estos comicios convertido en el hombre más poderoso de Nicaragua”.61 Ya antes de las elecciones tenía el control del poder electoral, del Poder Judicial y el Legislativo, además del poder económico, todo ello tras el pacto Ortega-Alemán (1999) —o en contubernio con dirigentes políticos y sus respectivos partidos: apoyos legislativos, olvido de la corrupción, reformas electorales, etcétera.62
Sobre la situación actual, solamente queda comentar que sectores políticos e intelectuales del país, militantes destacados del FSLN que tuvieron en su momento funciones políticas importantes, en los últimos años han ido tomando rutas diferentes y opositoras a Ortega y al Frente, pero también a las fuerzas políticas de la derecha: entre ellos Sergio Ramírez, Ernesto Cardenal, Dora María Téllez o Herty Lewites.63
Consideraciones finales
Hoy, en un tiempo donde reina la “ética indolora”, el “crepúsculo del deber”, el “imperio de lo efímero”, la “era del vacío” o en los “tiempos hipermodernos” como dice Gilles Lipovetsky,64 o la “vida líquida y el amor líquido” de Zygmunt Bauman,65 en la “cultura del nuevo capitalismo” de Richard Sennet,66 el “vivir la propia vida” de Ulrich Beck y Elisabeth Beck-Gernsheim,67 el “nuevo paradigma” cada vez menos social y más cultural de Alain Touraine68 —por citar algunos conceptos y expresiones de los autores del momento—, ciertas partes de este relato bien pudieran parecer exageradas e imparciales, y bañadas incluso de narrativa épica heroica. Sin embargo, se trata de datos y hechos históricos que acontecieron. El contexto era otro, las expectativas también, las interpretaciones pueden ser variadas y diversas, la memoria los recuerda, intenta salvarlos del olvido como experiencia, o en todo caso como un relato de algo que pasó.
¿Qué quedó de Nicaragua y su revolución? Querer cambiar el mundo, como nos enseña la Revolución Popular Sandinista, implica la lección de que las transformaciones pueden ser efímeras, no por ello infructuosas, pero sí dolorosas y reversibles, ni rápidas, ni profundas, ni persistentes. Eso sí, como el agua del río, nada permanece y todo cambia, pero sigue otras leyes que no son el voluntarismo, la imposición o el puro anhelo. Las culturas de paz, el respeto a la diversidad, la democracia, la utilización del diálogo y la palabra son la apuesta actual para que todas y todos podamos sentir que la libertad, la igualdad y la fraternidad “dejaron de ser una tentación”.
Recientemente, en su visita oficial a México en junio de 2007, el presidente Daniel Ortega —también secretario general del FSLN— alababa la unidad latinoamericana y decía que en el continente estaba naciendo un nuevo sol, mientras su homólogo mexicano Felipe Calderón elogiaba la lucha histórica del FSLN contra la dictadura somocista, que siguiera de cerca en sus años de juventud. Todo esto acontecía en una cena de honor que el segundo ofreció al primero.69 En su visita al país Ortega cumplió su promesa de ir a ver a la Virgen de Guadalupe, dada un año antes como manda si recuperaba la presidencia de su país en las elecciones, tras 17 años de haberla perdido.70 Hasta aquí la anécdota para que la lectora y el lector tenga a bien reflexionar sobre ella. Hasta aquí también los relatos de la memoria y algo de análisis social de este breve recuento histórico de lo que fue la lucha de la Revolución Popular Sandinista y su ejercicio político ya en el poder: logros o errores, y los triunfos y derrotas electorales.
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Sobre la autora
Anna María Fernández Poncela
Universidad Autónoma Metropolitana-Xochimilco.
Citas
- Richard Sennet, La cultura del nuevo capitalismo, 2006. [↩]
- Eric Hobsbawm, Historia del siglo XX, 1914-1991, 1996; Edgar Morín, El método. El conocimiento del conocimiento, 1999. [↩]
- Tzvetan Todorov, Los abusos de la memoria, 2008. [↩]
- Zygmunt Bauman, Los retos de la educación en la modernidad líquida, 2007. En este punto son necesarias dos advertencias. La primera es que una parte de la bibliografía empleada está sesgada desde la óptica e ideología sandinista, pero se trata de la bibliografía más abundante y accesible que hay sobre el tema. Y en segundo lugar, sólo retomaremos algunos periodos históricos y nos basaremos —como decimos en el texto pero lo queremos remarcar— en una narración y descripción de varios hechos más que en un análisis político de situaciones concretas. También debemos añadir que tampoco profundizaremos aquí en los vericuetos de la “memoria”, tan en boga en nuestros días; Joel Candau, Memoria e identidad, 2001; Maurice Halbwachs, Los marcos sociales de la memoria, 2004. [↩]
- VV.AA., La caída del somocismo y la lucha sandinista, 1980, p. 334. [↩]
- Manuel Iglesias “La situación nicaragüense y la guerra económica de desgaste”, mecanoescrito, 1985; Adolfo Rodríguez Gil, “La economía en Nicaragua”, mecanoescrito, 1985; Adolfo Rodríguez Gil, “‘Ay Nicaragua, Nicaragüita…’ A veinticinco años de la Revolución sandinista”, en Viento del Sur, núm. 75, agosto de 2004a; Adolfo Rodríguez Gil, “El FSLN en el poder”, en Viento del Sur, núm. 76, octubre de 2004b. [↩]
- William Villagra, “Los partidos políticos en la historia nacional”, en Encuentro, núm. 23, 1985. [↩]
- VV.AA., op. cit., p. 70. [↩]
- Idem. [↩]
- Jaime Wheelock Román, El gran desafío, 1983. [↩]
- José Figueres, “Somoza, un alcohólico del poder” (entrevista), en Proceso, núm. 99, 1978, p. 10. [↩]
- Citado en Jaime Wheelock Román y Luis Carrión, Apuntes sobre el desarrollo económico y social de Nicaragua, 1980, p. 10. [↩]
- Humberto Ortega, 50 años de lucha sandinista, int, s.a. [↩]
- Carlos Fonseca, Nicaragua hora cero, 1979. [↩]
- Tomás Borge, Carlos, el amanecer dejó de ser una tentación, 1980a, p. 62. [↩]
- Carlos Fonseca, op. cit.; Henry Ruiz, “La montaña era como un crisol donde se formaban los mejores cuadros”, en Nicarauac, núm. 1, 1980. [↩]
- Idem. [↩]
- Omar Cabezas, La montaña es algo más que una inmensa estepa verde, 1984. [↩]
- Jaime Wheelock Román, Frente Sandinista, diciembre victorioso, 1979a; Gabriel García Márquez, El asalto, 1985. [↩]
- Tomás Borge, “Historia político militar del FSLN”, en Encuentro, núm. 15, 1980b; Regis Debray, “Nicaragua, año cero”, en Casa de las Américas, núm. 117, 1979; Adolfo Gilly, La nueva Nicaragua, 1980. [↩]
- Humberto Ortega, “Presentación”, en La insurrección sandinista en Masaya, 1982; Sergio Ramírez, La insurrección en las paredes, 1984. [↩]
- Tomás Borge, op.cit., 1980b. [↩]
- Carlos Núñez, El papel de las organizaciones de masas en el proceso revolucionario, 1980. [↩]
- Del año 1983 y dirigida por Roger Spottiswoode. [↩]
- Humberto Ortega, Nicaragua: la estrategia de la victoria, 1980. [↩]
- Idem. [↩]
- Jaime Wheelock Román, Imperialismo y dictadura, 1979b, p. 87. [↩]
- Barrington Moore, La injusticia: bases sociales de la obediencia y la rebelión, 1996. [↩]
- Carlos Vilas, La Revolución sandinista, 1984b. [↩]
- Dieter Masurh, Los ojos de los guerrilleros, 1985. [↩]
- Danilo Aguirre Solís “La guerra de liberación”, en Encuentro, núm. 17, 1982, p. 11. [↩]
- Tomás Borge, op. cit., 1980b. [↩]
- Ernesto Cardenal, “Con la guerra buscábamos la paz”, en Nicarauac, núm. 3, 1980. [↩]
- Idem. [↩]
- Juan Arrien y Róger Matus, “Nicaragua: 10 años de educación en la revolución”, en Cuadernos de Sociología, núms. 9-10, 1989. [↩]
- Nicaragua, 1983; Instituto Nacional de Seguridad Social y Bienestar (INSSBI), Seis años de revolución en el INSSBI, 1985. [↩]
- Sergio Ramírez, op. cit.; Douglas Salamanca, “La revolución y las dos culturas”, en La Chachalaca, núm. 8, 1984 [↩]
- Carlos Vilas, “Clase, Estado y etnicidad en la Costa Atlántica de Nicaragua”, en Nueva Antropología, núm. 38, 1990. [↩]
- Diplace, Principales programas y logros, en seis años de gestión revolucionaria, 1985. [↩]
- Xavier Gorostiaga, Los dilemas de la Revolución popular sandinista a tres años del triunfo, 1985. [↩]
- Adolfo Rodríguez Gil, op. cit., 1985. [↩]
- Manuel Iglesias, op. cit. [↩]
- Mario Arana, “Nicaragua: estabilización, ajuste y estrategia económica, 1988-1989”, en Arana, Stahler y Vilas, “Políticas de ajuste en Nicaragua. Reflexiones sobre sus implicaciones estratégicas”, en Cuadernos de Pensamiento Propio, núm. 18, 1990. [↩]
- Jaime Wheelock Román, Entre la crisis y la agresión, 1985. [↩]
- Róger Aburto, “El boom de la economía informal en Nicaragua”, en Boletín Socioeconómico, núm. 8, 1988; Róger Aburto y J. Cavaría “El empleo: un problema de los sectores de la economía”, en Boletín Socioeconómico, núm. 13, 1989. [↩]
- Jaime Wheelock Román, op. cit., 1983, y op. cit., 1985. [↩]
- Manuales de sabotaje y guerra psicológica de la CIA para derrocar al gobierno sandinista, 1985. [↩]
- La contrarrevolución (desarrollo y consecuencias), 1985. [↩]
- “Pluralismo político”, en Pensamiento Propio, núms. 6-7, 1983. [↩]
- Carlos Núñez, op. cit., 1980; Manuel Bernales Alvarado, La transformación del Estado: problemas y perspectivas en la Revolución en Nicaragua, 1985; Luis Serra, “Democracia y Revolución en Nicaragua”, en Encuentro, núm. 23, 1985. [↩]
- “La Nueva Constitución”, en Envío, núm. 53, 1985. [↩]
- Adolfo Rodríguez Gil, op. cit., 2004a, p. 7. [↩]
- Adolfo Rodríguez Gil, op. cit., 2004b, p. 30. [↩]
- Idem. [↩]
- Idem. [↩]
- Idem. [↩]
- Róger Aburto, op. cit. [↩]
- Orlando Núñez, “La derrota electoral del FSLN y las dos caras del poder”, en La Avispa, núm. 1, 1990. [↩]
- Adolfo Rodríguez Gil, op. cit., 2004b. [↩]
- Idem. [↩]
- “Daniel Ortega Presidente: del poder ‘desde abajo’ al gobierno”, en Envío, núm. 296, 2006, p. 10. [↩]
- Sergio Ramírez, “Golondrinas de distantes veranos”, en La Jornada, 30 julio 2006, p. 12. [↩]
- Silvia Isabel Gámez, “A Ortega lo atrapó el poder.—Ramírez”, en Reforma, 2 de diciembre de 2008, p. 9; Gioconda Belli, “Nicaragua. La narrativa del odio”, en Mujeres Hoy, 2008. [↩]
- Gilles Lipovetsky, El crepúsculo del deber. La ética indolora de los nuevos tiempos, 1994; Gilles Lipovetsky, La era del vacío, 2002; Gilles Lipovetsky, Los tiempos hipermodernos, 2006. [↩]
- Zygmunt Bauman, Vida líquida, 2006. [↩]
- Richard Sennet, op. cit. [↩]
- Ulrich Beck y Elisabeth Beck-Gernsheim, La individuación. El individualismo institucionalizado y sus consecuencias sociales y políticas, 2003. [↩]
- Alain Touraine, Un nuevo paradigma. Para comprender el mundo de hoy, 2005. [↩]
- Escenario en el cual se desmayó el representante de la Embajada de Venezuela siendo atendido por el Secretario de Salud de México. Érika Hernández, “Convoca Ortega a la unidad en A.L.”, en Reforma, 28 de junio, 2007a, p. 3. [↩]
- Érika Hernández, “Cumple promesa a la Virgen”, en Reforma, 28 de junio 2007b, p. 3. [↩]