La historia empresarial tiene una profunda raíz en la historiografía de México. Apenas hace tres décadas apareció uno de los libros dedicados a las clases propietarias y que por su novedad y calidad se ha convertido en un clásico. Nos referimos a los ensayos coordinados por Ciro Cardoso y que llevan por título Formación y desarrollo de la burguesía en México, siglo XIX.1 Entre otros autores, se contó con la participación de Rosa María Meyer C., María Dolores Morales, María Teresa Huerta, Mario Cerutti, Shanti Oyarbázal Salcedo, Roberto C. Hernández Elizondo, y los desaparecidos Margarita Urías y Guillermo Beato. Este libro tuvo el enorme mérito de proponer una línea de investigación secundada por un sin número de investigadores. Los nombres de los empresarios Manuel Escandón, Juan Antonio de Béistegui, Ventura Martínez del Río, Gregorio Mier y Terán, Isidoro de la Torre, Francisco Somera y Patricio Milmo, formaron parte del lenguaje común de los historiadores y se convirtieron en una referencia obligada para entender el desarrollo económico, los artilugios de los negocios, los ritmos de acumulación de capital y la manera en que se tejían las redes empresariales decimonónicas. En su momento, Jan Bazant, entre otras observaciones y críticas, escribió que “las monografías, más que biografías personales o individuales, son —de acuerdo con la índole familiar de los negocios o de las sociedades mercantiles del siglo pasado— más bien biografías familiares, laboriosas y minuciosamente investigadas”.2
Con el tiempo, la enseñanza de estos maestros se ha visto recompensada por la abundancia de estudios dedicados a los empresarios a lo largo y ancho de nuestro país. Ejemplo de esta corriente es el notable trabajo de José Alfredo Uribe que estudia a los empresarios que constituyeron la Compañía Minera Las Dos Estrellas, y en especial a Francisco J. Fournier. Dicha empresa se reorganizó a partir de la fusión de capitales franceses y mexicanos. Y como afirma el autor, “cotizó en la bolsa de París y la banca francesa le prestó un firme apoyo”.
José Alfredo Uribe Salas es un historiador que cuenta con una trayectoria de gran valía y es uno de los más destacados representantes de su generación. Con una sólida preparación, obtuvo el doctorado en la Universidad Complutense de Madrid; durante varias décadas ha sabido combinar las tareas de profesor e investigador en la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo. Entre sus recientes publicaciones se encuentra los dos volúmenes de la Historia de la Minería en Michoacán (2002 y 2006). Es una compilación que reúne catorce trabajos del autor, hasta entonces dispersos en diversas publicaciones, que abarcan temas relacionados con la minería de Michoacán desde la época prehispánica hasta el siglo XX. En la introducción de dichos volúmenes, hace énfasis en que “los estudios de la empresas y los empresarios han contribuido de manera puntual al conocimiento pormenorizado del territorio, los sitios los edificios y artefactos; pero también a la comprensión del desarrollo tecnológico y a la evolución de las distintas sociedades industriales bajo las modalidades de régimen jurídico individual, familiar o por acciones”. Estos dos volúmenes dan cuenta de la trayectoria intelectual del autor y son un testimonio de la preocupación para plantear y resolver algunos de los problemas de mayor trascendencia en la historia de la industria minera. Asimismo, este conjunto de textos permite a José Alfredo Uribe entretejer cada uno de los capítulos y conformar una biografía histórica minera de Michoacán, una de las regiones hasta cierto punto desconocidas por la historiografía minera nacional. Ambos volúmenes contribuyen de manera notable a la formación de nuestra historia y abren la puerta a
nuevas incógnitas historiográficas.
Regresando al libro reseñado, podemos afirmar que, alejado de la imagen maniquea del avaro explotador, José Alfredo Uribe nos muestra la trayectoria del grupo de empresarios que arriesgaron sus recursos en busca del metal dorado, encabezados por el ingeniero francés Francisco J. Fournier, quien convenció, entre otros, a Guillermo Landa y Escandón, Antonio Pliego, Guillermo Brockman, José Luis Requema entre otros muchos, para que unieran sus capacidades y bienes con el fin de explotar la prolongación de la veta “San Rafael”, que se extendía desde El Oro en el estado de Michoacán y llegaba a Tlalpujahua en el estado de México. A pesar de la competencia que se dio en torno a la explotación de recursos minerales en esta región, ya que se establecieron más de 50 compañías, no todas tuvieron la misma suerte. Como afirma el autor, “sólo un puñado logro imponerse en el mercado nacional, cotizar sus valores en los centros financieros internacionales y repartir altos rendimientos a sus accionistas”.
La producción de oro siempre ha ido a parar a manos de los especuladores, quienes obtienen las ganancias más jugosas del negocio y deciden el destino de las regiones mineras. Las Dos Estrellas se convirtió, al despuntar el siglo XX, en una de las compañías que obtenía los mayores rendimientos. Los minerales argentíferos del “filón verde” que explotaba contenían una gran cantidad de oro. Para hacer posible el enorme éxito económico, el autor explora algunos temas relacionados con el riesgo que representaba la industria minera, la dirección profesional de las obras de infraestructura y el cambio tecnológico, el nuevo rostro de la organización empresarial, la disponibilidad de una numerosa y eficiente mano de obra, el respaldo financiero de los poderosos bancos europeos, el momento coyuntural de alta demanda del metal amarillo por los mercados internacionales y, sobre todo, la protectora política fiscal porfiriana. De hecho, el rico filón hubiera pasado inadvertido a no ser por la concurrencia de todos estos elementos, que abrieron la posibilidad de que los empresarios obtuvieran utilidades casi inimaginables.
En Empresarios del metal amarillo en México hay un diagnóstico claro sobre el cambio del patrón oro en la economía internacional. Esta empresa “moderna” estuvo a la altura de la coyuntura que demandaba una enorme cantidad de oro. Sobre este asunto, Peter L. Bernstein escribió
[…] el mítico padrón de oro internacional surgió por consiguiente de las cenizas del desastre acaecido con la plata: en 1893 incluso las fábricas de moneda de India quedaron cerradas a la acuñación de plata. [El padrón] no representaba una garantía de tranquilidad para la economía mundial, pero tendía a limitar la magnitud de las crisis inevitables emanadas de la especulación, el exceso de inversiones y la competición excesiva en unas esferas en donde los gobiernos no ofrecían redes protectoras cuando se producían los más diabólicos avatares.3
La personalidad singular de Francisco J. Fournier ha inspirado algunas obras literarias. Jacques Paire, en De caracoles y escamoles. Un cocinero francés en tiempos de don Porfirio,4 hace referencia al éxito de Las Dos Estrellas. La novela, narrada en primera persona, describe de manera notable la vida en el último tercio del siglo XIX, haciendo énfasis en los migrantes franceses. El cocinero, que invirtió parte de sus ahorros por un sentimiento de paisanaje, se ve recompensado con “un golpe de suerte”, cuando las acciones de la empresa multiplican su valor. En cambio, William Loret dedicó varios años a investigar la vida del empresario Fournier y en 1996 publicó su novela L’homme de Porquerolles (en México se conoce con el título de El conquistador de la Somera).5 Luret asegura que el origen de Fournier fue en el seno de una familia de barqueros muy pobres de Bélgica. Sin embargo, su espíritu de empresa lo llevó a trabajar en el ferrocarril que atravesaba las Rocallosas, en la construcción del Canal de Panamá, en las minas de San Francisco, California, y por supuesto en Tlalpujahua. Su riqueza le permitió comprar la isla de Porquerolles, donde fundó una sociedad utópica y siempre soñó con llevarse el sitio arqueológico maya de Bonampak.
En la historia empresarial no todos los inversionistas corrieron con la misma suerte ni pudieron darse una vida glamorosa. Por José Alfredo Uribe sabemos que el pueblo de Tlalpujahua padeció largos periodos de borrascas y apenas quedan algunos recuerdos de aquellos años dorados.
Sobre el autor
Eduardo Flores Clair
Dirección de Estudios Históricos, INAH.
Citas
- Ciro F. S. Cardoso (coord. y presentación), Formación y desarrollo de la burguesía en México, siglo XIX, México, Siglo XXI, 1978. [↩]
- Jan Bazant, reseña del libro en Historia Mexicana, vol. 28, núm. 4, abril-junio 1979, p. 621. [↩]
- Peter L. Bernstein, El oro: historia de una obsesión, Barcelona, Javier Vergara, 2002, p. 250. [↩]
- Jacques Paire, De caracoles y escamoles. Un cocinero francés en tiempos de don Porfirio, México, Alfaguara, 2001. [↩]
- William Luret, El conquistador de la Somera, México, Fundación Alejo Peralta, 2004. [↩]