A Cathy Moser le llevó materialmente toda su vida culminar este libro, debido a que su interés por estudiar los moluscos lo inició a una corta edad, cuando al jugar con otros niños su curiosidad natural la llevó a la búsqueda de diversos animales marinos a los que llamó únicamente por sus términos en lengua indígena, en la medida en que sus amigos solo hablaban en seri, la cual aprendió porque sus padres, Mary Beck y Edward Moser, comenzaron a estudiar la lengua y la cultura de los autonombrados Comcáac (cmiique en singular) justo un año antes de su nacimiento. Iniciaba la segunda mitad del siglo pasado, y durante su infancia la playa, la costa y el desierto eran su espacio de recreo; observar a los animales en su ambiente natural le dio sentido a su vida, ya que años después se convirtió en una investigadora con características particulares, en la medida que su trabajo interdisciplinario lo ha enfocado a la lingüística, etnografía y biología, específicamente la malacología. Además, su estudio del dibujo, que ha sabido transformar en arte, le ha ayudado al bosquejar en tinta conchas, caracoles y otros animales marinos como parte de su acervo de materiales investigados. A esto hay que añadir su excelente conocimiento y uso de la lengua seri, junto con el inglés, su lengua materna y el español, al ubicarse el grupo étnico en la costa central del estado de Sonora, donde sus miembros interactúan con hispanohablantes de manera regular en las últimas décadas.
También se deben considerar las experiencias con sus padres y la herencia que le transmitieron. Como lingüistas del Instituto Lingüístico de Verano, Becky y Ed le inculcaron a su hija el interés por el estudio de la lengua y la cultura seri de manera espontánea, la que aprendió casi como primera lengua debido al trabajo de sus progenitores. Las anotaciones, sobre todo de su padre, sobre diversos aspectos de la cultura de los Comcáac, y específicamente sobre algunos moluscos, que después ella corroboró durante su investigación, le ayudaron a explorar un tema por demás difícil en sus diferentes aristas. Durante sus estudios para obtener el grado de maestría en lingüística conoció a Stephen Marlett, con quien se casó. Él es uno de los especialistas más reconocidos en la investigación sobre la estructura de la lengua seri y en los últimos años ha explorado otros aspectos que relacionan lengua, cultura y sociedad, así que, como sus padres lo hicieron, conforman un dupla de trabajo que se retroalimenta constantemente en torno a las problemáticas investigadas por ambos sobre los seris.
De alguna manera este libro forma parte de una trilogía en la que Cathy ha participado activamente con sus excelentes dibujos de los moluscos. Primero en el estudio de etnobotánica seri escrito por Felger y M. B. Moser.1 De hecho, Felger hace una magnífica presentación del libro de Cathy Moser, que muestra la personalidad e historia de vida de la autora, así como sus aportes académicos y gráficos. El otro libro es el Diccionario seri-español-inglés,2 que va en su segunda edición (revisada). La primera apareció en 2005, con un aporte de más de 600 ilustraciones que permiten tener una imagen de cientos de especies y otros aspectos de la cultura seri, que de otra manera habrían quedado para la imaginación de los lectores. Además, Moser ha colaborado en otras publicaciones con su arte gráfico.
Sin duda, los dibujos en el volumen de Moser permiten tener una clara imagen de la gran cantidad de moluscos estudiados, sin los cuales hubiera sido imposible reconocerlos a partir de los nombres en la lengua indígena y por los términos científicos. Lo anterior se debe a que el español regional no tiene términos para designar la gran cantidad de moluscos con los que interactúan casi cotidianamente los miembros del grupo étnico; sin embargo, cuando es posible, recurre al vocablo en inglés, aun cuando esta lengua no posee la terminología para dar cuenta de los diversos tipos de conchas, caracoles y otros moluscos conocidos en la repertorio oral seri.
Las fotografías representan otro gran aporte del libro. Hasta ahora no se había mostrado tal cantidad de material que permitiera tener una imagen visual de los seris, sobre todo caracterizando a sus actores sociales, sus actividades productivas, la relación del mundo seri con los moluscos y una visión histórica de personajes, rasgos culturales y diversos elementos que apoyan completamente el discurso académico de la autora. Las instantáneas revelan un portal al mundo seri que abarca alrededor de una centuria, desde las primeras décadas del siglo pasado a nuestros días, a partir de la labor de recopilación con aquellos que contaban con tan valiosas obras visuales, entre los que destacan Kroeber, Davis, Smith y Ronstandt, además de fotógrafos desconocidos e imágenes de la propia investigadora. En ellas, resalta Moser, encuentra el extenso uso de los moluscos en la vida cotidiana de sus pobladores.
La compleja clasificación y uso de los moluscos la simplifica Moser mediante diez tablas y nueve apéndices. En los primeros destacan los nombres basados en términos de género; los términos anatómicos de los moluscos; nombres de lugar conocidos a partir de referencias a algún molusco, y en una de ellas incluye otros marinos invertebrados, como los camarones, langostas y babosas, por mencionar algunos ejemplos. En los apéndices resaltan los nombres de 296 moluscos; los nombres de moluscos agrupados por características lingüísticas, culturales y de otra índole, como los nombres primarios y modificados; su descripción basada en forma, color tamaño, textura similitud con otra cosa y el lugar en donde se localizan; también los nombres que reflejan características psicológicas o acciones de los moluscos; algunos que tiene una función cultural o uso personal; otros que reflejan los efectos psicológicos sobre los humanos y los que se relacionan con la mitología seri, además de algunos con significados poco claros.
La calidad de los resultados se debe al trabajo de largo plazo emprendido por Moser. La recopilación del material, su análisis y conclusiones le llevó varias décadas de intensa labor, desde su inicio formal a mediados de 1970 hasta su publicación en 2014. La complejidad de la problemática bajo estudio y la manera en que cotejó los datos no fue tarea fácil, sobre todo por las características del fenómeno a investigar. A lo largo de su trayectoria se encontró con diferencias de distintos tipos, desde términos en desuso hasta formas particulares de nombrar los moluscos, pasando por los rastros de las diferencias dialectales que aun permean en el uso de la lengua. La variación interna es un hecho normal en esta lengua y muestra una dinámica que va más allá del sistema de esta lengua. En otras palabas, la dinámica del uso de la lengua hace imposible verla como un sistema totalmente estructurado en el contexto de esta comunidad de habla. Sobre todos esos aspectos discute la manera en que los enfrentó y deja muy claro la necesidad de seguir investigando para continuar avanzando en el conocimiento sobre las prácticas lingüísticas, culturales y de otra índole en torno a los moluscos.
A pesar de toda su experiencia y capacidad, es lo bastante humilde para señalar lo difícil de abordar el problema y la riqueza que tienen frente a sí los académicos al estudiar esta compleja cultura, y en específico esta línea tan productiva. Es más, deja muy claro que debido a los cambios que ha experimentado el grupo en las últimas décadas, el conocimiento y el uso de la terminología de éste y otros campos está declinando a una velocidad asombrosa, por lo que es un requerimiento indispensable la continuidad de las investigaciones en distintas áreas del conocimiento, así como en políticas que le permitan a los miembros del grupo indígena la revitalización de su lengua, su cultura y su sociedad.
Para lograr obtener una cantidad considerable de materiales sobre los moluscos debió emprender una larga tarea con base en la biología, etnografía y lingüística, recopilando la mayoría de ellos mediante la observación participante, método que le permitió conseguir datos íntimamente relacionados en la vida cotidiana y simbólica de los seris, a través de décadas de trabajo de campo. Muchos de los términos los obtuvo in situ, recurriendo a los objetos de forma directa y no mediante la elicitación o el dibujo, recopilándolos en su contexto natural; muchas veces acompañando a gente experimentada en su búsqueda o recorrido por los espacios donde se encuentran diversos tipos de estos animales marinos. Para ello requirió del apoyo de quienes tenían una larga experiencia y conocimiento sobre los animales marinos, que la cautivaron sobre todo por la intensa relación de su uso por parte de la gente de la arena. Casi todos los que contribuyeron con el estudio de los moluscos nacieron durante la primera mitad del siglo pasado y la conversación siempre fue en lengua indígena, para tratar de no alterar las denominaciones en seri. Así, Cathy Moser se convirtió en un caso particular en la forma de investigar su objeto de interés, casi en el ideal de los métodos más reconocidos por antropólogos, lingüistas, y sin duda por los biólogos.
La descripción etnográfica es muy puntual, haciendo gala de una gran cantidad de información en cada parágrafo de texto. Para ello parte de los datos previos recolectados por otros investigadores, sobre todo de sus padres, para dar cuenta de una veta riquísima en torno a los moluscos en una cultura donde esta especie es muy variada y altamente utilizados con diversos fines: desde haber sido uno de los componentes primarios de sus recursos alimenticios, ahora a la baja por la incorporación de alimentos procesados, hasta su utilización para juegos de niños y adultos, algunos de ellos relacionados con su ritualidad, pasando por otras maneras de uso como utensilios de cocina, herramientas, objetos ornamentales, amuletos e incluso para usos medicinales.
Así, en el libro expone el dato etnográfico sobre una especie muy específica, pero al mismo tiempo de una riqueza extraordinaria en la vida de los seris, la cual permite al lector un acercamiento al conocimiento de un grupo humano que logró pleno sentido del ambiente en donde aprendió a explotar los recursos naturales de una región con serias carencias de agua, pero con la capacidad para desarrollar una cultura donde la pesca y recolección rivereña han jugado un papel primordial para darle sentido a la sociedad Comcáac, y de donde toma este grupo étnico algunos de sus ricos emblemas identitarios, integrada cada vez más a una sociedad mayor que la trata de asimilar a su ámbito de influencia, poniendo en jaque una sabiduría milenaria que pugna por mantenerse bajo su propio esquema gracias a su capacidad de adaptación. A través de la lectura se hace evidente un proceso de cambio acelerado en las dos comunidades seris durante las últimas décadas, particularmente en lo relativo al conocimiento sobre los moluscos y su utilización en la vida cotidiana del grupo. A pesar de eso, existe cierta continuidad de algunos aspectos relevantes y el estudio tiene como finalidad ayudar a su recuperación hasta donde sea posible. Esto no es particular del conocimiento de moluscos, como lo hace evidente Otilia Caballero en un interesante estudio sobre los cantos shamánicos seris,3 los cuales muestran también una gran riqueza; por desgracia, están padeciendo el mismo proceso de sustitución en la medida de las profundas transformaciones experimentadas en los últimos tiempos, sobre todo en las generaciones más jóvenes, proclives a los servicios médicos alopáticos.
A lo largo del texto se hace referencia a nombres de moluscos que han entrado en desuso, además de cambios en su consumo y utilización, antaño empleados en múltiples artes y ahora recordados por los miembros de mayor edad del grupo o poco aprovechados. Tal es el caso de itaa, una posible palabra arcaica para ‘cabello,’ mientras en la actualidad se nombra ilít a un tipo de la categoría de las bivalvas, esto es, conchas con dos valvas (p. 78). Otro ejemplo es el de cacaapxom “lo que engorda”, conocido por su nombre científico como Bulla gouldiana y que pertenece a la categoría de los gasterópodos Bullidae (buble snails en inglés, que se traduce como caracoles burbuja). Moser comenta que varias personas dijeron que no se comían, pero un individuo señalaba que era buen alimento de sus ancestros, aunque en nuestros días ya no se consume. A su vez, como ornamento es poco común en los collares, pero, según Eva López, en el pasado fue muy común para hacer collares y aretes, por ser productos muy ligeros y bonitos (p. 168).
Ahora bien, sobre la categorización etnobotánica Moser refiere al estudio elaborado por Felger y Moser, siguiendo de alguna manera ese modelo para presentar sus datos, aunque va mucho más allá de una simple clasificación folk, relacionándola con la malacología, tal como la propone la etnociencia, en particular los trabajos de Berlin, así como Berlin y otros.4 En su trabajo señala que los seris no tienen una unidad taxonómica para referirse a los moluscos. En su lugar tiene cinco categorías abiertas para representar a cinco especies; tampoco tienen un nombre específico que las distinga, pero reconocen dentro de ellas a una cantidad considerable de moluscos. Las bivalvas tienen dos conchas o valvas, como almejas, ostras, mejillones, etcétera. Los gasterópodos incluyen a los caracoles, lapas y babosas. Entre los polyplacophora, los más conocidos se nombran chitons en inglés, aparentemente sin traducción al español. Los scaphopoda poseen un solo tipo, poco reconocido y no se utiliza con ningún fin; el cozaaij, “que hace un corte circular”, traducido del inglés al español como concha o valva colmillo. La quinta clase está integrada por los cefalópodos e incluye pulpos, calamares y otros animales marinos semejantes. Dentro de esta clasificación es posible encontrar prototipos, esto es, aquellos moluscos más representativos de la categoría referida.
En términos lingüísticos los nombres de los moluscos en seri se dividen en primarios y compuestos. Los primeros consisten en una palabra, y en general son bien reconocidos por los miembros de la comunidad y representan alrededor de un cuarto del total de nombres en la lengua, entre los que podemos mencionar al pajaas o calamar (Teuthida), hapaj o pulpo (Octopodidae), iicj (Conus princeps) y hapz “un molusco de concha no identificado”. A su vez, los compuestos pueden formarse como sustantivo compuesto frasal o no frasal. Los primeros están formados por palabras separadas y por lo general describen una característica física de los moluscos, mientras los segundos aparecen fusionados en un vocablo: haxölinaail cheel (Trivia solandri), donde cheel significa rojo; xpaḻeemele caacoj (Strombus galeatus), cuyo segundo elemento significa largo, para los no frasales y hapxaacoj haapx “largo” (Tegula rugosa) es una forma frasal. En el caso del pulpo existe una forma adicional a su forma primaria. Así, Ziix cotopis “cosa que ataca por succión” es un nombre arcaico utilizando una forma descriptiva para nombrarlo.
Nombrar a los moluscos en seri tiene un carácter interesante debido a varios aspectos que entran en juego sobre este concepto. En primer lugar, de acuerdo con su cosmovisión a cada animal le corresponde un término específico otorgado por el dador de nombres, “Su nombre, Hant Iiha Quimx, alude a él como la persona que les dijo a los otros acerca de las cosas antiguas (literalmente, las posesiones de la tierra”, p. 39). Su conocimiento se lo transmitió a miembros específicos del grupo a los que llaman hant iiha cöhacomxoj, “esos quienes han sido informados acerca de las cosas antiguas”, algunos de ellos han compartido con la autora sus conocimientos sobre la gran cantidad de palabras de los animales marinos reconocidos en la lengua indígena. A lo largo del texto se encuentran muchas referencias al dador de nombres; incluso hay canciones que retoman el tema por el valor que les han dado a varios personajes míticos, entre ellos el dador de nombres. De acuerdo con la mitología seri, antes de que los animales fueran nombrados los seris eran personas y el dador de nombres les preguntó en qué animal querían convertirse, incluyendo a los moluscos.
Otro rasgo distintivo de nombrar a los moluscos es mediante la diferenciación, por cómo los reconocen a partir de rasgos sexuales desde un punto de vista cultural, aunque de hecho no sea el atributo de género lo que los caracterice, más bien la forma y la textura. Así, ctam significa macho y cmaam hembra. Para María Luisa Astorga la referencia de la forma humana Comcáac implica que las mujeres son más suaves, delicadas y bellas, mientras los hombres de piel áspera y bigotudos. De acuerdo con estas cualidades, una especie lleva el nombre de seeten ctam (Pina rugosa), mientras otra es llamada seeten cmaam (Atrina tuberculosa, p. 30), la primera en masculino y la segunda en femenino.
Además, existen varias referencias a otros tipos de animales al designar a ciertos moluscos, así el mooxon iixz o “mascota del pez escorpión” (Cardites laticostatus) debido que concha es excepcionalmente similar a la forma y marcas de la aleta del pez mencionado. Dentro de esta forma de denominar destaca un mamífero en particular, el coyote oot, personaje de algunas historias de su tradición oral y con características muy notables para este pueblo indígena. Moser reporta trece términos que incluyen oot más otro elemento para designar a moluscos, como oot iquiit o el quiit del coyote (Carditamera affinis).
La riqueza del trabajo de Moser remite a muchas aristas que relacionan el universo de los seris con los moluscos. Su información y análisis son enormes, dada la cantidad de materiales recolectados a lo largo de años de investigación minuciosa. Aquí se muestran únicamente algunos fragmentos de la notable cantidad de datos analizados, y tal vez parecería una presentación con tintes folcloristas por las características de los ejemplos presentados. De hecho habría muchos más, pero su omisión se debe a la limitada información que tenemos sobre este tema, tan pródigo para los seris y tan distante para nuestra sociedad. Su aporte no sólo tiene que ver con la cantidad de información recabada, sino también con los modelos empleados para dar cuenta de este complejo fenómeno, integrados en una sola interpretación y no separados unos de otros; de esa manera la biología, la lingüística y la antropología se expresan claramente bajo un mismo paradigma de estudio.
Sobre el autor
José Luis Moctezuma Zamarrón
Centro INAH Sonora.
Citas
- Richard S. Felger y Mary Beck Moser, People of the Desert and Sea: Ethnobotany of the Seri Indians, Tucson, University of Arizona Press, 1985. [↩]
- Mary B. Moser y Stephen Marlett (comps.), Comcáac quih Yaza quih Hant Ihíip hac. Diccionario seri-español-inglés (2ª. ed.), Hermosillo, Universidad de Sonora/Plaza y Valdés, 2010. [↩]
- María Otila Caballero Quevedo, “El poder de los cantos. Formas de curación entre los Comcáac”, tesis de doctorado en antropología social, México, ENAH-INAH, 2012. [↩]
- Brent Berlin, Ethnobiological Classification: Principles of Categorization of Plants and Animals in Traditional Societies, Princeton, Princeton University Press, 2014; Brent Berlin, D. E. Breedlove y P. H. Raven, “Covert Categories and Folk Taxonomies”, en American Anthropologist, núm. 70, 1968, pp. 290-299. [↩]