Dolores Pla Brugat (coord.), Pan, trabajo y hogar. El exilio republicano español en América Latina, México, INAH/INM-Segob, 2007.

PDF
Para citar este artículo

DA46801El exilio español ha sido uno de los fenómenos migratorios del siglo XX que más intelectos ha movido y que más tinta ha producido. Ha sido investigado, novelado y filmado. De él se ha escrito prosa y poesía, que también se ha musicalizado, cantado y bailado.

Este libro es sobre el exilio español en Latinoamérica. Sobre aquellos protagonistas que sus ocho autores bautizaron como “desterrados trasatlánticos”, “emigrantes involuntarios”, “expatriados políticos”, “peregrinos heridos”, sobre su experiencia en siete de los países que formaran parte del imperio español.

Trata sobre la primera, la segunda y hasta la tercera generación de inmigrantes, pues, como bien dice Dolores Pla, el exilio español no son sólo los que salieron, sino sus hijos y sus nietos, quienes ahora, gracias a la “Ley de Memoria Histórica”, podrán recuperar algunos derechos que perdieron al haber tenido sus abuelos que dejar obligadamente su país.

Este libro se suma a una rica producción sobre el tema, particularmente sobre el exilio que recibió México, producción en la que Dolores Pla ha sido un autor clave con más de una docena de títulos publicados bajo su autoría y/o coordinación.1 Ese exilio que inspiró tan bello epígrafe de Joaquín Diez- Canedo que, reproducido al inicio del libro en comento, originó su título: “Pan, trabajo y hogar”:

Lo que una vez me arrebató la vida,
pan, trabajo y hogar, tú me lo has dado.
Sí; pero te has llevado
mi corazón entero, de mordida2

La riqueza de esta obra es la de ofrecer una mirada comparativa y complementaria a nivel regional del fenómeno de la emigración española, con ensayos sobre cada país y estructurados bajo una temática común. Lo anterior permite apreciar los elementos continuos del fenómeno y dilucidar las especificidades que se presentaron en los diferentes casos aquí analizados.

Los capítulos que componen este libro se documentan en fuentes de información primaria por excelencia. Cabe destacar entre ellas la riqueza de la historia oral. Los artículos están basados en múltiples entrevistas realizadas a refugiados; sobresalen particularmente las hechas en México a finales de los años setenta y principios de los ochenta. También están basados en entrevistas el capítulo de Alfonseca sobre República Dominicana (cuatro entrevistas), el de Schwarzstein sobre Argentina (tres más once entrevistas), y el de Martínez Gorroño sobre Colombia (ocho entrevistas). No dan cuenta explícita de su uso los dedicados a Venezuela y Puerto Rico.

El libro incluye una presentación a cargo del Centro de Estudios Migratorios dependiente del Instituto Nacional de Migración, que suma esta a una serie de publicaciones sobre el tema dada a conocer en la “Colección Migración”. Por su relación con Pan, trabajo y hogar…, son de primordial importancia los textos sobre la inmigración en México en general, sobre grupos específicos como los expatriados políticos estadounidenses entre 1948 y 1965, o sobre los griegos en nuestro país en la primera mitad del siglo XX.3 Después de esa presentación encontramos el texto “El giro esperado” (pp. 13-18) de Nicolás Sánchez- Albornoz, coordinador de El destierro español en América: un trasvase cultural,4 quien enfatiza los géneros y especificidades que han distinguido la literatura escrita sobre el exilio español en México.

La obra en cuestión incluye ocho capítulos dedicados a los siete países estudiados, y están antecedidos por una “Introducción” (pp. 19-34) de la coordinadora, Dolores Pla. En ella nos habla de cifras: “medio millón de españoles, en números redondos, salieron al exilio al finalizar la Guerra Civil” (p. 19); “el índice de analfabetismo de los refugiados alcanzaba apenas e1 1.4% mientras el estimado en España era del 32% en 1930 y del 23% en 1940” (p. 22). En ella nos habla también de los textos que califica de “notables” y que antecedieron a esta publicación, así como de la historia de su preparación y los principales alcances que considera lograr con ella.

Los ocho capítulos atienden los casos de: a) dos países del cono sur: Chile (“El exilio republicano español de Chile”, de Encarnación Lemus López, pp. 227-294) y Argentina, en este caso con los textos de Dora Schwarztein (q.e.p.d.): “Actores sociales y política inmigratoria en la Argentina. La llegada de los republicanos españoles” (pp. 295-320) y “La experiencia del exilio: los republicanos españoles en Argentina ” (pp. 321-334).

b) Dos países insulares: Juan B. Alfonseca Giner de los Ríos trata el caso de la República Dominicana (“El exilio español en la República Dominicana, 1939-1945” pp. 129-226) y Consuelo Naranjo Orovio el de Puerto Rico (“El exilio republicano español en Puerto Rico”, pp. 567-612).

c) Dos países del norte de Sudamérica: Colombia, a cargo de María Eugenia Martínez Gorroño (“Colombia y el exilio republicano español”, pp. 459-566) y Venezuela (Juan José Martín Frechilla, “Nueva Tierra de Gracia: los exilios de la guerra civil española en Venezuela, 1936-1951”, pp. 335-458).

d) El séptimo país corresponde a México que, evidentemente, fue responsabilidad de Pla y tituló, recordando a Pedro Garfias:5 “Un río español de sangre roja. Los refugiados republicanos en México” (pp. 5-128).

Los antropólogos y la mirada cultural

A propósito de lo anterior, y por afortunada deformación profesional, quiero referirme al tema de los antropólogos que vinieron en el exilio y vincularlo después con la mirada cultural sobre el mismo. Este tema ha aparecido en varios de los textos publicados sobre la emigración. Los mismos antropólogos escribieron prolijamente sobre su experiencia, en una especie de auto-reflexión y auto-análisis de una realidad compleja de la que fueron protagonistas y que se sentían obligados de analizar.

Al respecto Pla nos habla de dos tipos de antropólogos exiliados en el caso mexicano: los que ya llegaron formados, como Juan Comas y Pedro Bosch Gimpera, quien primero llegó a Colombia, y los que aquí se formaron como Ángel Palerm, José Luis Lorenzo, Pedro Carrasco, Santiago Genovés, Pedro Armillas y Claudio Esteva Fabregat (p. 119).6

“La representación del exilio en su vertiente cultural” como lo llama Sánchez Albornoz (p. 16) ha sido el tema que han trabajado de manera preponderante los antropólogos, al ser las manifestaciones culturales uno de los temas privilegiados de esa disciplina.

En ese terreno y preocupado por estos temas, en la segunda mitad de la década de los setenta del siglo XX Ángel Palerm propuso un proyecto colectivo de investigación a desarrollar en el CIESAS, denominado “Minorías étnicas no indígenas en México”. La idea de Palerm, en ese momento director de la institución, era que a través de este tipo de iniciativas los estudios antropológicos en México pudieran incursionar en campos nuevos, alternos al indigenismo que había sido el centro de atención de la antropología en este país hasta ese momento.

Así fue como surgió la propuesta de llevar a cabo un estudio sobre esas otras minorías, aquellas que, producto de diversas migraciones, se habían instalado en México. Un equipo de nóveles antropólogos, la mayoría recién titulados, nos agrupamos entonces bajo la coordinación del antropólogo inglés Michael Kenny. Estadounidenses, chinos, judíos, libaneses, alemanes y españoles constituyeron los grupos estudiados. En todos los casos, bajo el sello del CISINAH y, más tarde, del CIESAS, se publicaron los resultados de estas investigaciones.7

En el caso de los españoles, incluimos en nuestro estudio tanto a los antiguos residentes o migrantes económicos como a los refugiados políticos y los denominados “nuevos migrantes”, quienes representaban un patrón distinto a los dos primeros. Incluimos lo mismo la primera que la segunda generaciones, y llevamos a cabo trabajo de campo tanto en la ciudad de México y en capitales de entidades federativas (Puebla y Chihuahua), como en otras ciudades del interior (Tehuacán y Veracruz). Lo anterior derivado de las hipótesis en términos de que la identidad étnica, la integración y, en su caso, la asimilación, estaban condicionadas en buena parte por el contexto social y económico en el cual se habían insertado los inmigrantes. En este sentido me parece muy interesante constatar que los estudios del libro Pan, trabajo y hogar… arriban a conclusiones similares, enriqueciendo el análisis del fenómeno con los detalles de las circunstancias específicas de los países analizados. Para los estudiosos del tema será sumamente útil contar con todo este material y estar en posibilidad de repensar los diversos planteamientos sobre la identidad étnica, la integración y la asimilación.

La identidad/lo étnico

El tema de las “identidades” fue uno de los once que la coordinadora de esta obra pidió incluir a los participantes, con “la intención de contribuir al conocimiento de aspectos poco tratados del exilio en América Latina y […] ofrecer una mirada novedosa del mismo” (p. 29).8

En el capítulo escrito por Dolores Pla el tema de la identidad constituye un subapartado (pp. 106–113). Enfatiza las “diferencias políticas, culturales [entre las que incluye las identidades nacionales o nacionalistas] y sociales” que traían y que de no ser por “las dramáticas experiencias compartidas [no hubiesen permitido formar] una comunidad refugiada y [adoptado] una identidad de grupo” (p. 106).

Tomando como eje transversal el de la identidad étnica, encontré dos temas que quisiera destacar: el contexto al que llegaron los refugiados españoles y la institucionalización de la identidad.

a) El contexto al que llegaron los refugiados españoles

Sin duda el contexto al que llegaron los españoles refugiados a los distintos países estudiados fue determinante para el mantenimiento de su identidad y de los niveles de integración y/o asimilación alcanzados posteriormente. La obra permite desentrañar precisiones acerca del peso que jugó cada contexto en el que se insertaron. En el caso de México, el grupo de españoles previamente asentado en el país, y que conformaba la así denominada “colonia española”, era muy numeroso, particularmente en la capital del país y en ciudades intermedias o pequeñas como Puebla, Tehuacán, Veracruz o Chihuahua. El grupo de españoles residentes en Chile antes de la llegada de los exiliados era relativamente reducido. En Dominicana era también pequeña la comunidad de españoles. Mucho más grande era en Argentina, debido a los procesos migratorios en ese país que, como en el caso de México, estuvieron en buena parte organizados con base en el sistema de comandita. En Puerto Rico había un grupo interesante, sobre todo de intelectuales, que tenían fuertes ligas con intelectuales españoles desde antes de la llegada de los refugiados a ese país, lo cual contribuyó para mantener una defensa de la hispanidad frente a Estados Unidos.

El contexto político resultó también determinante. En el caso de Colombia, por ejemplo, la situación política que culminó con el Bogotazo de 1948 provocó que muchos de los intelectuales refugiados que llegaron —en su mayoría profesionistas, dado que en ese país la inmigración fue inducida hacia esos grupos— salieran de Colombia y que el grupo se redujera significativamente, truncándose con ello algunos de los procesos ya iniciados. También en Chile la situación política estaba muy competida entre facciones con orientaciones políticas muy divergentes, con visiones heterogéneas en términos de aceptación o no de los refugiados. Los exiliados se convirtieron entonces en una pugna más entre los chilenos que sí aceptaban y los que no aceptaban su ingreso al país. Uno de los casos más extremos en este sentido fue el de la República Dominicana, donde el planteamiento del dictador Trujillo para recibir a los refugiados respondía, según nos cuenta Juan Alfonseca, a criterios tan oscuros como lavar su imagen ante Estados Unidos por la matanza de haitianos ocurrida años antes. El contexto tan adverso provocó que la casi totalidad del grupo que originalmente llegó a Santo Domingo se empezara a ir prácticamente desde que llegaron, buscando otros destinos que habían acogido de mejor manera al exilio español. A pesar de ello, Alfonseca cuenta cómo se transformó en ese tiempo el vínculo entre los refugiados y los españoles residentes en la isla, primero hostil y más integrado con el paso del tiempo. El contraste con México, donde el general Cárdenas los invitó a venir, los acogió y protegió, y les dio, como merecían, un espacio para desplegar sus potencialidades, resultó también un sustrato mucho más proclive a la maduración de formas de identidad.

b) La institucionalización de la identidad

Los centros regionales, hospitales y colegios constituyeron la parte institucionalizada más importante de la identidad. En el caso de México, varios de estos colegios fueron fundados expresamente por los republicanos, mientras que entre los centros regionales si bien hubo algunos creados por ellos, con el tiempo los exiliados se adscribieron a otros que por su oferta y tamaño resultaban más atractivos y dejaban de ser, poco a poco, identificados exclusivamente con la migración previa y la ideología que privaba entre sus miembros.

Entre los centros destaca al Ateneo Español de México, fundado en 1949 y al que Dolores Pla identifica como “el centro por excelencia de todo el exilio español en México” (p. 107) a la manera que el Casino Español lo fue para los antiguos residentes y el franquismo; los refugiados, añade Pla (p. 108), mantuvieron siempre un deseo de “distanciarse de sus paisanos antiguos residentes [para lo cual] establecieron muy claramente un ‘nosotros’ frente a un ‘ellos'”. En todos los casos tratados en el libro, tal como también lo solicitó la coordinadora a sus autores, se describen formas similares y diversas a través de las cuales se logró institucionalizar estas expresiones de la identidad.

Para este tema de la identidad el libro ofrece una enorme riqueza, ya que permite explorar tanto los elementos comunes como la diversidad étnica a partir de factores como el contexto, las instituciones, la movilidad social y otros más. Al respecto, quisiera citar textualmente la interesante propuesta de Encarnación Lemus López sobre la “identidad intermedia”, y que a manera de concepto analítico engloba el fenómeno descrito en la mayor parte de los estudios que componen este libro:

Entre las maneras de vivir y de entender la vida, el exilio español en Chile ilustra lo que he llamado la “identidad intermedia”: ese ir y venir entre ser republicano o ser sencillamente español, entre ser español o ser chileno, entre ser vasco o catalán; y por supuesto, entre ser vasco o catalán o riojano y al mismo tiempo chileno. En síntesis, el permanente dilema entre custodiar una identidad de exiliado político o aceptar el presente y el mestizaje cultural con la sociedad mayoritaria (p. 92).

Corolario

Pan, trabajo y hogar. El exilio republicano español en América Latina es un libro que abre una enorme cantidad de temas y problemas que, como buscaba su coordinadora, estaban poco atendidos en este campo. Se trata de una obra sobre procesos migratorios, sobre comunidades trasnacionales, sobre identidades, sobre encuentros y rupturas derivados de la Guerra Civil que expulsó a medio millón de hombres y mujeres de España. Es, en suma, un libro que ofrece una rica perspectiva para el estudio de la formación histórica de América Latina.

Sobre la autora
Virginia García Acosta Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social (CIESAS).


Citas

  1. En la Biblioteca del Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social (CIESAS), un centro fundado por Ángel Palerm, refugiado español en México, existen cerca de un centenar de textos sobre esta temática, básicamente desde la perspectiva de las ciencias sociales en general, y de la antropología en particular. []
  2. Enrique Díez-Canedo, Epigramas americanos, México, Joaquín Mortiz, 1945. Este libro fue publicado al año siguiente de la muerte de Díez-Canedo, ocurrida en el exilio. []
  3. Diana Anhalt, Voces fugitivas. Expatriados políticos norteamericanos en México, 1948-1965, México, INM-Segob, 2005; Gabriela Baeza Espejel, Una minoría olvidada. Griegos en México (1903-1942), México, INM-Segob, 2006. []
  4. Nicolás Sánchez-Albornoz (coord.), El destierro español en América: un trasvase cultural, Madrid, Sociedad Estatal Quinto Centenario/Instituto de Cooperación Iberoamericana/Siruela, 1991. []
  5. La última estrofa de su poema “Entre España y México”, escrita por Garfias a bordo del Sinaia, reza: “pueblo libre de México:/como otro tiempo por la mar salada/te va un río español de sangre roja/de generosa sangre desbordada./Pero eres tú esta vez quien nos conquistas,/y para siempre, ¡oh vieja y nueva España!”; Pedro Garfias, Antología poética, México, Conaculta (Lecturas mexicanas), 1990, p. 168. Subrayado mío. []
  6. Esteva Fabregat continúa muy activo como investigador emérito de El Colegio de Jalisco, y es uno de los antropólogos que ha reflexionado alrededor del tema, centrándose en su grupo de origen, los catalanes; “L’exili català als països americans: una perspectiva antropològica”, en IV Jornades d’Estudis Catalana-Americans, Barcelona, Generalitat de Cataunya, 1992, t. IV, p. 228. []
  7. Michael Kenny et al., Inmigrantes y refugiados españoles en México (siglo XX), México, CISINAH, 1979; Gloria Artis et al., Simposio sobre empresarios en México. Vol. I: Empresarios españoles y alemanes (siglos XVIII y XIX), México, CISINAH, 1979; Marisol Pérez et al., Simposio sobre empresarios en México. Vol. III: Empresarios mexicanos y norteamericanos, y la penetración de capitales extranjeros (siglo XX), México, CISINAH, 1979; Kathy Denman, La elite norteamericana en la ciudad de México, México, CISINAH, 1980; Carmen Icazuriaga, El enclave sociocultural norteamericano y el papel de los empresarios norteamericanos en México, México, CISINAH, 1980; Silvia Seligson, Los judíos en México. Un estudio preliminar, 1983; Angelina Alonso, Los libaneses en la industria textil en Puebla, México, sep, 1983; Brígida Von Mentz, Los pioneros del imperialismo alemán en México, México, CIESAS, 1982. []
  8. Los once temas a tratar eran: 1) Postura del país en cuestión (gobierno y sociedad) ante la Guerra Civil española y el exilio. 2) Fechas, vías y formas a través de las cuales llegaron los refugiados. 3) Estimación numérica y composición del exilio. 4) Características de la sociedad de acogida. Encuentros y desencuentros del exilio con el gobierno y la sociedad. 5) Características de la colectividad española ya residente en el país, sus vínculos con el gobierno y la sociedad. Qué significaba hasta antes de 1939 ser español en el país. Formas como los emigrantes “tradicionales” vivieron la guerra y el exilio. Relación del exilio con ellos (vínculos institucionales de otra índole). 6) Maneras de organización de los refugiados en el país (institucionales o no). 7) Actividades políticas. 8) Inserción en el país receptor. Integración económica-social. 9) Las aportaciones más destacadas del exilio al país de acogida. 10) Proceso o procesos de aculturación. 11) Identidades []

Los comentarios están cerrados.