A lo largo de una buena parte de la historia prehispánica, distintos grupos indígenas del México antiguo han mostrado reverencia por los árboles de sus localidades como entidades sagradas esenciales para la comunicación con sus antepasados, o bien para originar una vía de contacto con los planos celestial, terrenal y el inframundo, e incluso para legitimar mediante un discurso divino el poder de la clase dirigente; todo ello representado explícitamente en manifestaciones materiales como los códices, la escultura y la pintura a gran escala. Durante las excavaciones realizadas por el Programa de Arqueología Urbana al frente de las escalinatas del templo dedicado a Huitzilopochtli en la ciudad de México, se recuperaron los restos de un antiguo arriate de época mexica que todavía servía de sostén a uno de los importantes árboles mitológicos con ramas bifurcadas y que, en su conjunto, evidencian la presencia del paraíso original y su vínculo con la tierra.
[Texto completo]