En el marco de los estudios sobre la construcción cultural de la santidad, los “venerables”, “siervos de Dios” y “beatos” constituyen una vía predilecta para el estudio de las devociones y prácticas rituales en los espacios coloniales. Retomando esta preocupación, indagamos en las formas de institucionalización de la santidad y las relaciones sociales entabladas a partir de ella en la frontera de Tarija durante el siglo XVIII. El caso del martirio del jesuita Julián de Lizardi durante el alzamiento chiriguano de 1735, la recuperación de su cuerpo, el traslado de sus restos y la producción y circulación de reliquias nos permiten ahondar en un contexto de interacción social en donde las representaciones sobre la santidad que los misioneros trataron de imponer fueron apropiadas por diferentes actores en un contexto de convulsiva efervescencia religiosa.
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El inmueble que albergó entre 1580 y 1767 el colegio jesuita de Tepotzotlán, cuenta con espacios de arquitectura armónica en los que es evidente la preocupación porque fueran funcionales para las actividades de la tranquila y organizada vida que llevaban los juniores, los novicios, los padres y los hermanos coadjutores en su interior. La distribución de sus espacios es la materialización arquitectónica de lo que al interior de la Compañía de Jesús se concebía como el “modo nostro”, planteamiento que tuvo su origen en la Congregación General de 1558 y en la que quedó especificado que la edificación de las casas y colegios de la orden debían ser útiles, sanos y fuertes para habitar y para el ejercicio de los ministerios…
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