Este libro es una reivindicación de Norteamérica como campo de estudio etnológico. Désveaux nos habla de una región que ha producido algunos de los pilares de nuestra disciplina —como Morgan, Boas, Kroeber y Lowie— y que ha sido de una enorme importancia en la obra de Lévi-Strauss. Todos estos autores recuerdan una época cuando los indios de Norteamérica constituían el horizonte etnográfico principal de las grandes discusiones teóricas: el totemismo de los ojibwa, el dualismo de los winnebago, el potlach de los kwakiutl, el relativismo lingüístico de los indios pueblo… Hoy en día la antropología más glamorosa se hace en regiones como Amazonía y Melanesia, mientras la etnología de Norteamérica padece de una cierta marginación académica. Revertir esta tendencia es uno de los objetivos de Désveaux, aunque, desde luego, no el único. Lo que el autor propone es nada menos que un estructuralismo radicalizado que converge con un nuevo culturalismo de alcance panamericano. Retomando las Mitológicas de Lévi-Strauss, nuestro hemisferio se plantea como un vasto sistema de transformaciones y, al mismo tiempo, como una mega-área cultural. Esta línea de investigación Désveaux la planteó originalmente en su controvertido libro Quadratura americana. 1 Ahora se desarrolla más y se defiende apasionadamente. De hecho, varios apartados pueden considerarse addenda al libro mencionado.
La primera gran novedad es que en Désveaux la lógica transformacional no se circunscribe al ámbito de los mitos. Rituales y organizaciones sociales, objetos de la cultura material y gramáticas de lenguas amerindias —es decir, todas las formas simbólicas de los pueblos aborígenes americanos—, están articulados en un sistema de transformación. En otras palabras, toda la diversidad cultural amerindia es producto de una lógica binaria transformacional fundada en la inversión. ¿Es Désveaux, entonces, el gran realizador del proyecto de Lévi-Strauss? Sus detractores argumentan que por alguna razón Lévi-Strauss se limitó a la mitología. Como señala Désveaux, en un capítulo dedicado a la refutación de algunos de sus críticos,2 la cuestión teórica de fondo versa sobre el estatus del dualismo: ¿Hay un principio dicotómico universal que repercute en todos los ámbitos de la vida humana, o es éste, más bien, el efecto de las reglas de intercambio matrimonial? Como se sabe, Lévi-Strauss se inclina por la segunda posición. Su estructuralismo binarista se fundamenta, en gran medida, en la teoría de la reciprocidad de Marcel Mauss. Désveaux cuestiona, precisamente, este aspecto importante de la teoría estructuralista. Según él, la transformacionalidad no requiere de una base sociológica. La teoría de la alianza de Lévi-Strauss, que plantea el intercambio recíproco como la práctica constitutiva de la sociedad humana, fue una concesión al pensamiento funcionalista.
Según Désveaux, ha llegado la hora de que olvidemos a Durkheim. Los “sociemas” de las organizaciones sociales indígenas pertenecen al campo de la semántica, y de esta manera no corresponden a un nivel distinto de la realidad que los mitemas del estructuralismo lévi-straussiano. De esta manera, Désveaux desecha cualquier dicotomía entre lo material y lo ideal, o entre lo concreto y el mundo de las representaciones o ideas. Al no haberse atrevido un planteamiento de este tipo, Lévi-Strauss se presenta, implícitamente por lo menos, como un autor que jamás haya entendido las implicaciones de sus propios descubrimientos. Désveaux trata a Lévi-Strauss como Althusser a Marx: defiende la genialidad de la obra tardía del autor de Mitológicas en detrimento de sus inicios, aún impregnados por prejuicios —en este caso, no hegelianos, sino funcionalistas—. Dudo que haya muchos colegas que compartan esta preferencia por el Lévi-Strauss tardío, pero haber señalado una posible contradicción entre la teoría de la alianza de Las estructuras elementales del parentesco y la transformacionalidad de las Mitológicas es, sin duda, un mérito. Me puedo imaginar que esta distinción podría convertirse en un tema importante para los colegas que experimentan actualmente con la aplicación del método del análisis estructural de los mitos a otros ámbitos de la cultura, por ejemplo los ritos.
Argumentando a favor de su anti-funcionalismo, se ve obligado de desechar toda una serie de dogmas del estructuralismo; por ejemplo, el análisis de los llamados sistemas dravidas de parentesco, y que según las interpretaciones convencionales se fundamentan, de manera paradigmática, en el matrimonio de primos cruzados. Por lo menos en América, la ley de la reciprocidad y el intercambio de mujeres no explica las particularidades de la terminología de parentesco de estos sistemas. Para la deconstrucción de lo que llama la alianza franco-americana en la interpretación de los denominados sistemas crow-omaha, se inspira en un interesante libro de R.H. Barnes, donde se demuestra que los omaha nunca tuvieron una estructura de alianza. Hoy en día la terminología de parentesco ya no despierta grandes pasiones en el medio antropológico, pero la posición de Désveaux tiene un aspecto realmente escandaloso,, pues considera que todo el interés de la antropología francesa contemporánea por la “otredad” sea una exageración u obsesión derivada de la teoría de la alianza.
La segunda gran herejía de Désveaux es plantear la transformacionalidad como el rasgo distintivo del pensamiento amerindio. De esta manera desecha las pretensiones universalistas de la teoría lévi-straussiana, y se replantea el estructuralismo en términos de una particularidad cultural americana. Lo que parece, a primera vista, una aplicación dogmática de Lévi-Strauss se transforma en un mega-culturalismo de inspiración estructuralista para la caracterización del Volksgeist amerindio. Ciertamente, se busca una síntesis entre el pensamiento francés y la tradición culturalista alemana y estadounidense. Como parte de este proyecto, Spectres de l’anthropologie contiene algunos capítulos bien documentados y bastante interesantes, donde se discuten temas de la historia de la antropología. Primero se analiza el contraste entre el biologismo francés y lo que se denomina aquí la tradición geológica estadounidense. Luego se presenta un estudio interesante sobe las diferentes fases del difusionismo alemán y, finalmente, una semblanza de la importancia de la tradición etnopoética o etnofilológica de Estados Unidos basada en el estudio de textos en lengua indígena. Para los lectores no tan interesados en disquisiciones estructuralistas, probablemente estos capítulos sean los más útiles.
Lo que llama la atención es que, a pesar del interés manifiesto en la antropológica germanohablante, no se tomen en cuenta, ni siquiera se mencionen, los trabajos de Carlo Severi sobre la tradición alemana de la morfología, misma que se presenta incluso como una alternativa viable al formalismo rígido del estructuralismo francés.3 Desde luego, la crítica de Severi a Lévi-Strauss apunta hacia la dirección opuesta. En Severi no hay problemas con la teoría de la alianza, pero se critica el esquematismo semántico. La transformacionalidad se replantea en términos pragmáticos, ya no como resultado de permutaciones binarias, sino como un proceso generativo de expresiones culturales necesariamente diversas.
Sobre el autor
Johannes Neurath
Museo Nacional de Antropología-INAH.
Citas
- Emmanuel Désveaux, Quadratura americana. Essai d’anthropologie lévi-straussienne, Genève, Georg Éditeurs (Ethnos), 2001. [↩]
- Véase Klaus Hamberger, “Le continent logique. À propos de Quadratura americana d’Emmanuel Désveaux”, en Journal de la Société des Américanistes, vol. 90, núm. 2, 2004, pp. 103-114. [↩]
- Véase Carlo Severi, “Structure et forme originaire”, en Philippe Descola et al., Les idées de l’ Anthroplogie, París, Armand Colin, París, 1988, pp. 117-201. [↩]