Diversos fueron los factores que influyeron en el desarrollo y consolidación de la Orden de frailes menores capuchinos durante el siglo XVII. Quizá uno de los más importantes fue el uso y defensa que hicieron del hábito con capucho y de las barbas largas, elementos con los que se autorrepresentaban no sólo como nuevos san Franciscos sino como imágenes vivas de Jesucristo, como hombres despreciados del mundo en constante búsqueda de los valores celestiales. En este artículo se destaca la importancia de la representación de los frailes capuchinos por medio de su indumentaria, (re)presentación creada discursivamente desde sus filas y expuesta al mundo como una manifestación de penitencia, santidad y protección divina: el hábito capuchino resultó una prenda prodigiosa, sin parangón.
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