Este trabajo analiza desde una perspectiva comparada, y en un espacio angosto, el municipio yucateco de Motul, algunas de las particularidades de la vida cotidiana de dos de las migraciones históricas más importantes de la región: libaneses y coreanos, así como de sus descendientes que viven o vivieron en ese municipio desde finales del siglo XIX hasta los años cincuenta del siglo XX. Las diferencias de nacionalidad implicaron distintas modalidades de migración, tanto en lo económico como en lo político/jurídico y, desde luego, en sus procesos de integración. Los coreanos experimentaron una asimilación cultural en la que la mayor parte de sus patrones culturales se desdibujaron, mientras que los libaneses en una asimilación colectiva vivieron una absorción gradual sin renunciar en seguida ni totalmente a su identidad.
[Texto completo].:: LIBANESES
Desde Pedro Dib, primer inmigrante libanés llegado a México en 1882, hasta Carlos Slim, magnate cuya sola presencia suele desviar cualquier análisis equilibrado acerca del papel multifacético que ha ejercido esta comunidad en la historia, los mexicano-libaneses no han estado ajenos a los estereotipos populares, como tantos grupos étnicos. Definidos como “emprendedores, trabajadores, honestos y confiables”, en una visión creada por el cine de los años cuarenta mediante personajes interpretados por el actor Joaquín Pardavé El baisano Jalil y El barchante Neguib, la imagen apenas habla de la muy importante participación que han tenido los libaneses en la vida profesional, política y académica de México; destacando en este último rubro como profesores, investigadores, presidentes de sociedades, directores de revistas, jefes de departamentos, subdirectores y directores de hospitales, institutos, facultades, juntas de gobierno, patronatos universitarios y fundaciones; inclusive, obteniendo premios nacionales y universitarios o formando parte de El Colegio Nacional. Una presencia virtuosa y exitosa de esta comunidad en México.
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