Sostener que los códices de Jilotepec y de Huichapan son los documentos escritos más antiguos de la cultura otomí no tiene más sustento que los propios códices y la carencia o desconocimiento de algún documento fechado con anterioridad. De ahí que sea importante estudiarlos, y que sus semejanzas y diferencias sean analizadas y puestas a discusión. Justamente las semejanzas permiten suponer que se tuvo como referencia un solo documento original, y sus diferencias hacen pensar que este original era más parecido al Códice de Huichapan que al de Jilotepec. Aquí, sin embargo, se plantea la primera contradicción: el Códice de Jilotepec es anterior al de Huichapan. En efecto, el de Jilotepec se escribió, aparentemente a finales del siglo XVI. Por lo que se refiere al de Huichapan, Alfonso Caso demostró que está pintado en papel europeo que se importó a mediados del siglo XVII.
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En la época colonial tardía surgió un género documental que se utilizó para obtener privilegios de nobleza o mercedes de tierra. Estos documentos permitieron a sus poseedores obtener ventajas dentro del sistema socioeconómico indohispano. Además, la información de los textos se trató de reforzar con la tradición oral que en ese momento conservaban los descendientes de la nobleza indígenas.
[Texto completo]En la recomposición de las sociedades indígenas bajo el gobierno novohispano fue fundamental su sentido territorial, ya que actuó como núcleo integrador y cohesionador de la nueva identidad comunitaria. Las tierras de la comunidad quedaron circunscritas dentro de una demarcación señalada y aceptada por el nuevo orden, lo que también fue así reconocido por quienes habitaban en su colindancia. Este territorio se constituyó en una entidad política -donde la comunidad llevó a cabo sus actividades económicas y sociales básicas- que a su vez persistió en ella el carácter sagrado, impreso por la protección de las deidades tutelares y de sus ancestros.
[Texto completo]Con el objetivo de reconstruir la organización territorial de la provincia de Jilotepec en los años de dominio español, recurrimos como fuente de información a los documentos producidos por la administración colonial que se encuentran en custodia del Archivo General de la Nación (AGN). Entre este extenso cúmulo de papeles obran una serie de materiales gráficos que eventualmente conforman, junto con otros manuscritos, algunos de los expedientes clasificados bajo el Ramo de Tierras.
[Texto completo]En los documentos del Archivo General de la Nación, en Ramo de Indios, encontramos la forma en que estaba integrado el cabildo indígena en Xilotepec a finales del siglo XVII y principios del XVIII; cómo fueron sus integrantes, las características de los candidatos a ocupar el puesto de gobernador, la duración en el cargo, el proceso de las elecciones, la toma de posesión del cargo, las funciones del Consejo y, por último, las demandas de los indígenas para la destitución de los malos gobernantes. Y agregamos en forma de anexo documentos que por un lado ilustran la información discutida y, por otro, la importancia de darles a conocer.
[Texto completo]En 1996, durante el Primer Coloquio de Historia Regional en el Estado de Hidalgo, en su trabajo “Contribuciones recientes y relevancia de la investigación regional sobre la segunda parte del siglo XIX”, Mario Cerutti enfatizó la importancia de ahondar en el conocimiento de este siglo, clave para la interpretación de muchos de los problemas y fenómenos contemporáneos, que en este período (al igual que en todos los demás) no es posible verificar una historia nacional homogénea.
[Texto completo]En épocas anteriores Jilotepec era objeto de múltiples y variadas menciones, así era señalado como asiento de un antiguo señorío otomí, como frontera con Aridoamérica y más tarde como uno de los puntos clave del camino tierra adentro de la ruta hacia las minas de Zacatecas. Este conjunto de características permitió que se constituyera como una unidad, que es posible reconocer todavía en el siglo XIX. Sin embargo, durante el siglo decimonónico encontramos cada vez menos menciones de Jilotepec.
[Texto completo]Desde una perspectiva histórica, el municipio de Timilpan, al igual que otras localidades que lo circundan -integradas también a la región de Jilotepec-, ha sido también un espacio devastado, no sólo en su geografía sino en su vida social como el terremoto acaecido en 1912; los saqueos y el temor por las escaramuzas de los revolucionarios -villistas, zapatistas, carrancistas- de 1913 a 1915; los estragos por la sequía y la hambruna, que la gente identifica como el período de “la necesidad”, de 1917 a 1918; la mortandad causada por las epidemias de gripe (influenza española) y la peste, conocidas como la “enfermedad”; los atropellos y muerte por bandoleros y gavilleros de 1926 a los treinta; enfrentamientos provocados por el litigio y la lucha por la tierra en los años posteriores a la Revolución; y, finalmente, la lapidación de evangelistas por fanáticos católicos, en los años cuarenta, dejaron su marca en la vida social de la población y sobre el territorio de Timilpan.
[Texto completo]En este trabajo pretendemos abordar la cuestión del culto indígena de los cerros en la porción sur de la antigua provincia de Xilotepec. Cronológicamente en la parte final de la época prehispánica y a la vez correlacionar esa información con la obtenida en el registro de algunas fiestas actuales en honor a la Santa Cruz.
[Texto completo]Los otomíes pertenecían a la familia lingüística otomiana, unica en Mesoamérica que, ocupando un territorio continuo y no demasiado extenso, se dividió en dos grupos culturalmente opuestos. El de los otomíes, mazahuas, matlatzincas y ocuiltecas de cultura mesoamericana y los pame y chichimecas, jonaz relacionados con los cazadores-, recolectores del norte de México (Carrasco Pizana, 1979). Estos últimos son los actuales habitantes del estado de Hidalgo y los primeros, poseedores de la cultura mesoamericana con una base aagrícola, son los asentamientos otomíes de nuestros días del Estado de México (Galinier, 1979).
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