El llamado “hombre de hierro” se forja entre fines del siglo XVIII y en el transcurso del siglo XIX, años en que se opera una transformación radical de la humanidad: “En una drástica voltereta civilizacional por la que el uso sirve al cambio, el trabajo vivo al trabajo muerto y el hombre a las cosas, el nuevo orden capitalista transforma el antiguo mercadeo en un absolutismo mercantil donde la economía manda y la sociedad obedece” (p. 44).
[Texto completo].:: MOVIMIENTOS SOCIALES
Quizá resulte reiterativo apuntar una vez más que el patrimonio cultural es una construcción social; sin embargo, a la vista de los discursos hegemónicos que otorgan a los bienes culturales un carácter sagrado e inmutable, parece pertinente insistir en que detrás de cada elemento patrimonial socialmente reconocido ha operado un proceso de activación que lo eleva a la categoría de símbolo colectivo, pudiendo éste representar una noción de belleza universal y permanente, un vestigio o reliquia de un pasado inalcanzable o una tradición que vincula a los vivos directamente con sus antepasados. En todos los casos al bien se le atribuye un valor intrínseco sin revelarse el proceso social que lo activó, los actores que intervinieron directamente en su reconocimiento ni las contradicciones y conflictos sociales derivados del mismo. Al final se presenta como encarnación colectiva, como imagen fija y símbolo de la identidad de un grupo que comunica una versión esencial del nosotros, ya sea para aglutinar la diversidad negando la diferencia, ser consumido como un producto atractivo por su singularidad en el mercado turístico y de ocio o actuar como instrumento de resistencia a las dinámicas globalizadoras.
[Texto completo]El llamado “boom de las organizaciones no gubernamentales (ONG)”, que venimos constatando desde los años ochenta en diferentes países tanto del norte como del sur, no ha generado hasta la fecha una conceptualización teórica satisfactoria de este novedoso fenómeno político-social. Para elaborar un programa de investigación adecuado a este carácter supuestamente novedoso de las ONG, recurrirémos a dos ámbitos teóricos distintos, cuyos aportes aún no se han interrelacionado por proceder de diferentes tradiciones y disciplinas académicas. Sin embargo, creemos que ambos enfoques de forma conjunta ayudarán a integrar – en un próximo paso – el estudio de las ONG, de sus miembros y de sus destinatarios en un solo modelo de análisis.
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