El tifus es una enfermedad endémica y epidémica que tuvo una continua incidencia en la población mexicana y que, aún a finales del siglo XIX, constituía una de las principales causas de mortalidad en la Ciudad de México. En este artículo se describen las condiciones médicas y sociales en las cuales se desarrolló este padecimiento y, sobre todo, se analizan la caracterización de la enfermedad y las respuestas del saber médico para enfrentarla. Al mismo tiempo se examinan las explicaciones y acciones médicas adoptadas, así como las prácticas desarrolladas por la población para curarse. Las formas de actuar y de pensar de los médicos se refieren no sólo a procesos técnicos, sino también a características culturales, sociales y económicas de la sociedad mexicana. Con esta perspectiva, es fundamental considerar la enfermedad, pero también las formas de explicarla, curarla y prevenirla, como procesos históricos.
[Texto completo].:: CIUDAD DE MÉXICO
Este libro es producto de un fructífero trabajo de análisis histórico de largo plazo, el cual inició en 1990 en la Dirección de Estudios Históricos del Instituto Nacional de Antropología e Historia (DEH-INAH). Es importante señalar esto porque las presiones a que hoy se ven sometidos los académicos por los sistemas de estímulos, impulsan la elaboración de productos parciales (artículos en antologías y revistas) y otros géneros menores, en detrimento del libro, resultado de una investigación desarrollada en todas sus etapas.
[Texto completo]CRISTAL BRUÑIDO
Durante el siglo XIX las ciudades experimentaron una transformación significativa y de alcances globales. El gran desarrollo industrial y comercial de esos años, el crecimiento demográfico natural y los flujos de migración proveniente de zonas rurales, trastocaron para siempre su antigua estructura urbana (cerrada, compacta y peatonal), volviéndolas espacios abiertos en constante expansión, densamente poblados y desconcentrados en cuanto actividades productivas y/o sociales.
En los años 1920, redirigidos por las puertas cerradas en Estados Unidos, empezaron a llegar inmigrantes húngaros a México, quienes a pesar de su número reducido y su gran heterogeneidad formaron la semilla de una comunidad húngara en la ciudad de México, basada —según asume este ensayo— tanto en las dificultades de adaptación como en los escasos rasgos comunes que traían desde Europa, y cuyo valor creció en un entorno desconocido. Consecuentemente este trabajo busca las características generales de los inmigrantes húngaros explorando campos como razones emigratorias, lugares de procedencia, nociones de identidad, así como composición religiosa y laboral. Por otra parte, analiza los problemas con los que la gran mayoría de inmigrantes debieron enfrentarse en México y las estrategias que emplearon para vencerlos, en el triángulo de hogar, trabajo e idioma. El ensayo termina con un resumen de las asociaciones húngaras en México, ofreciendo un vistazo sobre el desarrollo de la colonia a través de las décadas.
[Texto completo]Quizá resulte reiterativo apuntar una vez más que el patrimonio cultural es una construcción social; sin embargo, a la vista de los discursos hegemónicos que otorgan a los bienes culturales un carácter sagrado e inmutable, parece pertinente insistir en que detrás de cada elemento patrimonial socialmente reconocido ha operado un proceso de activación que lo eleva a la categoría de símbolo colectivo, pudiendo éste representar una noción de belleza universal y permanente, un vestigio o reliquia de un pasado inalcanzable o una tradición que vincula a los vivos directamente con sus antepasados. En todos los casos al bien se le atribuye un valor intrínseco sin revelarse el proceso social que lo activó, los actores que intervinieron directamente en su reconocimiento ni las contradicciones y conflictos sociales derivados del mismo. Al final se presenta como encarnación colectiva, como imagen fija y símbolo de la identidad de un grupo que comunica una versión esencial del nosotros, ya sea para aglutinar la diversidad negando la diferencia, ser consumido como un producto atractivo por su singularidad en el mercado turístico y de ocio o actuar como instrumento de resistencia a las dinámicas globalizadoras.
[Texto completo]La idea de que el modo de morir se encuentra en el modo de vivir está fuertemente arraigada en literatura y en las tradiciones populares, pero también en el discurso de las ciencias sociales que se ocupan de ese fenómeno interdisciplinario por excelencia. Con diferencias en la prosa se insiste en que la vida es una cadena de sufrimientos y que la propia vulnerabilidad ante la muerte tiene su origen en la situación social.
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